Brasil celebró el Día Mundial del Sida este jueves destacando al racismo como factor de diseminación de la enfermedad, ya que la población negra, que representa la mayoría de los pobres, es la más vulnerable a la epidemia.
"La desigualdad dibuja casi matemáticamente el camino de todas las epidemias en la dirección de los grupos discriminados", resumió Jurema Werneck, una de las personas homenajeadas en este día por el gobierno como un ejemplo de activismo antirracista y de defensa de las mujeres.
"Las desigualdades raciales produjeron desigualdades socioeconómicas y ampliaron el impacto" del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) en la población negra, tanto en Brasil como en Estados Unidos, África, América Central y el Caribe, señaló a IPS la dirigente de la organización no gubernamental Criola (negra), de Río de Janeiro.
Los datos brasileños sobre sida solo pasaron a registrar el color o raza de los afectados en los últimos años, pero son suficientes para revelar que aumentó la proporción de afrodescendientes (negros y mestizos) con la enfermedad.
Entre los enfermos, los que se autocalificaron como negros o pardos elevaron su participación de 38,5 a 43,3 por ciento entre los hombres enfermos, de 2003 a 2005, mientras los que se dijeron blancos cayeron de 60,7 a 56,6 por ciento, según el Boletín Epidemiológico del Programa Nacional de Enfermedades Transmisibles Sexualmente y Sida (ETS/Sida).
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Entre las mujeres la tendencia fue más acentuada. Las que se reconocieron como negras o pardas fueron 45,2 por ciento de las seropositivas (portadoras del virus de inmunodeficiencia humana, VIH), contra 40,6 por ciento tres años antes, mientras cayó la proporción de enfermas blancas.
En Brasil se considera afrodescendiente 47,3 por ciento de la población total, según el último censo, de 2000. Pero este sector constituye 65 por ciento de los pobres. El país tiene ahora más de 184 millones de habitantes.
La aparición de nuevos casos de sida se estabilizó en Brasil desde fines de la década pasada, pero aumentó entre los pobres y, por ende, entre los negros. El prejuicio racial y la pobreza dificultan el acceso a la información, favoreciendo la epidemia entre los negros, admitió Pedro Chequer, director del Programa ETS/Sida del Ministerio de Salud.
Por ello, el gobierno decidió este año elegir "Sida y racismo" como tema de este Día Mundial, teniendo como consigna "Brasil tiene que vivir sin prejuicio". Y el acto principal tuvo lugar en Salvador, capital del nororiental estado de Bahía, donde reside la mayor comunidad de afrodescendientes brasileños.
No faltan estudios que indican la mayor pobreza de los negros y sus salarios inferiores a los de los blancos, y desde hace algunos años se conoce el proceso de pauperización y feminización del sida, recordó Werneck, una médica negra. Todas las epidemias se desplazan a las capas en desventaja por la desigualdad, acotó.
Es necesaria "una política volcada a la población negra" que amplíe su acceso a la salud pública, con acciones para "superar el racismo institucional presente en el sistema, en profesionales y procedimientos", reclamó.
El sistema de salud "favorece a los privilegiados, especialmente en tratamientos más caros o más complejos", como los transplantes de órganos y la medicación antirretroviral, mientras las comunidades negras reciben escasa o ninguna atención tanto de la salud pública como de organizaciones no gubernamentales y programas de sida, sostuvo Werneck.
Las mujeres negras deben ser "interlocutoras privilegiadas y agentes importantes" en las campañas educativas de prevención y tratamiento del sida. Son las que tienen menos información y menos acceso a los médicos y servicios, observó la activista.
Hacer hincapié en esa prioridad es indispensable, según ella, porque la búsqueda de mejores indicadores promedio lleva a los agentes a actuar en los grupos "en mejores condiciones", para alcanzar las metas más rápidamente. Ese proceso profundiza las desigualdades raciales, como ocurrió en la cuestión de mortalidad infantil, sostuvo.
En Roraima, estado del extremo norte de Brasil fronterizo con Guyana y Venezuela, el racismo afecta a la numerosa población indígena "muy discriminada", señaló a IPS Sumaia dos Santos Días, de la no gubernamental Asociación de Lucha por la Vida.
La situación se agravó con la demarcación de los territorios indígenas, en los que ellos "viven aislados" y a los que sólo se puede entrar con autorización de la Fundación Nacional del Indígena, órgano gubernamental de asistencia a las poblaciones autóctonas, observó Días, una seropositiva que responde por acciones de prevención del Programa ETS/Sida en Roraima.
De esa forma solo funcionarios de asistencia médica del Ministerio de Salud pueden asistir regularmente a los indígenas, dificultando las acciones de prevención y tratamiento del sida, que se propaga por la presencia de "garimpeiros" (mineros informales) que invaden el territorio, destacó.