El gobierno, los expertos en política exterior, los activistas de derechos humanos y la prensa de Estados Unidos condenaron unánimemente la condena a cinco años de cárcel para el principal líder opositor de Egipto, Ayman Nour.
El conductor del liberal partido Al-Ghad ("Mañana") fue el segundo candidato más votado en las elecciones presidenciales de septiembre, las primeras con varios candidatos además del presidente en ejercicio, en este caso Hosni Mubarak, un férreo aliado de Washington.
Nour logró un distante segundo puesto (ocho por ciento de los votos) detrás de Mubarak (89 por ciento), y luego perdió su escaño parlamentario en los comicios legislativos de noviembre.
El líder opositor denunció irregularidades y apeló el resultado electoral.
En sendas declaraciones, la Casa Blanca y el Departamento de Estado (cancillería) se manifestaron "profundamente contrariados" por la sentencia por falsificación de firmas contra Nour.
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Ambos órganos del gobierno dijeron que la condena "pone en duda el compromiso de Egipto con la democracia, la libertad y el estado de derecho".
Asimismo, llamaron al gobierno de Mubarak a "actuar de acuerdo con las leyes de Egipto y con el espíritu de su deseo manifiesto de mayor apertura y diálogo político dentro de la sociedad egipcia".
También mostraron preocupación por la salud de Nour y pidieron que lo liberaran por razones humanitarias. La semana pasada, Nour realizó una huelga de hambre, y su salud se está deteriorando seriamente, según diversos informes.
El arresto inicial de Nour, el 29 de enero, y su detención de 42 días sin acusación (fue liberado bajo fianza el 12 de marzo) tensó las relaciones entre Estados Unidos y Egipto, uno de los principales aliados políticos del gobierno de George W. Bush en Medio Oriente.
La secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice canceló una visita a Egipto, al parecer en desaprobación del trato del gobierno hacia Nour, quien se declaró inocente de ordenar la falsificación de firmas para registrar a su partido Al-Ghad el año pasado.
En las audiencias del juicio, uno de los otros seis acusados se retractó de su declaración inicial, en la que inculpaba a Nour, y manifestó ante el tribunal que funcionarios de seguridad le habían arrancado esa confesión mediante presiones.
El veredicto de la semana pasada fue pronunciado por el mismo juez que había condenado en 2002 al profesor de sociología y activista de derechos humanos egipcio-estadounidense Saad Eddin Ibrahim por desacreditar la imagen de Egipto. Ese fallo fue luego anulado en la apelación.
El periódico estadounidense The Washington Post le recordó al presidente Bush en un editorial uno de los compromisos que formuló al inaugurar su segundo periodo de gobierno, el 20 de enero, en defensa de los activistas por la democracia en países autoritario.
"Cuando ustedes crean en su libertad estaremos con ustedes. Los reformistas democráticos que afrontan la represión, la prisión o el exilio pueden saber que Estados Unidos los ve por lo que ustedes son, los futuros líderes de su país libre", había advertido Bush.
The Washington Post concluyó que "si el compromiso del señor Bush con quienes luchan por la libertad significa algo, él no puede permitir que este flagrante acto de injusticia quede sin ser cuestionado".
El periódico urgió a Bush a utilizar la ayuda de Estados Unidos a Egipto como una herramienta para alentar la libertad de Nour.
"Apoyar a Ayman Nour significa estar en contra de la asistencia militar para el señor Mubarak hasta que este reformista democrático sea liberado", dijo el Post.
Más allá de la indignación y la retórica, los expertos han sugerido variadas estrategias para persuadir a Egipto.
"Estados Unidos debería integrar su agenda de derechos humanos y democracia a las actuales negociaciones con Egipto sobre libre comercio y vincular la agenda económica con la reforma política", dijo a IPS Moataz El Fegiery, del Instituto El Cairo para Estudios sobre Derechos Humanos (CIHRS).
Su organización también llamó a la Unión Europea (UE) a formular la situación de Nour "en sus negociaciones con Egipto sobre el plan de acción de la política de la vecindad europea".
"Condenar y criticar no es suficiente; esto no disuadirá a nuestro gobierno. Lo que estamos pidiendo es hacer corresponder los discursos con las acciones", agregó.
Washington debería "adoptar medidas punitivas, suspendiendo la asistencia económica y negando a los líderes egipcios, gradualmente pero en forma incrementada, el acceso privilegiado a la Casa Blanca del que gozan", sostuvo Neil Hicks, director de la organización no gubernamental estadounidense Human Rights First.
"La sentencia de Nour representa un serio desafío para la administración de Bush, que puso gran énfasis en la democratización del mundo árabe en los últimos años", dijo Hicks a IPS.
"Estados Unidos tiene muchas oportunidades para expresar su desaprobación por la represión a la oposición política por parte de las autoridades egipcias", afirmó.
"Una herramienta poderosa es que el presidente Bush salga a condenar pública y categóricamente el encarcelamiento de Nour y deje en claro que Estados Unidos entiende y desaprueba las tácticas del gobierno de Mubarak", añadió Hicks.
El presidente Bush "debería explicarle" a Mubarak "que es sumamente contraproducente y peligroso seguir reprimiendo a la oposición política laica", manifestó..
"Si fracasa en dejar firmemente clara su oposición a la condena de Nour, se arriesgará perder la poca credibilidad que le queda acerca del compromiso con la libertad y la democacia en el mundo árabe".
La organización de derechos humanos Amnistía Internacional dijo que el caso Nour y la reciente "ola de arrestos de acusadas de pertenecer a la Hermandad Musulmana" parecen parte de una estrategia "para intimidar a la oposición y a los críticos del gobierno e impedirles organizarse y actuar en política".
Amnistía reclamó al gobierno egipcio "que respete sus obligaciones en materia de principios internacionales de respeto de los derechos humanos" y, "en particular, todo tipo de criminalización de la libertad de expresión y de asociación debe ser eliminado".
El Fondo Carnegie para la Paz Internacional reconoció que Estados Unidos "depende de la asistencia militar de Egipto en sus operaciones militares en el Medio Oriente y África así como de su apoyo diplomático en relación con Israel, las negociaciones en Palestina, la cooperación con el antiterrorismo y el tránsito en el canal de Suez".
También apuntó que "Estados Unidos ejerce una gran influencia pero también afronta un creciente resentimiento debido a sus políticas en la región".
"En años recientes viene creciendo la sensación en Washington de que la reticencia de las autoridades egipcias a liberalizar la política y la economía es un obstáculo para la prosperidad social, la cual es necesaria para garantizar la estabilidad en el largo plazo".
El informe concluye que "considerando la influencia que posee en ese país y en la región, en teoría Estados Unidos podría sacrificar todos los demás intereses y presionar duramente en favor de una rápida y probablemente caótica transición a la democracia en Egipto".
Sin embargo, "considerando los riesgos asociados a la inestabilidad, quizás una opción más realista sea presionar por una apertura significativa de la competencia política, el desarrollo de las organizaciones sociales y políticas y la reforma económica", sostiene el informe.
Advierte, por último, "Estados Unidos no puede ni debe tratar de llevar adelante estos cambios en Egipto por la fuerza, ya que todas estas decisiones residirán, en última instancia, en los propios egipcios".
Lo que Estados Unidos sí puede hacer "es usar su influencia para ayudar a que haya una prensa más libre y un ambiente político más liberal en el que los egipcios puedan tomar importantes decisiones acerca del futuro de su país".
Muchos otros expertos de distintas universidades y centros privados de análisis político también se han ocupado de estudiar la democratización de Egipto. Y el presidente Bush quizás haya sido, en comparación con sus antecesores, quien más se ha manifestado al respecto.
En cualquier caso, es posible que, si se quiere seguir teniendo a Egipto como aliado en la llamada "guerra contra el terrorismo" y si se quiere contar con su respaldo para la solución de la cuestión palestina, estos factores serán, en definitiva, los que determinen el rumbo y el ritmo del proceso de democratización.
Observadores políticos del Medio Oriente dicen que pese a los miles de millones de dólares que Estados Unidos dispensa a Egipto, Washington tiene mucho menos influencia de lo que puede llevar a pensar el sentido común o de lo que puede parecer a primera vista.