ELECCIONES-CANADA: Conservadores victoriosos pero cautelosos

Stephen Harper terminó su largo y sinuoso camino hacia la jefatura de gobierno de Canadá tras conducir a su Partido Conservador a la conquista de 124 de los 308 escaños de la Cámara de los Comunes.

De todos modos, su partido, constituido tras la fusión del Partido Conservador Progresista —por última vez en el poder en 1993— y el Partido Reformista —sector populista procedente del occidente del país—, no logró la votación suficiente para alcanzar la mayoría y deberá formar una coalición para poder gobernar.

El Partido Liberal obtuvo 103 escaños y el separatista Bloc Quebecois, 51, mientras el izquierdista Nuevo Partido Demócrata aumentó su representación parlamentaria a 29. Un legislador independiente resultó electo por la provincia de Québec.

Los conservadores lograron la elección de un solo candidato en Québec, la provincia de mayoría francófona donde las elecciones locales del año próximo determinarán si el separatismo alcanza el poder, lo cual marcará el camino hacia otro referéndum por la secesión.

El Partido Conservador obtuvo 36 por ciento de los votos en todo el país, el Liberal, 30 por ciento, el Nuevo Partido Demócrata, 17, y el Bloc Quebecois, 10 por ciento.

Alrededor de 64,9 por ciento de los ciudadanos habilitados para el voto acudieron a las urnas, cuatro puntos porcentuales más que en las elecciones parlamentarias de hace dos años.

"Honraremos su confianza y cumpliremos nuestros compromisos", dijo Harper ante la multitud que lo vitoreaba en la ciudad de Calgary. El líder conservador también hizo referencias a los orígenes de su disuelto Partido Reformista.

Aun con una minoría de los escaños, Harper volvió a comprometerse con puntos clave de su plataforma, como la aprobación de una ley de transparencia, recortes fiscales, mejoras en la lucha contra la criminalidad, ampliación de las privatizaciones de las guarderías infantiles y la reducción del tiempo en las salas de espera del sistema de salud.

Durante la campaña electoral, el líder conservador fue cuestionado por las dificultades que tendrá para aplacar al ala más derechista de su gobierno, que pretende restringir el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo y las investigaciones con células madre.

"Probablemente Harper gobierne desde el centro", pronosticó Rudyard Griffits, de la organización académica Dominion Institute, con sede en Toronto.

"Asuntos como el fallo de la Corte Suprema de Justicia que ordena brindar servicios médicos dentro de un plazo razonable conducirán a la privatización de la atención sanitaria en Québec", sostuvo Griffits.

"Con una economía canadiense fuerte a lo largo de toda la última década, Harper caminará sobre una gran valija llena de dinero. Habrá recortes de impuestos, y probablemente se armen coaliciones ley por ley. Esto será un verdadero 'parlamento-pizza'", auguró.

El líder liberal, Paul Martin, dijo que renunciaría, lo que dejará abierta la lucha de poder dentro de su partido, aquejado de escándalos de corrupción, incluido uno por sobornos por la publicidad estatal.

Al admitir la derrota, Martin dijo: "Actuamos con la convicción de que Canadá es más fuerte como nación cuando tratamos de asegurarnos de no dejar al margen a ningún canadiense."

El Partido Conservador fue acusado de vínculos ideológicos con la derecha del Partido Republicano estadounidense, pero Harper replicó que el sector representa a la clase media canadiense.

Martin fue golpeado por todos los partidos durante la campaña. Pero, en la provincia de Ontario, los liberales perdieron cinco puntos porcentuales de los votos respecto de las anteriores elecciones. En la provincia, se les escabulleron 19 escaños, la mayoría de los cuales cayeron en manos de conservadores.

En Alberta, los conservadores ganaron todos los escaños en juego. El Nuevo Partido Democrático, por su parte, avanzó en Columbia Británica y en Ontario.

"Predomina en Canadá un sentimiento contrario al presidente estadounidense George W. Bush y de quienes desconfían en los motivos de la guerra en Iraq. Podrían terminar acusando a un gobierno conservador de apoyar la guerra", sostuvo Griffiths.

"Un gobierno conservador corre más riesgos de crítica por ser proestadounidense si aumentan las bajas canadienses en Afganistán", agregó.

"No habrá un gobierno estable porque el Partido Conservador no tiene aliados naturales", sostuvo, por su parte, Michael Byers, de la Universidad de Columbia Británica.

"No sobrevivirá mucho tiempo, por lo que tendrá poco impacto en la política exterior, de más largo plazo. No habrá cambios dramáticos, a excepción de una mejor relación con Bush, por la cercanía ideológica", agregó.

"Con un gobierno de minoría, los conservadores serán incapaces de avanzar en asuntos como la defensa misilística. A ellos les gustaría unirse al programa estadounidense, pero los tres partidos opositores lo rechazan y podrían poner al parlamento en contra", sostuvo el experto.

"Habrá poco cambio en Afganistán, pues los liberales apoyaron el envío de 2.000 soldados para tareas de contrainsurgencia. La adhesión al Protocolo de Kyoto se mantendrá, aunque a Harper le gustaría retirarse. Tendremos, básicamente, un primer ministro derechista con las manos atadas por la configuración del parlamento", concluyó Byers. (FIN/IPS/traen-mj/aj/ks/ip/06)

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