La ciudadanía de Kenia se negó a atribuir más poder al presidente Mwai Kibaki al rechazar por amplia mayoría en referéndum el proyecto de reforma constitucional que dividió la coalición de gobierno.
Según cifras difundidas por la Comisión Electoral de Kenia, 3.548.477 personas votaron el lunes en contra de la nueva constitución (57 por ciento), mientras que 2.532.918 la respaldaron.
Sin embargo, un abatido Kibaki dijo el martes que "éste es un paso gigante hacia la potenciación de la democracia". "Mi gobierno respetará el veredicto del pueblo", agregó.
Kibaki y su Partido de la Alianza Nacional de Kenia habían impulsado la reforma, con lo que provocó una división dentro de la gobernante Coalición Nacional del Arcoiris.
El ministro de Carreteras y Obras Públicas, Raila Odinga, líder del Partido Democrático Liberal, impulsó el voto por "no", al igual que la opositora Unión Nacional Africana de Kenia.
Con el fin de facilitar el voto de los analfabetos, los impulsores de la reforma adoptaron como símbolo la banana, mientras los detractores utilizaron la imagen de una naranja.
Opositores a la propuesta alegaron que el nuevo texto asignaba demasiado poder al jefe de estado y solicitaron retomar un proyecto anterior que dividía la autoridad ejecutiva entre el presidente y el primer ministro, cargo recientemente creado.
La versión anterior de la reforma es conocida como "proyecto Bomas", en referencia a "Bomas de Kenia", centro cultural en las afueras de Nairobi donde se sesionó en 2003 y 2004 la Conferencia Constitucional Nacional, integrada con delegados del gobierno y de la sociedad civil.
Ese diálogo se registró tras las consultas realizadas en todo el país por la Comisión para la Revisión Constitucional, a la que en 2000 se asignó la tarea de reunir la opinión de los keniatas al respecto.
La Comisión informó entonces que los ciudadanos aspiraban a reducir el poder presidencial, al parecer en reacción a los abusos cometidos por los gobiernos de Jomo Kenyatta (1964-1978) y Daniel Arap Moi (1978-2002).
La versión constitucional rechazada en referéndum había sido aprobada el 21 de julio en el parlamento, por 102 votos contra 16.
La iniciativa incluía cambios introducidos por parlamentarios de la Coalición Nacional del Arcoiris al proyecto de Bomas, para mantener la figura de un presidente poderoso e instaurar a un primer ministro no ejecutivo designado por el jefe de Estado.
El referéndum del lunes transcurrió sin incidentes, en marcado contraste con la campaña electoral anterior, que se cobró ocho vidas.
Sólo ocurrió un brote de violencia, en Kibera, considerado el mayor asentamiento pobre de África, ubicado en Nairobi.
El caos se desató en la circunscripción electoral de Langata, cuando un grupo de jóvenes le arrojaron piedras a un camión, luego que el conductor se negara a mostrar su carga al ingresar a un centro de votación, por lo que sospecharon un intento de manipulación de votos.
Casi 20.000 observadores locales y 150 extranjeros —y cerca de 60.000 agentes de seguridad— controlaron el histórico ejercicio electoral. Largas filas de votantes desafiaron el frío de la mañana para congregarse en los centros de votación antes de que abrieran, a las siete.
"Vine aquí para votar y creo que mi voto tendrá un impacto en este proceso. Junto con mis dos hijos pequeños, llegué aquí a las cinco de la mañana", dijo a IPS Florence Makokha, del distrito electoral de Embakasi, en Nairobi.
Ciertas irregularidades fueron denunciadas, tales como nombres que no figuraban en los registros o que aparecían dos veces. Muchos acudieron a los centros de votación con el pasaporte en lugar del documentos de identidad, como se les requería, pero luego se les permitió sufragar.
Ahora que los keniatas rechazaron la constitución propuesta, la actual carta política, que data de 1963 —cuando Kenia se independizó de Gran Bretaña— seguirá en vigente.
Pero el presidente de la Comisión Electoral de Kenia, Samuel Kivuitu, sugirió a la ciudadanía no echar por la borda la revisión constitucional.
"Es imperativo que continuemos luchando por una constitución mejor, que busque unirnos, que reconozca que el poder para gobernar radica en la gente", señaló al anunciar los resultados del referéndum.
Kibaki había prometido la aprobación de una nueva constitución dentro de los primeros 100 días de su mandato, a fines de 2002. Casi tres años más tarde, los keniatas siguen esperando.
Independientemente de lo que ocurra en el frente constitucional, ya abundan las especulaciones sobre cambios en el gobierno a raíz del resultado del referéndum, a medida que se aproximan las elecciones de 2007. (