Los esfuerzos de reconstrucción posmaremoto pasaron a segundo plano en Sri Lanka por la campaña para los comicios presidenciales del mes próximo. En el caso del norte y este de la isla, donde predomina la minoría tamil, puede afirmarse que pasaron a tercer plano.
Sobrevivientes de los tsunamis (olas gigantescas) que el pasado 26 de diciembre dejaron cerca de 280.000 muertos en una decena de países con costas sobre el océano Índico deberán esperar más de un año para obtener una vivienda permanente.
Las autoridades nacionales hablan de una espera mínima de 18 meses antes de que unas 250.000 personas que viven en campamentos de refugiados puedan obtener un techo propio.
De hecho, el énfasis ya pasó del objetivo de construir viviendas permanentes con rapidez al de mejorar las condiciones de vida en los campamentos de refugiados.
"Ahora debemos transformarnos en asistentes sociales y trabajar día y noche, fines de semana y feriados", dijo Tilak Ranaviraja, comisionado general de servicios esenciales y supervisor de la reconstrucción, a una reunión realizada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre alojamiento transitorio.
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Ranaviraja admitió que la construcción de viviendas permanentes pasa por un período "incierto".
Sri Lanka se encamina a su cuarta elección en cinco años, y los esfuerzos de reconstrucción posmaremoto quedaron en gran medida postergados en la campaña electoral.
Los resultados de los comicios pueden tener efectos profundos y directos sobre el esfuerzo de rehabilitación, dado que uno de los principales temas de la campaña es la distribución de la ayuda internacional entre el gobierno y los separatistas Tigres de Liberación de Tamil Eelam, que controlan el norte y este de la isla.
El primer ministro Mahinda Rajapakse, uno de los dos candidatos principales a presidente, celebró un pacto electoral con el Frente de Liberación Popular y prometió derogar un acuerdo de distribución de la ayuda que la presidenta Chandrika Kumaratunga celebró con los Tigres de Tamil.
El otro candidato, el líder opositor Ranil Wickremasinghe, declaró la semana pasada que, si era elegido, aboliría la "zona de amortiguación" y también la agencia gubernamental de reconstrucción, llamada Grupo de Trabajo para Reconstruir la Nación (TAFREN).
Kumaratunga esperaba que la emergencia posmaremoto facilitara la reconciliación entre los diferentes grupos étnicos de Sri Lanka, pero partidos de la mayoría cingalesa impugnaron con éxito ante la justicia un acuerdo entre el gobierno y los Tigres llamado Estructura de Manejo Operativo Post-tsunami.
Visiblemente, la reconstrucción avanza con rapidez en los distritos de mayoría cingalesa del sur de la isla, mientras que las obras del norte y este, que fueron más devastadas y donde predomina la minoría tamil, apenas progresan.
Los esfuerzos de reconstrucción son especialmente lentos en los distritos orientales de Ampara y Batticaloa. En Ampara, donde se reportaron los peores daños, TAFREN todavía no obtuvo donaciones para reconstruir 7.314 de las 12.481 viviendas destruidas.
En contraste, en el sureño distrito de Hambantota, donde se necesitan 1.057 viviendas, se firmaron acuerdos con donantes para construir 4.044 unidades. TAFREN anunció que, para fines de septiembre, había comenzado la construcción de 4.760 unidades, más de 3.000 por encima de las necesarias.
Además, mientras en las afueras de la ciudad de Galle se construyen mansiones con techos de tejas y terrazas, en la zona de amortiguación entre la autopista costera y el mar, la mayoría de los pescadores son albergados tierra dentro, en pequeños ranchos de lata donde el calor es insoportable.
En el este, algunos campamentos de refugiados se encuentran en zonas propensas a inundaciones, y existe el peligro real de un segundo desplazamiento una vez que comience la estación lluviosa.
TAFREN atribuyó esas diferencias a la voluntad de los donantes de concentrar sus fondos en el sur y a dificultades logísticas y prácticas en el este. La agencia sólo puede orientar a los donantes, pero no puede realizar construcciones a menos que el gobierno firme memorandos de entendimientos con las agencias financistas.
En privado, sin embargo, funcionarios de TAFREN atribuyen la debilidad de los esfuerzos de reconstrucción en el este a la falta de voluntad política.
Tampoco hay tierras adecuadas y suficientes para el reasentamiento en el este, en especial cerca de aldeas costeras densamente pobladas como Sainathimaruthu, Maradamunai y Karathivu, en Ampara, donde murieron más de 8.000 personas.
Los distritos de Ampara y Batticaloa han estado en el centro de una guerra de aniquilación mutua entre los Tigres de Tamil y una facción disidente que provocó más de 200 muertes. Como resultado, los donantes están poco dispuestos a invertir en ellos, según funcionarios de TAFREN.
Todo el esfuerzo de reconstrucción fue duramente criticado por el auditor general D.D. Mayadunne, quien en un informe al parlamento en septiembre señaló que apenas 13,5 por ciento de los fondos de ayuda habían sido utilizados seis meses después del maremoto.
En cuanto a los fondos de vivienda, sólo 12,3 por ciento de los fondos prometidos se habían utilizado, observó el auditor en su informe, que también señaló varios ejemplos de despilfarro y posible corrupción.
El maremotó dejó 32.000 muertos y unos 4.000 desaparecidos en esta isla del océano Índico, con 19,5 millones de habitantes. El Banco Asiático de Desarrollo estimó los daños totales en más de 1.000 millones de dólares, 40 por ciento de esa cifra sólo en el sector de la vivienda.