Durante la mayor parte de su carrera, Suthee Yoksan ha trabajado duro para desarrollar una vacuna contra el dengue, enfermedad que cada vez preocupa más a las autoridades de Asia sudoriental, si bien parecen concentradas en combatir la gripe del pollo.
"Ya pasaron 25 años", señaló este médico tailandés de 55 años, quien coordina investigaciones para desarrollar una vacuna contra el dengue. Pero la probabilidad de éxito todavía parece lejana.
Una de las mayores dificultades de los investigadores es que deben encontrar una vacuna que enfrente a los cuatro variantes del virus transmitidas por el mosquito Aedes aegypti.
"Tenemos una vacuna candidata para tres cepas del virus, pero ninguna funciona con las cuatro. Tenemos que encontrar una para fines de 2006, o a más tardar comienzos de 2007", dijo a IPS Suthee, director de investigaciones del Centro para el Desarrollo de Vacunas de la Universidad de Mahidol, en Tailandia.
La provincia de Ratchaburi, unos 85 kilómetros al oeste de Bangkok y fronteriza con Birmania, fue el lugar elegido para una serie de pruebas previstas para mediados de 2007 con las diferentes vacunas elaboradas contra las cuatro cepas del virus.
"En Ratchaburi se encuentran los cuatros tipos de dengue, así que es ideal. Observaremos a 10.000 niños y niñas, de los cuales 5.000 serán vacunados y otros 5.000 recibirán placebos, durante un periodo de dos años antes de hacer cualquier conclusión", dijo Suthee.
La firme determinación del médico tailandés en continuar con las investigaciones está motivada por el reciente aumento de la potencia de la enfermedad en Asia sudoriental, en especial de la fatal fiebre hemorrágica del dengue, la variante más peligrosa del mal.
El dengue clásico se manifiesta con fiebre alta, fuerte dolor de cabeza, pérdida del sentido del gusto y el apetito, erupciones en pecho y miembros inferiores, náuseas y vómitos.
Pero en la variante hemorrágica se añaden dolor de estómago intenso, piel pálida, fría o pegajosa, hemorragias nasales, bucales o gingivales, vómitos frecuentes, entre otros síntomas.
La alarma sonó este año en casi todas las naciones del sudeste asiático, desde Singapur, célebre por sus limpias calles y pulcritud, hasta la pobre Birmania y la caótica Filipinas.
En Singapur se detectaron cerca de 11.000 casos de dengue este año, de los cuales 11 fueron fatales, esto es, 1.500 más que en 2004, una cifra importante para un país con 4,2 millones de habitantes.
Malasia está a punto de declarar una epidemia de dengue luego de que se constataran 752 casos en la última semana de septiembre, el doble de lo registrado en agosto.
En lo que va de este año, Malasia tuvo 27.000 casos, 70 de los cuales fueron fatales, mientras que en 2004 registró 33.000 y 102 muertes.
En Filipinas, se constataron 17.340 casos de dengue, incluyendo 197 muertes por la fiebre hemorrágica, 20 por ciento más que el año pasado.
Tailandia registró cerca de 31.000 casos la enfermedad hasta agosto, de los cuales 46 fueron fatales.
Mientras, Indonesia, el último país de la región en ser afectado por el mal, hubo 48.000 casos con 600 muertes.
Pero la amenaza se extiende ahora más allá de Asia sudoriental, donde se detectó por primera vez la fiebre hemorrágica en los años 50, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Su propagación en los últimos 35 años revela su potencia. La fiebre hemorrágica pasó de estar presente en nueve países en 1970 a 60 en la actualidad.
Según la OMS, cerca de 50 millones de personas por año se infectan con el dengue en todo el mundo, y otras 2.500 millones, dos quintos de la población del planeta, están siempre en riesgo.
Sin embargo, agencias como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) señalaron que la "falta de mercado" en los países del Sur en desarrollo hace que las compañías no inviertan en esfuerzos para desarrollar vacunas contra "enfermedades que afectan fundamentalmente a los pobres".
Para Asia sudoriental, el dengue supone una carga más a la ya propagada gripe del pollo, también llamada influenza aviar, que mató a 62 personas desde enero del año pasado.
El temor a una epidemia de la gripe del pollo se agravó en los últimos meses tras la detección de nuevos brotes en Indonesia.
La gripe del pollo afecta a todo tipo de ave. En los seres humanos infectados, los primeros síntomas son fiebre y tos, así como descenso de la presión arterial y del nivel de glóbulos rojos. En última instancia, pude desarrollarse neumonía.
Las aves sufren enrojecimiento de los ojos y daños al hígado. La enfermedad, conocida desde hace unos 100 años, traspasó en 1997 la frontera de las especies al contagiar a la humana.
Algunas cepas son de elevadísima mortalidad, pero la H5N1 es la peor de todas, dada su gravedad y su capacidad de adaptación genética. (