DEFENSA-EEUU: Presupuesto se dispara pero no da en el blanco

El Pentágono es el gran ganador del reparto presupuestario estadounidense, pero la falta de precisión para determinar el enemigo podría costarle caro en el largo plazo.

Crédito: Departamento de Defensa de EEUU
Crédito: Departamento de Defensa de EEUU
Aunque gran parte del aumento de siete por ciento de los fondos destinados al Departamento (ministerio) de Defensa se destina a la "guerra contra el terror", el presupuesto propuesto para el año próximo también incluye mucho más dinero para el desarrollo y adquisición de nuevas armas.

Los gastos dedicados al arsenal convencional tienen el objetivo de preparar al país ante posibles amenazas futuras, en particular la económicamente floreciente China.

El costo de prepararse al mismo tiempo para una guerra contra el terrorismo y una convencional suponen una gran presión sobre el Tesoro estadounidense, en momentos en que el gasto social es recortado para prevenir una merma sin precedentes en los fondos públicos.

El déficit fiscal previsto para el año próximo asciende a 420.000 millones de dólares, apenas 20.000 millones más de los que pretende el Pentágono.
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"Más que tomar decisiones difíciles sobre los futuros sistemas de armamento, el Departamento de Defensa ha privilegiado, esencialmente, intereses que tiene apostados desde hace mucho", dijo Carl Conetta, director del no gubernamental Proyecto sobre Alternativas de Defensa, con sede en Boston.

Conetta se refería a los proyectos armamentísticos favoritos de diversas ramas de las fuerzas armadas.

"Creo que habrá algún reajuste" al proyecto de presupuesto del gobierno, pronosticó William Hartung, analista en materia de defensa del centro académico neoyorquino World Policy Institute.

Hartung fundamentó su vaticinio en "el déficit fiscal, la reconstrucción de Nueva Orleans (ciudad arrasada por el huracán Katrina), el costo de la ocupación de Afganistán e Iraq, y el hecho de que el presidente George W. Bush quiere mantener sus recortes de impuestos" en beneficio de los sectores más adinerados.

"El Pentágono tendrá que ceder en algo en los próximos años", concluyó.

De aprobarse la propuesta presupuestaria de Bush, el Departamento de Defensa recibiría más de 440.000 millones de dólares, un monto que excluye los 120.000 millones adicionales que el gobierno pretende asignar a las operaciones militares en Afganistán e Iraq en 2007.

De hecho, el presupuesto del Pentágono podría superar los gastos militares de todos los restantes países del mundo sumados.

En 2004, último ejercicio con estadísticas disponibles, Washington concentró 47 por ciento del gasto militar planetario de poco más de un billón de dólares, según el Instituto Estocolmo de Investigaciones para la Paz Mundial (Sipri).

La nueva propuesta presupuestaria, conocida una semana después de difundida la Revisión Cuatrienal de Defensa (documento que identifica cada cuatro años las prioridades estratégicas del Pentágono), incluye un aumento de 15 por ciento de los soldados para operaciones especiales, que llegarían a 66.000 para 2011.

Estas fuerzas, a cargo de tareas de inteligencia, acciones encubiertas y entrenamiento de tropas extranjeras —misiones propias de la guerra contra el terrorismo—, también gozarán de una gran inversión en nuevos sistemas de armamento y espionaje adecuados para actividades contrainsurgentes.

Entre esos sistemas figura un avión de vigilancia del cual no se conocen mayores detalles, para cuyo desarrollo y fabricación en el orden de los cientos durante cuatro años el Pentágono solicita 11.600 millones de dólares.

Además, el Departamento de Defensa reclama aumentar un tercio la cantidad de personal especializado en operaciones psicológicas y civiles de la guerra contra el terrorismo, rebautizado por la Revisión Cuatrienal como "la guerra larga".

Pero el Pentágono no tiene planes para sumar 30.000 efectivos al ejército, como lo autorizó el año pasado el Congreso legislativo en medio de la creciente preocupación de que las fuerzas de tierra en Afganistán e Iraq hubieran sido superadas.

Pero los planes presupuestarios incluyen la inversión de 6.600 millones de dólares en 2007 para fortalecer la flexibilidad del ejército y su capacidad de intervenir con rapidez en conflictos globales, en sintonía con la pasión del secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, con la "transformación militar".

Al impulsar la capacidad contrainsurgente y antiterrorista de las fuerzas armadas, el Pentágono afirmó que no tiene intenciones de dejar de lado sus grandes ambiciones en materia de desarrollo de sistemas de armamento de avanzada, a los que incluso sus más fervientes defensores consideran poco relevantes para la "guerra larga".

Entre los más importantes y controvertidos de esos sistemas figuran el Caza-Bombardeo de Ataque Conjunto y el jet sigiloso F-22, así como un nuevo buque destructor para la Marina de guerra y un avión de ataque conjunto que estaría operativo para 2018.

Estos sistemas a desarrollar, así como otros que el Pentágono pretende comprar, son considerados como una respuesta al carácter de China como el más creíble de los posibles rivales militares de Estados Unidos para los próximos dos decenios.

La propia Revisión Cuatrienal propone explícitamente un gran aumento de la cantidad de buques, incluidos portaaviones, desplegados en el océano Pacífico en los próximos cuatro años "para apoyar combates, presencia y disuasión".

El presupuesto propone un aumento de 20 por ciento para el programa de "guerra de las galaxias", que pretende crear capacidad para la destrucción de misiles balísticos antes de que alcancen su objetivo, a 10.400 millones de dólares para 2007, a pesar de que no hay avances en el desarrollo de un sistema viable.

"A pesar de las muchas promesas, no han logrado aún ni un aparato que pueda operar en condiciones realistas. Este programa ha sido un desastre. La mayoría de esos programas no tiene nada que ver con las amenazas que afrontamos hoy", dijo Hartung.

"Algunos argumentan que los necesitaremos en el futuro, si China se consolida como rival, pero se puede argumentar que las actuales fuerzas estadounidenses son adecuadas para cualquier cosa que China pueda desarrollar en los próximos 10 o 20 años", añadió.

De hecho, mantener estos sistemas de armamento se volverá cada vez más difícil en los próximos años, no sólo porque no responden a ninguna amenaza clara —similar a la que supuestamente implica el terrorismo islamista— sino también por su costo.

De hecho, Steven Kosiak, analista del Centro de Evaluación Estratégica y Presupuestaria, pronosticó que mantener los programas planificados requerirá aumentos de 75.000 millones de dólares anuales al presupuesto de defensa.

"Este presupuesto ya es alto en términos históricos, y futuros incrementos serán difíciles de sostener en el marco del actual déficit fiscal", según Kosiak.

En cierto sentido, tanto el presupuesto como la Revisión Cuatrienal constituyen un fuerte retroceso respecto del plan original de Rumsfeld: reducir la dependencia de las fuerzas armadas del sistema de armas convencionales de la guerra fría —al que consideraba muy caro—, para transformarlas en un cuerpo más liviano, flexible, letal y de rápido despliegue.

"Creo que esto se debe a que Rumsfeld carecía de la destreza burocrática necesaria. Los servicios y contratistas son una poderosa fuerza de presión", sostuvo Hartung.

"El nuevo énfasis en los conflictos irregulares y en la contrainsurgencia, por una parte, y los eventuales conflictos convencionales futuros, por la otra, empujan a las fuerzas armadas en dos direcciones", observó Conetta. (

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