Apenas los servicios de rescate de Israel terminaron de retirar los muertos y evacuar los heridos de la escena del atentado en Netanya, comenzaron las especulaciones sobre el impacto de la violencia en las elecciones del año próximo.
En caso de producirse nuevos ataques palestinos, ¿caerían las posibilidades del flamante líder del Partido Laborista, Amir Peretz, quien promueve una agenda de neto contenido social?
¿Se vería beneficiado el primer ministro Ariel Sharon, que abandonó el derechista partido Likud para formar una nueva fuerza política?
¿O recogerían la ganancia los actuales líderes del Likud, que acusan a Sharon de haber estimulado a los combatientes palestinos al ordenar el repliegue de Gaza? Cinco israelíes murieron y otros 35 resultaron heridos el lunes, cuando un atacante suicida palestino detonó una bomba en una zona céntrica de Netanya.
La violencia ha influido en las elecciones de Israel desde los años 80, casi siempre favoreciendo al rival del primer ministro de turno.
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Tras una ola de ataques de grupos palestinos, el entonces primer ministro Yitzhak Shamir, del Likud, fue derrotado en 1992 por el laborista Yitzhak Rabin. Pero luego, el ex líder laborista Shimon Peres perdió dos elecciones cuyas campañas estuvieron marcadas por atentados terroristas.
En 1988, fracasó luego de que una madre y sus tres hijos murieron en un ataque terrorista contra un autobús en la central ciudad cisjordana de Jericó.
También perdió en 1996, pese a la ventaja de dos puntos porcentuales que mantuvo durante la campaña sobre su rival, Benjamin Netanyahu, según las encuestas. Precedió las elecciones una ola de atentados suicidas que dejaron 60 israelíes muertos.
En 2001, meses después del colapso de las negociaciones de paz en Camp David y el inicio de la segunda intifada (insurrección popular palestina), Sharon venció en las urnas al entonces primer ministro, el laborista Ehud Barak.
Siguiendo con esta lógica, es muy posible que Sharon no pueda dormir en los próximos días.
Debe estar preparándose para desafiar el patrón de las últimas elecciones, si es que los atentados terroristas aumentan a medida que se avecinan los comicios del 28 de marzo de 2006.
Pero Sharon podría contar con ciertas ventajas. Si bien cedió Gaza, fue una decisión unilateral, y él se negó siempre a negociar con los palestinos.
La mayoría de los israelíes, cada vez más convencidos de que no pueden seguir controlando a los palestinos pero muestran escepticismo ante la posibilidad de un acuerdo que ponga fin al conflicto, ven al repliegue de Gaza como una medida pragmática.
Más vulnerable parece el laborista Peretz, quien concentró su campaña casi exclusivamente en el achicamiento de la brecha entre ricos y pobres. Pero el dirigente centroizquierdista elude siempre una definición en asuntos de seguridad.
No obstante, desde su sorpresivo triunfo en las primarias laboristas hace un mes, logró imponer su agenda en la campaña, obligando a otros líderes políticos a referirse también a asuntos sociales.
El propio Sharon lanzó su "guerra a la pobreza", mientras, en el Likud, los diferentes aspirantes a encabezar el partido compiten en forma desesperada para presentarse como los defensores de los pobres.
Pero los atentados del lunes de pronto extinguieron el debate social, y Peretz quedó en una situación incómoda. El candidato laborista rápidamente divulgó una declaración condenando los atentados y prometiendo una "guerra sin concesiones" contra el terrorismo.
También convocó con urgencia a un grupo de ex generales que lo apoyan, en una suerte de recreación de una reunión de gabinete destinada a las fotos de prensa. Todo esto sólo acentuó la percepción general de que Peretz, ex jefe de la central sindical israelí Histadrut, es vulnerable en asuntos de seguridad.
Una encuesta divulgada el martes por el canal Israel Television confirmó esa percepción: más de 50 por ciento de los consultados afirmaron confiar en que Sharon, ex general y ex ministro de Defensa, puede manejar de forma efectiva el terrorismo, y sólo 13 por ciento dijeron lo mismo Peretz.
Sin embargo, también es posible que, si la violencia aumenta, Sharon sea objeto de críticas de parte del sector político de línea dura, encabezado ahora por Netanyahu, ex primer ministro y ministro de Finanzas del actual periodo, quien renunció en rechazo al repliegue de Gaza en agosto. Netanyahu, principal candidato a liderar el Likud, sostiene que la retirada de Gaza sólo estimulará a los grupos terroristas.
Pocas horas después de los atentados en Netanya, Uzi Landau, una de las principales figuras del Likud, calificó el repliegue de Gaza de "rendición ante el terrorismo" y "señal de lo que vendrá" si el gobierno sigue cediendo territorio a los palestinos.
El hecho de que Peres se uniera a Sharon para crear el partido Kadima (Adelante, en hebreo), en el centro del espectro político, será aprovechado por el Likud para acusar al actual primer ministro de moverse peligrosamente hacia la izquierda, un mensaje que podría tener gran impacto en la actual atmósfera de violencia y tensión.