En Haití, el país más pobre de América, el alza de los precios de los hidrocarburos obligó a los hogares y pequeñas empresas que usaban gas o querosén para cocinar a cambiarlos por carbón o leña, un golpe mortal para un territorio ya casi sin árboles.
Con ayuda del Banco Mundial, "desarrollábamos un programa para introducir más y mejores cocinas a gas, para aliviar la presión sobre los árboles que dan leña y carbón, y preparar alimentos de manera más eficiente y limpia", explicó a Tierramérica el ministro de Ambiente de Haití, Yves-André Wainright.
Pero con los precios situados en torno a los 60 dólares por barril en los mercados internacionales del petróleo, "es muy difícil que la gente crea que será más beneficioso el gas, y se regresan al consumo de leña y sobre todo de carbón", deploró el ministro.
En las últimas décadas, la tala de árboles para usar su madera como fuente de leña y carbón vegetal prácticamente convirtió en un desierto a este país de 28.000 kilómetros cuadrados, que comparte con República Dominicana la isla de La Española de casi 78.000 kilómetros cuadrados.
"Es un drama muy agudo: la cobertura forestal de Haití es de menos de dos por ciento del territorio", aseguró Wainright en un paréntesis del foro de ministros de Ambiente de América Latina y El Caribe que se realizó hasta el 4 de noviembre en Caracas.
Sus pares de Bolivia, Brasil, Suriname o Venezuela, por ejemplo, tienen el problema inverso de cómo conseguir financiación para atender las enormes superficies boscosas que cubren sus respectivos países, y otro, como Costa Rica, exhibe la carta de haber duplicado en 25 años la superficie arbolada, con un exitoso plan de manejo del recurso.
En el pequeño territorio haitiano se apretujan unos 8,5 millones de personas que tienen a la biomasa, en particular leña y carbón vegetal, como fuente de 80 por ciento de su consumo de energía, precisó Wainright.
Aún así, el país debe importar cada día 11.000 barriles de petróleo, "que representan menos de 15 por ciento de nuestro consumo global de energía, pero lo pagamos con entre 58 y 60 por ciento de nuestros ingresos por exportaciones", dijo el funcionario.
Haití exporta principalmente productos agrícolas, como café y mangos, algunas manufacturas y aceites, por un total de 340 millones de dólares anuales, según el Departamento de Comercio de Estados Unidos, receptor de más de 80 por ciento de sus colocaciones. La vecina República Dominicana absorbe siete por ciento y Canadá cuatro por ciento de esas exportaciones.
A su vez, las importaciones en alimentos, manufacturas, maquinarias, combustibles y otros bienes sobrepasan los mil millones de dólares anuales, mientras que el país recibe unos 150 millones de dólares en ayuda financiera del exterior.
En ese marco, "el aumento de los precios petroleros para Haití es una catástrofe", según Wainright, "y por eso colocamos esfuerzos y esperanzas en poder desarrollar alternativas, como la producción de briquetas combustibles a partir del reciclaje de papel y otros materiales de desecho", indicó.
Brasil y Cuba han ofrecido a Haití asistencia para proyectos de producción de combustible biodiesel.
En el caso brasileño, el biodiesel es parte de un programa más amplio de apoyo técnico para cooperar en la recuperación de áreas forestales, señaló a Tierramérica el secretario ejecutivo del Ministerio de Ambiente del país sudamericano, Claudio Langone.
Una evaluación ambiental global (GEO, por sus siglas en inglés) de Haití está inscrita en los programas de asistencia de entidades de la Organización de las Naciones Unidas para el pequeño país caribeño, por 900 millones de dólares, recordó, por su parte, Ricardo Sánchez, director regional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
República Dominicana se involucró con Haití en un programa de recuperación y reforestación de la cuenca del río Artibonito, que ambos comparten.
"Hemos dispuesto que nuestros técnicos trabajen de manera coordinada" en esa tarea, recordó en Caracas el secretario dominicano de Ambiente, Max Puig.
Venezuela, cuyo gobierno no reconoce al de transición en Haití, despachó sin embargo en los primeros días de noviembre a Puerto Príncipe a uno de sus ejecutivos petroleros, Alejandro Granado, para evaluar la inclusión de este país entre los beneficiarios de Petrocaribe.
La iniciativa Petrocaribe sirve para suministrar hidrocarburos a las vecinas naciones caribeñas con financiamiento a muy largo plazo de 40 por ciento de la factura.
Wainright recordó que la agenda ambiental de Haití está cargada también con otros temas, entre los que destacó la "intolerable situación por el agua potable", a la que accede menos de 45 por ciento de la población urbana y menos de 36 por ciento de la rural, en tanto "el saneamiento, para la disposición de aguas servidas está en una situación todavía peor".
* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 12 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (