El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, perdió a su principal colaborador de los últimos cinco años, acusado de perjurio y obstrucción a la justicia. Pero eso no significa que deba cambiar su línea política, que continuará a cargo de varios rostros familiares.
Los nombres elegidos para reemplazar al ex jefe de gabinete y asesor de seguridad de Cheney, Lewis Libby, revelan su determinación a mantener el rumbo pese a los llamados de varios sectores para que su oficina y toda la Casa Blanca permitan una renovación en sus filas y el acceso de nuevas generaciones.
Los cargos que ocupaba Libby serán ahora compartidos por dos abogados. El consejero legal de Cheney, David Addington, tomará el puesto de jefe de gabinete, mientras que John Hannah ocupará el lugar de asesor de seguridad, ya que se desempeñaba como suplente de Libby en esa misma función.
Los cambios de personal en la oficina del vicepresidente no atraen por lo general mucha atención. De hecho, casi nadie se enteró cuando Libby fue designado por primera vez en enero de 2001. Pero el contexto de su salida y el hecho de que Cheney sea el más poderoso vicepresidente en la historia de Estados Unidos y arquitecto de la invasión a Iraq, hicieron que esta vez todos prestaran atención a los nuevos nombres.
Addington trabajó para Cheney en diversos puestos desde mediados de los 80, cuando éste era miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, defendiendo al presidente Ronald Reagan (1981-1989) en el escándalo "Irán-Contras", la venta encubierta de armas a Irán y el uso de esas ganancias para financiar la contrarrevolución nicaragüense.
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El nuevo jefe de gabinete del vicepresidente es un fuerte defensor del unilateralismo en la política exterior de Washington y de la extensión del poder presidencial, sobre todo en tiempos de guerra.
Addington, cercano colaborador del embajador estadounidense en la Organización de las Naciones Unidas, John Bolton, muestra un abierto desprecio hacia el derecho internacional.
El funcionario fue criticado por organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch por defender dentro del gobierno de George W. Bush la exclusión de todos los detenidos en el marco de la "guerra contra el terrorismo" de todo derecho a proceso justo y de las protecciones de la Convención de Ginebra para prisioneros de guerra.
Según la publicación National Journal, Addington se ha resistido en forma constante —y hasta ahora exitosa, pese a las objeciones de algunos consejeros de Bush— a entregar al parlamento la información de inteligencia que manejó la Casa Blanca antes de lanzar la guerra contra Iraq, en marzo de 2003.
Mientras, Hannah, contratado por Libby en 2001, tiene una historia mucho más corta con Cheney, y pasó dos años trabajando como consejero del primer secretario de Estado (canciller) de la administración de Bill Clinton (1993-2001), Warren Christopher.
Pero él también es visto como un político de línea dura, y fue el principal contacto de la Casa Blanca con el Congreso Nacional Iraquí (CNI) liderado por Ahmad Chalabi, que proveyó a Washington de colaboradores en Bagdad y de información de inteligencia previa a la invasión, que luego resultó ser falsa.
Hannah también trabajó codo a codo con el principal contacto del Departamento de Defensa con el CNI, Harold Rhode, un especialista en Medio Oriente y estrecho colaborador de un grupo de neoconservadores de línea dura representados por el American Enterprise Institute que ahora impulsan una confrontación con Siria, Irán e incluso Arabia Saudita.
Además, el funcionario fungió en dos ocasiones, a fines de los 80 y a mediados de los 90, como subdirector del Instituto de Washington sobre Políticas en Medio Oriente, un centro de estudios creado por el Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC son sus siglas en inglés), el más poderoso grupo de presión de la comunidad israelita en Estados Unidos.
Dos ex integrantes de AIPAC fueron acusados a inicios de este verano boreal de haber recibido información clasificada de un funcionario del Departamento de Defensa que trabajó con Rhode en temas vinculados a Irán..
Los nombramientos de Addington y Hannah desafían los llamados del opositor Partido Demócrata a Cheney y a la Casa Blanca para que revelen todo lo que saben sobre el caso que derivó en el procesamiento y renuncia de Libby.
La dimisión del funcionario ocurrió 22 meses después de iniciada una investigación independiente para determinar quién había divulgado a la prensa la identidad de una agente secreta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), lo que constituye delito en este país.
Según el fiscal especial Patrick Fitzgerald, Libby mintió en reiteradas ocasiones a agentes federales que lo entrevistaron en octubre y noviembre de 2003 para determinar quién había filtrado a la prensa el dato de que Valerie Plame era agente de la CIA.
El hoy ex funcionario mintió, además, dos veces bajo juramento ante el Grand Jury federal (tribunal acusador) en marzo de 2004, según la acusación.
La filtración de la identidad de Plame fue, al parecer, una operación orquestada para desacreditar a su esposo, Joseph Wilson, un diplomático retirado que realizó en febrero de 2002 una investigación encargada por la CIA sobre supuestas compras de material radiactivo de Iraq a Níger.
El resultado de la investigación de Wilson concluyó que dichas compras nunca existieron. Pero conclusiones exactamente opuestas fueron utilizadas por la Casa Blanca para ir a la guerra contra Iraq.
Iniciado el conflicto, Wilson reveló en una columna los hallazgos de su informe y acusó al gobierno de Bush de iniciar una guerra con pretextos falsos.
Los demócratas dieron un paso firme el martes al forzar una sesión especial del Senado para analizar las tácticas obstruccionistas aplicadas en un comité legislativo que investiga la presunta manipulación de datos de inteligencia sobre Iraq en la que habrían incurrido la oficina de Cheney y algunos miembros del Pentágono (Departamento de Defensa) antes de la guerra.
"La acusación a Libby muestra cómo la administración fabricó y manipuló información de inteligencia para vender la guerra en Iraq e intentar destruir a aquellos que se atrevieron a desafiar sus acciones", afirmó el líder de la minoría demócrata en el Senado, Harry Ried, en un directo ataque al presidente del comité, Pat Roberts, de estrechos vínculos con Cheney y Addington.
En su acusación, el fiscal Fitzgerald reveló que el propio Cheney fue informado de la relación de Wilson con Plame por el entonces director de la CIA, George Tenet. Cheney entregó luego ese dato a Libby, quien a su vez lo habría filtrado a la prensa.
La estrecha relación entre Cheney y Libby —llegaban juntos a la oficina por las mañanas, y el segundo era huésped frecuente del rancho del primero en el noroccidental estado de Wyoming— lleva a sospechar que el vicepresidente autorizó o estuvo por lo menos al tanto de la filtración.
Algunos observadores, como el periodista Nicholas Kristof, columnista del diario The New York Times, subrayaron que Cheney y Libby, de acuerdo con la investigación de Fitzgerald, discutieron el caso de Plame el 12 de julio durante un viaje en el avión vicepresidencial, inmediatamente después de que el asesor habló con dos periodistas sobre la identidad de la agente secreta.
Fitzgerald, cuyos cargos contra Libby no se refieren al fondo del asunto de la filtración, se ha negado a comentar sobre la participación de Cheney.
La oficina de Cheney señala que la investigación de Fizgerald aún no ha terminado y por tanto se niega a hacer comentarios sobre el caso o sobre los testimonios de Hannah y Addington prestaron ante el Grand Jury.