Las torturas cometidas en centros secretos de detención estarán al tope de la agenda de problemas a enfrentar por el nuevo gobierno de Iraq, que surgirá de los comicios parlamentarios celebrados este jueves.
Esta vez no se trata de denuncias contra los soldados de Estados Unidos en Abu Ghraib y otras prisiones de la coalición, sino contra la propia policía iraquí y milicias infiltradas en las fuerzas de seguridad del Estado, controlado por la comunidad chiita.
"Están haciendo lo mismo que en tiempos de Saddam (Hussein, ex presidente iraquí derrocado por Estados Unidos en 2003). Estas eran las precisas razones por las que luchamos contra Saddam, y ahora estamos viendo las mismas cosas", dijo semanas atrás el ex primer ministro Iyad Allawi al periódico británico The Observer.
Allawi hizo estas declaraciones en noviembre, luego de que las fuerzas estadounidenses descubrieran un centro de torturas de la policía iraquí en el occidente del país.
Las elecciones parlamentarias de este jueves en Iraq se realizaron sin mayores incidentes y contaron con una alta participación, incluso entre sunitas, que boicotearon los comicios provisionales de enero.
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Este jueves compitieron 7.000 candidatos repartidos en 228 listas por 275 escaños del parlamento, que elegirá un gobierno para un periodo de cuatro años. Los resultados finales se conocerán dentro de dos semanas.
La mayoría de los 26 millones de iraquíes son chiitas (62 por ciento), la población hegemónica en el sur, mientras en el centro predominan los sunitas (35 por ciento), corriente islámica dominante en el mundo árabe y durante el régimen de Saddam Hussein.
En los últimos meses, la morgue de Bagdad reportó varios casos de cuerpos presentando claros signos de torturas.
Muchos cadáveres fueron encontrados en cunetas y esposados, mientras que las morgues recibieron varios cuerpos con señales de haber sido colgados de las manos o pies, quemaduras hechas con cigarrillos, perforaciones al parecer provocadas con taladros y múltiples traumatismos por golpes.
Pocos en Iraq dudan que el gobierno interino detenga ilegalmente y torture a personas. Influyentes sunitas y ciudadanos en general han presentado quejas formales contra las prisiones secretas en todo el país, y sobre todo en Bagdad.
Alí Shalal Abbas, de la Asociación de Víctimas de las Prisiones de la Ocupación Estadounidense, dijo a IPS que hay "más de 200 cárceles secretas en Iraq, que operan bajo el control de varios partidos y ministerios".
Se cree que la mayoría de estas prisiones están bajo la dirección del Ministerio del Interior.
Una delegación de la Asociación visitó una oficina de la Organización de las Naciones Unidas en Jordania el 20 de noviembre y entregó información sobre siete prisiones secretas, todas supervisadas por el Ministerio del Interior iraquí.
El primer ministro Ibrahim Al Jaafari ordenó una investigación sobre la prisión descubierta por las fuerzas estadounidenses a inicios de noviembre, pero aún no está claro si también se investigará a otras instalaciones secretas, como una hallada en la propia sede del Ministerio del Interior en Bagdad y otras dos en la meridional ciudad de Basora.
Tampoco parece probable que el gobierno iraquí incluya a sus pesquisas las numerosas denuncias de abusos y detenciones ilegales presentadas en los últimos meses contra la policía iraquí.
Las acusaciones de Allawi parecen reales, pero el ex primer ministro tiene más intereses que sólo la seguridad de la población. Allawi realizó este tipo de denuncias solamente durante el gobierno interino, dominado por los chiitas, pero ninguna en la actual administración.
Allawi fue designado primer ministro por Estado Unidos, que decidió crear al gobierno interino para reemplazar a la Autoridad Provisional de la Coalición.
En julio de 2004, el diario australiano The Sydney Morning Herald informó que Allawi "sacó una pistola y ejecutó a por lo menos seis sospechosos de insurgencia en una estación de policía de Bagdad, pocos días antes de que Washington entregara el control del país a su gobierno interino".
Pero los iraquíes están al tanto del pasado de Allawi. Muchos sunitas lo critican por su papel en la incursión estadounidense en la central ciudad de Faluya, mientras que los chiitas lo responsabilizan por el asalto a la sureña de Nayaf.
"Estados Unidos trajo muchos criminales a Iraq para que dirigieran el gobierno", dijo a IPS Alí Shalal Abbas, un habitante de Bagdad.
"Estas personas en realidad no se preocupan por Iraq. Cada uno quiere lo mejor para su propio partido, su propio grupo ", afirmó.