El matrimonio forzado todavía es común en Francia, en especial dentro de las comunidades de inmigrantes. El parlamento aprobó una ley contra esa tradición, pero expertos advierten que la norma será infructuosa hasta que las madres no tomen conciencia.
Según estimaciones oficiales, hasta 100.000 jóvenes francesas son obligadas a casarse con hombres a los que apenas conocen, de acuerdo con contratos en los que su opinión y sus sentimientos no cuentan.
Tal fue el caso de Fatia, de 23 años, que hace algunos meses fue obligada a casarse con un hombre del que no estaba enamorada.
"Cuando mi madre se dio cuenta de que yo no quería casarme con el hombre que ella había elegido para mí, me advirtió: 'O te casas con él o no serás más mi hija'", contó Fatia a IPS.
"Fui a la alcaldía a casarme como si fuera mi propia ejecución. Nadie allí se preocupó por mis sentimientos. Simplemente, me casé con un hombre al que casi no conocía y al cual no amaba."
Al tiempo, se enamoró de otro hombre. "Pensé que me volvería loca", dijo. "Me estaba enamorando de este muchacho maravilloso y debía ir a la cama con otro, al que temía y con el que no tenía nada que hacer, ni siquiera disfrutar la intimidad. Fue terrible", agregó.
El conflicto continuó durante varios meses, hasta que la madre de Fatia accedió a ayudarla a poner fin al matrimonio. Le habló al esposo de Fatia y, luego de una larga disputa, él aceptó disolver el vínculo.
Hoy Fatia comparte su vida con el hombre que ama. No es un socio perfecto, pero por lo menos esto es lo que ella quería. "Es mi vida y, sean cuales sean los errores que cometa, tengo que asumirlos", dijo.
Este mes el parlamento francés aprobó por unanimidad una ley que prohíbe el casamiento de mujeres menores de 18 años. La norma dispone un periodo de prueba de dos años luego de la ceremonia, durante el cual los cónyuges podrán solicitar la anulación del matrimonio.
La ley establece asesoramiento psicológico, prueba de consentimiento, educación en las escuelas contra matrimonios forzados y protección para las mujeres que huyen de ellos.
La norma procura "mejorar las medidas que impiden la violencia en la familia, así como la violación de los derechos de las mujeres", dijo ante el parlamento, durante el debate, el ministro de Justicia Pascal Clement.
Pero, aunque le dan la bienvenida, no todos están convencidos de que la ley pueda terminar con esas prácticas.
"Estamos satisfechas con la ley en sí misma", dijo a IPS Clotilde Lepetit, asesora legal de la organizción femenina Ni putes ni soumises ("Ni putas ni sumisas"). "Pero ahora esperamos los resultados."
Khadija Aram, presidenta de la asociación Mujeres de Trappes y Otros Lados, con sede en esa localidad al sur de París, afirmó que quienes tendrán que detener los matrimonios forzados serán las madres, no la ley.
"O una mujer mayor dentro de las propias familias se da cuenta de que forzar a una muchacha a casarse con un hombre al que no ama está mal, o la ley será letra muerta", dijo Aram a IPS.
La activista explicó que los matrimonios arreglados por los padres es tradicional en los países del Magreb y en otras sociedades de África subsahariana y Asia. Pero en otros tiempos también eran usuales en Europa.
"Nuestras madres y abuelas fueron obligadas por sus familias a casarse con hombres a los que apenas habían visto antes y, pese a las experiencias a veces desagradables, muchas mujeres aún creen que semejante tradición es adecuada para sus propias hijas y nietas", dijo.
"Muchas de ellas todavía creen que el amor vendrá con la rutina diaria de vivir con alguien", sostuvo Aram. Pero cada vez más mujeres mayores repudian esa tradición, agregó.
"En nuestras reuniones, muchas cuentan sus propias historias y admiten cuán horribles fueron para ellas esos matrimonios forzados. Y entonces dicen: 'No, no quiero que mis hijas tengan el mismo destino'".
Según el Ministerio de Asuntos Sociales, cada cuatro días muere una mujer francesa como resultado de la violencia familiar.
Una de cada 10 mujeres en general y una de cada tres de las tratadas en emergencias hospitalarias declaran haber sido víctima de violencia doméstica. (