El terrorismo plantea un desafío muy profundo a las organizaciones religiosas debido a la percepción existente sobre el papel de los credos en la promoción de ese fenómeno asolador, advirtieron especialistas ecuménicos convocados por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI).
Las acciones terroristas han cobrado un abultado número de vidas humanas en numerosos países mientras que "la religión ha sido usada y abusada para justificar la violencia", señaló Samuel Kobia, secretario general del CMI.
La condena a este fenómeno de violencia extrema y la convicción de que ninguna de las religiones puede ser responsabilizada de nutrir esas actividades fueron dos deducciones extraídas de una consulta sobre "terrorismo, derechos humanos y contraterrorismo" convocada esta semana por el CMI.
Otras observaciones críticas apuntaron a Estados Unidos por utilizar la guerra contra el terror para promover su proyecto de globalización económica, que "ha conducido a injusticias y descontento, creando terreno para el terrorismo", dijo Ninan Koshy, de India, quien entre 1979 y 1991 se desempeñó como director de la Comisión de Asuntos Internacionales de las Iglesias.
Konrad Raiser, secretario general del CMI desde 1993 a 2004, descartó de plano que el terrorismo sea un punto clave de la dimensión del islamismo o de otras religiones. El terrorismo no es teológica, histórica ni políticamente correcto, insistió.
Kobia observó que en la vida civil y política de muchas sociedades, la religión ha llegado a desempeñar un papel central, aunque en términos generales, negativo. La prensa internacional, sin embargo, se ha concentrado en vincular al terrorismo con una sola religión, refirió.
El actual secretario general del CMI aclaró que, aunque la religión puede ser un instrumento de reclutamiento, no es la causa primordial del terrorismo.
El CMI, que se define como la mayor de las muchas expresiones organizadas del moderno movimiento ecuménico, por la unidad de los cristianos, agrupa a más de 340 iglesias y comunidades en más de 100 países, con representación de unos 400 millones de seguidores.
La Iglesia Católica Apostólica Romana, que no participa plenamente en el CMI, discute con esta organización religiosa las cuestiones del ecumenismo en un llamado Grupo de Trabajo Mixto, que la semana pasada celebró sus 40 años de existencia.
La cuestión del terrorismo no figuró en el programa de los debates de ese aniversario, pero fue analizada en una reunión con periodistas por las dos figuras principales del Grupo, el moderador del comité central del CMI, Catolicós Aram I, de la Iglesia Apostólica Armenia, Sede de Cilicia, y por el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, cardenal Walter Kasper.
Aram I estimó que el terrorismo es un problema también para el Islam y aconsejó que las religiones deben adoptar una posición común. Musulmanes y cristianos tienen que trabajar juntos, insistió.
Kasper observó que el terrorismo es un desafío no sólo para las iglesias, sino para toda la humanidad. El prelado católico aseveró que todos los cristianos "y también la mayoría de los musulmanes" condenan "el crimen de personas en nombre de Dios".
Los especialistas ecuménicos, políticos y académicos que participantes de la consulta del CMI reconocieron las dificultades que crea la ausencia de una definición aceptada universalmente del fenómeno del terrorismo.
Es una forma de acción política que no puede ser sacada de su contexto histórico específico o tratada como un fenómeno genérico, arriesgó Koshy. Se trata de una estrategia arraigada en el descontento político y utilizada al servicio de creencias y doctrinas muy diferentes, que legitima y sustenta la violencia, agregó.
Las ideologías que inspiraron el terrorismo han estado todas asociadas con el nacionalismo, la revolución, la religión y la defensa del status quo, insistió.
Aunque el intelectual indio hizo la salvedad que explicar el terrorismo por las condiciones del ambiente en que se desarrolla, ya sean socioeconómicas, demográficas, políticas o culturales, es insuficiente, en el mejor de los casos, y errado, en el peor.
Koshy observó que, en aras del combate contra el terrorismo, Estados Unidos "ha redefinido la guerra". Las nuevas doctrinas comprenden los "cambios de régimen", la "ocupación" del estado adversario y la "guerra preventiva", incluyendo "la guerra preventiva nuclear".
El intelectual indio reclamó a las iglesias una respuesta adecuada a la "redefinición de la guerra" hecha en nombre de la lucha contra el terrorismo.
En ese sentido, la respuesta al terrorismo de algunos de los miembros más poderosos y dominantes de la comunidad internacional ha sido librar una guerra a través de acciones militares intensas y de la adopción de medidas anterroristas que a menudo son extrajudiciales y subvierten el imperio de la ley, apuntó Kobia.
Raiser añadió que el estado de derecho obliga a las fuerzas del orden a respetar los derechos humanos básicos y la integridad física de los presuntos perpetradores de los actos de terrorismo.
Las falencias del imperio de la ley en el contexto internacional se compensan con invocaciones de valores morales y aún religiosos para justificar actos de terrorismo o también para condenar al terrorismo y a sus agentes como "malvados" o "diabólicos", abundó.
Esos mismos argumentos sirven para justificar estrategias de contraterrorismo que ignoran los marcos normativos del derecho internacional, previno Raiser.
La directa traducción de un juicio moral en una acción política sin la mediación crítica del derecho puede conducir a consecuencias que violen las normas morales básicas, y eso es contraproducente, advirtió.
En ese aspecto, Koshy consignó que las iglesias deben prestar atención al "sentido de suficiencia moral" que se observa en Estados Unidos.
El intelectual citó un informe de los Obispos de la Iglesia de Inglaterra, de septiembre pasado, en el que se sostiene que "el sentido de suficiencia moral se nutre en la influencia determinante de la 'Derecha Cristiana' en la política actual de Estados Unidos".
La teóloga estadounidense Janet Parker, de la Iglesia Unida de Cristo, refirió que las trágicas muertes y sufrimientos del 11 de septiembre de 2001 en los ataques a Nueva York y Washington "fueron cínicamente manipulados por una elite de ideólogos neoconservadores para promover políticas y objetivos que infructuosamente ellos habían tratado de imponer durante años".
Esos atentados fueron utilizados "para activar ideologías latentes, e incluso teologías, que descansan bajo la superficie de la cultura estadounidense y ganan ascendencia cuando las circunstancias son oportunas", describió Parker.
Creo que estos patrones son exclusivos de Estados Unidos, comentó.
El secretario general del CMI dijo que "las iglesias tienen el derecho y el deber de hablar y de responsabilizar a los estados y a otros actores cuando se atenta contra lo más sagrado de la vida y de la dignidad humana".
Las conclusiones de la consulta realizada esta semana en Ginebra serán discutidas durante la asamblea del CMI que se realizará del 14 al 23 de febrero en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre. (