MUJERES-PAKISTÁN: De víctima a símbolo

La dignidad puede percibirse en sus ojos tímidos y en su voz casi inaudible. La pakistaní Mukhtaran Mai es retraída, pero esconde en su frágil figura el coraje que la convirtió en símbolo internacional de la lucha contra las tradiciones patriarcales y por los derechos de las mujeres.

Acaba de regresar de Estados Unidos, donde el 3 de este mes recibió el premio Mujer del Año de la revista Glamour, y conserva toda su humildad.

"Es una victoria para los pobres. El mundo nos reconoce. Me siento aliviada al saber que no estoy sola en la lucha contra la opresión de las mujeres pobres. Tengo a todo el mundo conmigo", dijo a IPS.

En la ceremonia de entrega del premio, Mai se codeó con personalidades como la actriz británica Catherine Zeta-Jones y la estadounidense Goldie Hawn, la ex Alta Comisionada de los Derechos Humanos y ex presidenta irlandesa Mary Robinson y la tenista estadounidense Venus Williams.

La pakistaní fue galardonada por "su increíble valentía y optimismo frente a una terrible violencia".
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"Si la comunidad internacional no hubiese respaldado su causa, ella habría sido sólo un dato más en las estadísticas. Las mujeres de Pakistán necesitan más apoyo mundial", afirmó la secretaria general de la Comisión de Derechos Humanos de ese país, Zohra Yusuf.

La dramática historia de Mai comenzó en junio de 2002, cuando el "panchayat" (consejo local) de la localidad de Meerwala, en la oriental provincia de Punjab, ordenó que fuera violada en público por seis hombres como castigo a su hermano menor, quien supuestamente había mantenido relaciones ilegítimas con una mujer de una tribu rival, los mastoi.

Luego de ejecutada la terrible sentencia, Mai, entonces de 30 años, debió caminar desnuda hacia su casa ante la mirada de una multitud que la humillaba.

Lejos de convertirse en un caso más en la larga lista de violaciones a los derechos humanos bajo las leyes tradicionales musulmanas, la historia de Mai causó protestas dentro y fuera del país, y fue motivo de vergüenza para el gobierno del presidente Pervez Musharraf, deseoso de mostrar una imagen moderada ante la comunidad internacional.

Un tribunal de primera instancia condenó a muerte a seis hombres en agosto de 2002 por ordenar o perpetrar la violación, y Mai recibió como compensación del gobierno 8.300 dólares, que utilizó para abrir una escuela en su pueblo.

Pero, el 8 de marzo de este año, en vísperas del Día Internacional de la Mujer, el Alto Tribunal de Lahore revocó el veredicto y absolvió a cinco de los seis acusados, conmutando la sentencia de muerte del sexto por cadena perpetua. El tribunal arguyó que las pruebas presentadas fueron insuficientes y que las investigaciones policiales tuvieron graves fallas.

Mai apeló a la Corte Suprema, y el 28 de junio se ordenó la detención de 13 personas implicadas en el caso.

Ese mismo mes, la pakistaní fue invitada por la Red Asiático-Estadounidense contra el Abuso a las Mujeres a contar su experiencia en diversas conferencias y reuniones con representantes de organizaciones defensoras de los derechos humanos en varias ciudades de Estados Unidos.

Sin embargo, arguyendo "intereses nacionales" y subrayando la necesidad de proteger la imagen "más blanda" que Pakistán desea proyectar al exterior, el gobierno de Musharraf le prohibió viajar y confiscó su pasaporte.

Mai sólo pudo recuperar sus documentos y su derecho a salir del país luego de una serie de manifestaciones internacionales.

Mientras, Musharraf se ocupó de echar más leña al fuego al afirmar en septiembre en una entrevista para el diario estadounidense The Washington Post que la violación de Mai se había convertido para muchas organizaciones no gubernamentales en un tema "para hacer dinero".

El mandatario llegó aun más lejos, hasta afirmar que algunas mujeres en su país veían la violación como una forma fácil de obtener visas para trasladarse a países occidentales.

Ante la indignación y las fuertes protestas de activistas en Islamabad, Musharraf negó haber dicho lo que dijo, pero el periódico publicó archivos de audio en su sitio de Internet con los pasajes de la entrevista en los que el jefe de Estado hacía las polémicas declaraciones.

"Creo que el premio es un reconocimiento a una mujer que dejó de ser una víctima para convertirse en una defensora de los derechos humanos gracias a su coraje y su negativa a callar esa experiencia trágica", sostuvo Kamila Hayat, de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán.

Hayat cree que el ejemplo de Mai ha estimulado a otras mujeres a denunciar violaciones y exigir justicia.

Mai ahora aprende a leer y a escribir, y ya está en el tercer grado en la escuela que ella misma fundó, donde hay inscriptas 200 niñas y 160 niños.

"Estoy aprendiendo a leer sencillas oraciones en urdu, pero todavía no puedo entender ninguna en inglés", indicó en lengua punjabi.

Mai afirmó que la atención internacional sobre la situación de las mujeres puede prevenir que miles sufran su misma historia, y subrayó que, debido a la trascendencia de su caso, la aldea de Meerwala ahora tiene electricidad y una calle pavimentada.

Ahora pretende donar 5.000 de los 20.000 dólares del premio otorgado por Glamour para las víctimas del terremoto del 8 de octubre en Cachemira, y además fundar un centro de atención a mujeres en Meerwala.

Pero Mai todavía no tiene todo el apoyo de la sociedad civil que merece por su ejemplo, sostuvo Nasir Aslam Zahid, ex magistrado de la Corte Suprema.

"En lugar de suicidarse, como hacen muchas otras víctimas de violaciones, o de vivir en el anonimato, tomó la valiente decisión de elevar su voz contra la mentalidad feudal de este país y se convirtió en un símbolo de coraje para nuestras mujeres", afirmó Zahid.

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