BOSNIA-HERZEGOVINA: Una paz marchita, un país vacío

Diez años después de firmado el Acuerdo de Paz de Dayton, que puso fin a la sangrienta guerra de Bosnia-Herzegovina, la vida continúa trastocada y miles de personas siguen desaparecidas.

En este país que formó parte de la disuelta federación de Yugoslavia y que solía describirse como "un modelo de mezcla multi-étnica" en el que convivían y se casaban entre sí musulmanes, serbios y croatas bosnios, la guerra de secesión entre 1992 y 1995 mató a más 200.000 personas, la mayoría bosnias musulmanes.

El conflicto formó parte de las guerras de secesión de los años 90 en los Balcanes, que acabaron con lo que había sido Yugoslavia.

El acuerdo de Dayton contó con la mediación de Estados Unidos y concluyó el 21 de noviembre de 1995. El 14 de diciembre de ese año fue firmado en París. El consecuente proceso de reconstrucción nacional, que costó más de 5.000 millones de dólares en ayuda financiera internacional, curó las heridas sólo superficialmente.

"Ahora tenemos paz y seguridad, pero no hay ninguna posibilidad de que la vida vuelva a ser como antes de la guerra", dijo Abid Dudic, de 51 años, a IPS.
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Hace dos años que Dudic regresó a su hogar en Srebrenica, en el extremo oriente de Bosnia-Herzegovina, muy cerca de la frontera con Serbia y Montenegro. Dudic y su familia habían huido a Alemania en 1992 cuando estalló el conflicto.

De regreso en Srebrenica, la familia se encontró con que Huso, el padre de Dudic, y los tres hermanos de su esposa Fahreta, Resad, Sefik y Redzep, estaban desaparecidos desde julio de 1995.

Los hechos coincidieron con una incursión del Ejército Serbio Bosnio, una milicia irregular apoyada por Belgrado, en Srebrenica, una de las zonas supuestamente bajo protección de las tropas de la Organización de las Naciones Unidas.

Más de 20.000 bosnios habían sido hacinados en esa pequeña ciudad oriental desde 1992, como en un gueto. Cuando Srebrenica fue tomada por los serbios en 1995, al menos 8.000 jóvenes y adultos musulmanes fueron ejecutados. Los familiares de los Dudic se hallaban entre ellos.

"Si no fuera por las fotografías que me quedan, no podría decir si mis hermanos existieron o no", dijo Fahreta a IPS. "El dolor y el vacío que siento nunca se irán de mi corazón".

Fahreta y Abid Dudic comparten el mismo destino que cientos de miles de sobrevivientes que todavía sienten el trauma de la guerra, al margen de su pertenencia étnica o creencia religiosa.

Un estudio realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) confirma que pese al paso de los años "el legado de un doloroso pasado todavía perdura".

"La primera y más importante conclusión es que aún persiste un sentimiento de injusticia y agravio extremadamente profundo", dice el informe "Percepción pública respecto de la verdad y la justicia en Bosnia-Herzegovina".

La mitad de los entrevistados para el estudio manifestaron que lo sucedido entre 1992 y 1995 todavía continuaba afectando sus vidas. Discriminando entre los distintos sectores de la población, dieron esa respuesta 60 por ciento de los bosnios musulmanes, 46 por ciento de los croata-bosnios y 39 por ciento de los serbo-bosnios.

Según la misma investigación, la guerra supuso una amenaza de muerte para casi 70 por ciento de los musulmanes encuestados, para 54 por ciento de los croatas y 45 por ciento de los serbios. En conjunto, 54 por ciento del total de los entrevistados afirmaron nunca olvidarían la guerra.

Otra investigación mostró que miles de bosnios sufren de depresión y trastornos de estrés post-traumático.

El estudio publicado este año por el Journal of the American Medical Association (Revista de la Asociación de Médicos de Estados Unidos) sugirió que muchos de los sobrevivientes todavía se sentían asediados por "un miedo a perder el control de su vida", aunque el ruido de tanques y rifles se apagó hace diez años.

"Todos estos hallazgos pueden tener implicaciones muy importantes para los esfuerzos de reconciliación en estos países y también para tratar adecuadamente a los sobrevivientes", dijeron los autores, siete psicólogos y psiquiatras de la ex Yugoslavia.

Con base sobre entrevistas a 1.358 sobrevivientes, conducidas entre marzo de 2000 y julio de 2002, los expertos examinaron factores que contribuyen a la depresión crónica entre aquellos que perdieron a sus seres queridos, sus casas, o que sufrieron algún otro tipo de situación traumática.

Cada una de las víctimas padeció, en promedio, casi 13 "hechos relacionados con la guerra", entre combates, torturas, vivir como refugiado, presenciar la ejecución o la violación de seres queridos, estar expuestos a enterramientos masivos, aguantar el asedio de los francotiradores y los bombardeos aéreos, y soportar sitios y bloqueos.

Setenta y nueve por ciento de los sobrevivientes de la guerra en Bosnia-Herzegovina piensan que aún no se ha hecho justicia. Esto los amarga profundamente y complica la posibilidad de la recuperación.

El informe del PNUD advirtió que "más de 25 por ciento de los entrevistados creen que podría llegar a haber otro conflicto una vez que se retiren las tropas multinacionales".

La paz en Bosnia-Herzegovina se mantiene gracias a la presencia de miles de soldados europeos, asistidos por fuerzas nacionales.

Pero el territorio y la ciudadanía permanecen divididos por las líneas trazadas en el Acuerdo de Paz de Dayton: dos entidades étnico-religiosas separadas, la Federación de Bosnia-Herzegovina, y la República de Srpska (República Serbia de Bosnia), donde residen los serbo-bosnios.

Estas divisiones son parcialmente producto del propio conflicto, durante el cual los grupos se mudaron a aquellas áreas en las que predominaba su etnia o religión. Lo mismo ocurrió cuando los refugiados, víctimas de persecuciones y limpiezas étnicas de todos los bandos, comenzaron a regresar.

La guerra en Bosnia involucró a la independizada Croacia y a Serbia, que continuaba como la entonces República Federal de Yugoslavia.

En 1991 ya se habían separado de la federación Eslovenia y Croacia. En esta última, los conflictos con los serbo-croatas y las tropas federales continuaron hasta 1995.

En marzo de 1992, Bosnia-Herzegovina aprobó su independencia mediante referendo. En abril de ese año, milicias serbo-bosnias apoyadas por Belgrado se opusieron a la secesión y se enfrentaron a croatas y musulmanes.

Si bien a mediados de ese mismo año, la comunidad internacional impuso sanciones contra Serbia y envió cascos azules al territorio bosnio, el conflicto continuó, con masivas violaciones de derechos humanos.

Tras dos fallidos intentos de paz, se alcanzaron los acuerdos de Dayton.

Los conflictos continuaron en los Balcanes hasta 1999, cuando bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte sobre Serbia pusieron fin a la guerra en la meridional provincia autónoma de Kosovo, cuyo estatus aún no está definido.

El perfil multi-étnico y culturalmente plural que caracterizaba antes de la guerra a las ciudades bosnias de Sarajevo, Banja Luka, Tuzla o Mostar hoy es un recuerdo.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados dijo que de los dos millones de bosnios que abandonaron el país o fueron desplazados, sólo regresaron a sus hogares 800.000.

La población de Bosnia-Herzegovina era de 4,2 millones en 1992, antes de la guerra. Ahora es de solo dos millones.

"Es un país vacío", sentenció Senad Malkoc, un maestro de Sarajevo de 55 años, entrevistado por IPS. "Hay áreas por las que se puede viajar en auto horas y horas y no ver una sola luz encendida en lugares donde antes había ciudades enteras".

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