La sexta conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) comenzó este martes en Hong Kong con pocas expectativas de que se supere el estancamiento en la negociación, en especial la disputa por los subsidios agrícolas.
Delegados de 149 países acudieron a esta ciudad china con el fin de reactivar la Ronda de Doha de negociaciones multilaterales, lanzada en la conferencia de 2001 en la capital de Qatar y destinada a liberalizar el comercio con énfasis en el desarrollo de los países pobres.
Varias zonas del centro de Hong Kong fueron cerradas al tráfico regular y todos los negocios cerraron, a excepción de un puñado de lujosos hoteles en los que se alojarán durante seis días ministros de Comercio, empresarios y representantes de la sociedad civil.
Además de los funcionarios de gobiernos, llegaron a Hong Kong miles de activistas opuestos a la Ronda de Doha, a la cual consideran diseñada para beneficiar a las empresas del mundo rico, sin reparar en el costo ambiental y social que deberán pagar tanto el Sur como el Norte.
Fuera de la zona de seguridad, miles de ambientalistas, sindicalistas, estudiantes y agricultores organizados preparan decenas de formas de protesta, incluyendo una serie de marchas callejeras y un gigantesco mitin.
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Al ingresar en grupos a la ciudad china de Hong Kong, muchos portaban carteles en que acusaban a la conferencia de la OMC de ser parte de los planes hegemónicos del Norte.
Incluso antes de que comenzaran las negociaciones, cientos de personas salieron a las calles contra un eventual acuerdo que, según ellos, podría afectar a los agricultores y trabajadores del Sur, y degradar el ambiente tanto en países pobres como en los ricos.
Como prioridad de la agenda figura el conflicto por los subsidios que los países ricos, en especial Estados Unidos, Japón y la Unión Europea (UE), asignan a su producción agrícola, afectando la competitividad de los productos del Sur, encabezados en la conferencia por Brasil e India.
Para muchos, esta disputa podría provocar el fracaso de las negociaciones, como ocurrió en las conferencias de 1999, en la noroccidental ciudad estadounidense de Seattle, y 2003, en el sudoriental balneario mexicano de Cancún.
Estados Unidos, la mayor economía mundial y el gran beneficiado con la apertura de nuevos mercados para sus bienes manufacturados y servicios, ofreció un recorte de sus subsidios agrícolas para propiciar un acuerdo, a condición de que la UE y otras potencias tomen medidas similares.
Se prevé que las naciones ricas presenten un paquete de incentivos para los países en desarrollo como forma de salvar las apariencias en caso de que las conversaciones colapsen otra vez.
Ese paquete podría incluir una mayor apertura de mercados para los países más pobres, en especial los exportadores de algodón de África occidental, y más ayuda a la capacitación para el comercio.
Algunos activistas sostienen que el "paquete de desarrollo", como es promocionado por diplomáticos de Estados Unidos y la UE, es una trampa para dividir a las naciones del Sur, que estrecharon sus filas en la última conferencia de Cancún para presionar a los países ricos.
"Las acciones en asuntos importantes para los países en desarrollo, como el algodón, la ayuda para el comercio y el acceso a mercados, serán muy bienvenidas, pero debe ser parte de un mayor acuerdo que atienda al daño causado por las políticas agrícolas de los países ricos", sostuvo Phill Bloomer, experto en comercio de la organización humanitaria Oxfam.
Las propuestas del Norte "no deben ser un edulcorante para disfrazar el sabor amargo de un mal acuerdo", añadió.
Los países en desarrollo, como Brasil e India, se quejan de que las subvenciones agrícolas del Norte reducen artificialmente los precios de los productos y afectan a los productores más pobres.
También critican las medidas "antidumping" (contra el comercio desleal de precios) de las naciones ricas, pues, señalan, significan más barreras a sus exportaciones, sobre todo de frutos cítricos y el acero.
Otra disputa en la conferencia de la OMC se referirá a la asistencia alimentaria de Estados Unidos a países pobres, calificada por la UE, Canadá y otros países de negocio disfrazado, así como por organizaciones de ayuda al desarrollo.
Activistas señalan que la ayuda alimentaria estadounidense, iniciada en 1954, tiene el objetivo de abrir nuevos mercados.
Las grandes corporaciones están representadas en Hong Kong, muchas de para presionar a los negociadores con el objetivo de lograr una mayor apertura de mercados para sus productos, en especial en países en desarrollo de gran porte como China, Brasil e India.
Los países ricos también presionarán en Hong Kong para lograr un mayor acceso a los mercados industriales y de servicios en los países del Sur.
"La gente parece olvidar que los productos manufacturados representan 75 por ciento del comercio mundial", señaló el presidente de la Asociación Nacional de Industriales de Estados Unidos, John Engler.
"No podremos alcanzar un acuerdo si no incluimos una verdadera liberalización comercial para los bienes industriales y los servicios también", advirtió el empresario.
Un representante de la gigante de programas de computación Microsoft dijo a IPS que su tarea en Hong Kong será "estar lo más cerca posible a los que toman las decisiones", con el propósito de "hacer que abran nuevos mercados"