DESARME: Ni pequeñas ni livianas

La ONU debe promover la creación de zonas libres de armas pequeñas y livianas, no solo atacando la oferta de estos mortales artefactos sino mediante la reducción de la demanda, según expertos.

"A menos que entendamos las motivaciones de quienes adquieren armas, todo intento de reducir su venta estarán condenados al fracaso", advierte un estudio de 68 páginas titulado "Pedimos atención: Análisis de la dinámica de la demanda de armas pequeñas".

"La reducción de la demanda debe tomarse más en serio de lo que se ha hecho hasta el momento", dice el informe, publicado por el Instituto de Posgrado en Estudios Internacionales, radicado en Ginebra, y la Oficina Cuáquera de las Naciones Unidas, con sede en Nueva York.

Los programas de control para reducir la violencia deben concentrarse en la demanda de estas armas, según el estudio.

En Sudáfrica e Islas Salomón, dos de los países analizados, la demanda fue efectivamente reducida mediante la promoción de zonas libres de armas en poblados, escuelas, bares y otros espacios públicos.
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El estudio, elaborado por los expertos David Atwood, Anne-Kathrin Glatz y Robert Muggah, se difundió en la reunión preparatoria de una conferencia en que la ONU (Organización de las Naciones Unidas) analizará en julio la aprobación de un tratado sobre armas pequeñas y livianas.

Según la ONU, en el mundo circulan más de 600 millones de armas pequeñas y livianas, así denominadas aunque, para el delegado por Canadá, Earl Turcotte, su impacto sobre los seres humanos no tiene nada de pequeño ni de liviano.

Sólo en 2005, estos artefactos causaron la muerte de más de medio millón de personas, 10.000 por semana, la mayoría civiles y en lugares donde no hay guerras.

Las armas pequeñas y livianas son aquellas que pueden ser trasladadas por una o dos personas, o cargadas en vehículos pequeños, según la clasificación de la ONU. Entre ellas figuran los revólveres, pistolas automáticas, escopetas, fusiles y ametralladoras.

Otra categoría, la de armas ligeras, incluye ametralladoras pesadas, lanzagranadas, morteros, armas antitanque, lanzacohetes y lanzamisiles antiaéreos portátiles.

Un control efectivo del comercio internacional de armas requiere trabajar tanto el lado de la oferta como el de la demanda, dijo Natalie J. Goldring, profesora del Programa de Estudios de Seguridad en la Escuela del Servicio Exterior Edmund A. Walsh, de la estadounidense Universidad Georgetown, con sede en Washington.

"Hasta ahora, las actividades en el plano internacional se concentraron en el suministro. Necesitamos eficacia en el control de los proveedores, pero también debemos dedicarnos con más seriedad al problema de la demanda", dijo Goldring a IPS.

La demanda puede frenarse, según la experta, mediante un amplio espectro de medidas que permitan al público sentirse seguro en la vida cotidiana.

Para eso, sus necesidades básicas deben ser satisfechas y deben resolverse los conflictos sin apelar a la violencia, además de impedir el fácil acceso a un arma.

"Desafortunadamente, todo en la actualidad rueda en favor de los que venden armas y se enriquecen en el proceso", agregó.

De la misma manera que ocurre con las drogas, los traficantes de armas trabajan duro para crear las condiciones para que la compra de armas se vuelva necesaria —es decir que crean su propio mercado—, y para impedir que los gobiernos impongan controles y restricciones a sus actividades, sostuvo la experta.

La Red para la Acción Internacional sobre Armas Pequeñas, coalición con sede en Londres de organizaciones no gubernamentales entre las que figuran Oxfam y Amnistía Internacional, promueve un tratado internacional para reducir la proliferación de armas pequeñas y livianas.

La red informó que 43 países y varios bloques regionales anunciaron su apoyo a un tratado al respecto, pero muchos otros aún no se han manifestado formalmente.

Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Suiza, Islandia, Gran Bretaña, Francia, Vaticano y Camboya se mostraron en favor del convenio. En cambio, India, Egipto, Irán y Estados Unidos están menos entusiasmados, según Anthea Lawson, de la Red para la Acción Internacional.

En su intervención en la reunión preparatoria, Cristina Pellandini, del Comité Internacional de la Cruz Roja, dijo que la conferencia de julio debe establecer un marco internacional efectivo para poner fin al tráfico ilegal de armas.

En segundo lugar, según Pellandini, la reunión debe definir criterios comunes sobre intercambio de información en materia de transferencia de armas.

Además, agregó, es fundamental que la conferencia reconozca la necesidad de trabajar respecto de la demanda de la cual se alimenta el tráfico.

A menos que se reduzca la demanda, los controles en el suministro sólo tendrán un éxito muy parcial porque los vendedores siempre encontrarán otra forma de atender la demanda, explicó Pellandini.

La experta consideró que la conferencia de julio debe apoyar la creación de nuevas medidas para evitar que las armas se utilicen en violaciones de leyes humanitarias internacionales y de los derechos humanos.

Al analizar el caso de Brasil, el informe muestra la conexión entre la inequidad, la violencia, la inseguridad y las armas. El país latinoamericano sufre una de las distribuciones de la riqueza y el ingreso más desigual del mundo.

"La riqueza material es un factor de riesgo para la violencia armada y los crímenes contra la propiedad son muy extendidos. Como consecuencia, los guardias de seguridad privados compiten con la policía y la demanda por armas de fuego es considerable", dice el estudio.

En un referéndum realizado en octubre pasado, 64 por ciento de los votantes en Brasil rechazaron la prohibición de la venta de armas a civiles.

El rechazo popular a la prohibición refleja que la demanda de armas como forma de protección personal continua siendo una opción, o al menos una percepción, generalizada.

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