El gobierno de Estados Unidos se empeña en presentar a los prisioneros en su base naval de Guantánamo, Cuba, como peligrosos terroristas, pero informes independientes y poco conocidos indican que la evidencia contra los detenidos es casi nula.
"Las personas que están allí, detenidas en el campo de batalla, son terroristas, fabricantes de bombas, reclutas e instructores de terrorismo, guardaespaldas (del líder saudita Osama bin Laden), potenciales suicidas, quizás vinculados con los atentados del 11 de septiembre" de 2001 en Nueva York y Washington, dijo el año pasado el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld.
Los detenidos son "lo peor de lo peor", agregó el jefe del Pentágono..
Pero dos recientes informes independientes basados sobre documentos del propio Departamento (ministerio) de Defensa llegan a conclusiones diametralmente diferentes a las de Rumsfeld.
A pesar de las millones de palabras publicadas en la prensa sobre Guantánamo en los últimos años, la mayoría de los principales medios de comunicación de Estados Unidos han ignorado estos dos estudios.
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Según el primero, preparado por un equipo académico dirigido por Mark Denbeaux, profesor de Derecho de la estadounidense Universidad Seaton Hall y abogado de dos prisioneros, más de la mitad de los cientos de detenidos en Guantánamo no han sido siquiera acusados de realizar actos hostiles contra Estados Unidos o sus aliados.
El trabajo, para el cual se contó con evaluaciones desclasificadas del Departamento de Defensa sobre más de 500 prisioneros y elaboradas en 2004, establece que apenas ocho por ciento son combatientes de algún grupo terrorista, mientras que 30 por ciento son apenas miembros de alguna de esas organizaciones. El 62 por ciento restante están "asociados con terroristas".
Por ahora, apenas 10 de los cientos de detenidos han sido acusados formalmente de algún delito y fueron conducidos a tribunales militares especiales establecidos por el Departamento de Defensa.
El gobierno estadounidense les niega estatus de prisioneros de guerra, pero tampoco formula acusaciones penales ante tribunales civiles ni les reconoce el derecho al debido proceso y a defensa legal.
Según el Departamento de Defensa, entre los presos hay desde miembros del movimiento islamista afgano Talibán, acusados de tortura y asesinato, hasta personas que fueron detenidas en Afganistán o Iraq por poseer rifles o un traje militar.
El informe señala que a un tercio de los detenidos se los vinculó con la red terrorista Al Qaeda, a 22 por ciento con Talibán, a 28 por ciento con ambas organizaciones islamistas y a siete por ciento con uno de los dos grupos, pero sin especificar cuál de ellos.
La agencia de noticias Associated Press divulgó el 7 de este mes un informe de la periodista Lolita C. Baldor sobre el estudio de Denbeaux, pero pocos periódicos estadounidenses lo reprodujeron. El Pentágono tampoco hizo comentarios al respecto.
"El gobierno ha detenido a estas personas por más de cuatro años, sin someterlas a un juicio ni una audiencia, y ha impedido el acceso a ellos en todo este tiempo", subrayó el informe Denbeaux.
De los aproximadamente 760 prisioneros llevados a Guantánamo desde 2002, 180 fueron liberados y 76 transferidos a otros países, donde permanecieron detenidos.
El segundo informe, escrito por la periodista Corine Hegland, de la revista The National Journal, se basa sobre la lectura de los expedientes de 132 prisioneros que solicitaron apoyo de la justicia, y de la censurada transcripción de interrogatorios a 314 prisioneros en Guantánamo.
El trabajo concluye que la mayoría de los "combatientes enemigos" detenidos en Guantánamo desde hace cuatro años no son "lo peor de lo peor" del terrorismo, como sostuvo Rumsfeld.
"Algunos, quizás muchos, son 'culpables' solo de haber sido extranjeros radicados en Afganistán o Pakistán en el momento equivocado. Y gran parte de la evidencia reunida por el Departamento de Defensa contra estos hombres es endeble, de segunda, tercera o duodécima mano", señala el informe.
"Está basada sobre todo en confesiones hechas por detenidos que acusaban a otros compañeros de cárcel, coercionados, o quizás algo peor, en interrogatorios ", añade.
The National Journal señaló que, "a pesar de las afirmaciones de Rumsfeld, la mayoría de los prisioneros no fueron detenidos en batalla, sino que terminaron bajo custodia estadounidense enviados por terceras partes, la mayoría por Pakistán".
"Gran parte de la evidencia contra los detenidos es débil. Un prisionero en Guantánamo, por ejemplo, hizo acusaciones contra más de 60 compañeros de prisión. Esto es más de 10 por ciento de toda la población de la cárcel", añadió.
El presidente George W. Bush califica a los prisioneros de Guantánamo de terroristas, pero la Agencia Central de Inteligencia (CIA) no, destacó la revista.
"Para el otoño (boreal) de 2002, era aceptado en los círculos de la CIA que menos de 10 por ciento de los prisioneros en Guantánamo eran terroristas de valor, según indicó Michael Scheuer, quien encabezó la unidad de la agencia a cargo de la caza de Bin Laden", señaló The National Journal.
Aun cuando la CIA sostenía que la mayoría de los presos en Guantánamo no tenían mucho que decir, el Pentágono, desesperado por obtener información, le dio más libertad a los interrogadores, según la revista.
Para junio de 2004, las condiciones eran tan malas en la prisión que el Comité Internacional de la Cruz Roja, única organización humanitaria a la que se le permitió entrevistar a detenidos, envió un indignado informe confidencial a la Casa Blanca denunciando que todo el sistema carcelario fue deliberadamente "diseñado para quebrar la voluntad de los prisioneros".
El objetivo era hacerlos "por completo dependientes de sus interrogadores", sometiéndolos a "actos humillantes, confinamientos solitarios, temperaturas extremas, y posturas incómodas".
El informe, filtrado al periódico The New York Times, señaló que estas prácticas eran "equivalentes a tortura".
Mientras, el Pentágono defendía "la segura, humana y profesional operación de detención en Guantánamo, que está proveyendo valiosa información para la guerra contra el terrorismo".
"Si la mayoría de estas personas no son de Al Qaeda, y son civiles o simpatizantes del Talibán, se cae el argumento repetido por el gobierno para defenderse de las acusaciones sobre torturas en Guantánamo: que los 'terroristas' han sido entrenados para hacer falsas acusaciones de abusos", dijo a IPS el director legal internacional de la organización Human Rights First, Gabor Rona.