En un año prolífico y premiado para el cine chileno, el dramaturgo, poeta, novelista y actor Gregory Cohen se atrevió también a incursionar en el celuloide y estrenó a fines de noviembre su primera película, «El baño».
La originalidad de esta propuesta cinematográfica radica en dos aspectos. Por una parte, está filmada con una cámara fija en un escenario también inalterable, pero cuyos personajes y situaciones van cambiando en un arco de 20 años.
Y ahí está el segundo aspecto que le da un carácter experimental y especial a esta película, ya que la sala de baño se transforma entonces en un testigo y protagonista de la convulsionada historia de Chile desde la irrupción del movimiento hippie a fines de los años 60 hasta la consagración del pragmatismo neoliberal dos décadas después.
Desde esta mirada acotada en el espacio pero a la vez amplia en connotaciones y referencias, por "El baño" desfilan episodios que van desde lecturas poco convencionales del hippismo hasta la sistematización de la tortura en el Chile de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
La obra de Cohen es a fin de cuentas una película política. Por ello, están también presentes o sugeridos otros episodios clave de la historia chilena, como el complot de extrema derecha que en 1970 intentó impedir la elección presidencial del socialista Salvador Allende a través del asesinato del entonces comandante del Ejército, general René Schneider.
"Me metí en las patas de los caballos. Es una película que trata temas complicados como la tortura, que ocurre en una sola locación, que es un baño, y que tiene una cámara fija. Más difícil, imposible", dijo este creador de 52 años en una entrevista con la sección Artes y Letras del diario local El Mercurio.
Filmes que ocupan una sola locación hay muchos. Entre ellos, "En la cama", la película del joven director chileno Matías Bize que transcurre íntegramente en la pieza de un motel, estrenada también en noviembre en Santiago, ganadora de la Espiga de Oro como mejor película en el Festival de Cine de Valladolid, España, en octubre último.
Mientras "En la cama" cuenta con sólo dos actores, en la obra de Cohen hay más protagonistas, pero a diferencia del filme de Bize, que apuesta a un permanente juego de cámaras, en "El baño" hay un solo ojo fijo que registra inamovible e implacable el paso del tiempo.
"La cámara fija significa que yo no puedo priorizar actores, ni humillar a un personaje, ni seguirlo. Es aparentemente objetiva y documental. Tú tienes que completar el resto y hay pistas que dan los sonidos que vienen desde fuera del baño", señaló Cohen.
"Así, según (el dramaturgo alemán Bertoldt) Brecht, el espectador está siempre en una situación de contemplación, porque no está envuelto en la acción dramática. En general, con la otra fórmula, la aristotélica, como funcionan todas las películas, tú te dejas llevar por una emoción", agregó.
"A mí me interesa cambiar esas lógicas", proclamó el director de "El baño".
Alex Zisis, uno de los actores de la película de Cohen, es un refinado e inestable torturador. En el elenco está también Aline Kuppenheim, una de las actrices chilenas más destacadas del momento, protagonista también en "Machuca", estrenada en 2004, y en "Play", otro filme de la abundante producción chilena de este año.
Pablo Macaya, Ramón Llao, Jaime MacManus y Faryde Said completan el elenco de esta cinta que, para el crítico José Blanco "es la mejor película chilena estrenada este año".
"Ese cuarto de baño es remodelado varias veces y sirve para los menesteres más inesperados: fumar marihuana, suicidarse, refugiar a un asesino, reunirse clandestinamente, torturar y asesinar", señaló Blanco.
"El forzado punto de vista (de la cámara fija) exacerba el natural voyerismo cinematográfico, que resulta gratificado al ver personas que hacen sus necesidades, son apremiadas o, en plena desnudez, deben escuchar la chocarrera pero indesmentible mentalidad del que tiene en sus manos la vida y la muerte de seres indefensos", agregó el crítico.
Cohen, quien ya anuncia su segunda película, "Adán y Eva", se niega a ser encasillado con la camada de jóvenes directores que en los últimos años han marcado un renacer de la industria cinematográfica chilena, encabezados por Andrés Wood con su celebrada "Machuca", postulada al Oscar en 2004.
"No soy un especialista como los cineastas jóvenes. Vengo de diversas disciplinas y ahora me interesaba ésta (del cine). Después puede ser otra cosa. Creo que tiene más que ver con que soy un tipo que quiere dejar memoria", señaló el director de "El baño"..
Tal vez nadie mejor autorizado que Cohen para hacer y reproducir memoria, porque sin duda cuando se escriba la historia de la resistencia cultural a Pinochet o del desencanto por una recuperada democracia regida por el mercado, ahí estarán sus obras en la literatura, la dramaturgia y ahora en el cine.