PAKISTÁN: Tras el terremoto, la guerra contra el invierno

Los sobrevivientes del terremoto del sábado en la Cachemira pakistaní, donde murieron al menos 25.000 personas, se enfrentan ahora con otro enemigo igualmente temible: el invierno en el Himalaya.

La frenética actividad que se ha registrado en estos días en las pistas del Museo de la Fuerza Aérea Pakistaní en Karachi, donde se instaló uno de los cinco campamento de desplazados oficiales, se parece mucho a los preparativos para una guerra.

"A muchos les recuerda el ánimo de la gente durante la guerra de 1965 contra India. Yo preferiría hablar de un espíritu de 2005, del aquí y ahora", dijo Soahil Ahmed, popular locutor de radio dedicado a movilizar desde Islamabad la ayuda popular a los damnificados.

A cinco días del terremoto, aún no ha sido posible asistir a miles de sobrevivientes aislados por las avalanchas, el mal tiempo y las dificultades propias de esta zona montañosa.

El tiempo apremia, pues en el invierno, que se extiende en Pakistán de octubre a febrero, la temperatura en Cachemira ronda los cero grados. La situación de quienes han perdido el techo y aún no recibieron ayuda es desesperante.

El sismo alcanzó una magnitud de 7,6 en la escala Richter y que devastó numerosos pueblos y ciudades a lo largo de la "línea de control", el área cuya seguridad es supervisada desde 1949 por fuerzas de paz de la ONU entre la Cachemira pakistaní de la india.

Un detalle que da la medida de la tragedia y de las dificultades logísticas en la región es que Pakistán permitió el miércoles al ejército indio atravesar la línea de control para que pudiera ayudar en las operaciones de rescate y asistencia.

Es que en muchos pueblos y regiones de Pakistán son más accesibles desde India.

El miércoles de mañana, un avión de carga Ilyushin-76 de la Fuerza Aérea India aterrizó en Islamabad con 25 toneladas de provisiones, que incluía carpas, colchones, frazadas, rollos de telas plásticas y medicamentos. Fue el primero de los envíos se ha dispuesto a enviar a su vecino y tradicional rival.

Al independizarse de Gran Bretaña en 1947, el subcontinente indio se dividió entre un país de mayoría islámica —Pakistán— y otro de predominio hindú —India—, ambas naciones han librado varias guerras por el control del antiguo principado de Cachemira.

De momento, ambos ejércitos se hallan simplemente estacionados a uno y otro lado de la línea de control.

Al principio, el avión indio no pudo aterrizar debido a que las pistas se hallaban colmadas por otras naves de más de 30 países con asistencia humanitaria para Cachemira.

Las provisiones que llegan a Karachi y a Islamabad se transportan por puente aéreo a Muzaffarabad, la capital del Cachemira paquistaní, donde está en construcción un campamento para albergar a parte de los más de dos millones de personas que han quedado sin hogar.

Sin embargo, por sus características, el aeropuerto de Muzaffarabad sólo permite aterrizar aviones pequeños. Además, el alto número de heridos que llegan ha obligado a los equipos de médicos a ocuparse solamente de aquellos que necesitan atención urgente.

El resto de los heridos son trasladados en avión a las ciudades más grandes, y algunos incluso se les dice que no serán atendidos.

Debido a la gran cantidad de heridos que llegan a pie o en helicópteros, los hospitales de campaña levantados en Muzaffarabad y en los poblados cachemiros de Bagh y Mashera no dan abasto.

El miércoles, el presidente de Pakistán, general Pervez Musharraf, respondió por televisión a las críticas por no haber asistido a tiempo a sobrevivientes del terremoto.

"Me siento profundamente triste de que muchas personas hayan tenido que esperar varios días antes de recibir ayuda", dijo Musharraf. "Esta tragedia es tan grande que ha superado la capacidad de respuesta del gobierno."

Musharraf explicó que buena parte del retraso responde a los desprendimientos de tierra que bloquearon numerosos caminos.

De todos modos, aseguró el jefe de Estado, la ayuda humanitaria pasó a ser transportada por helicópteros del ejército de Estados Unidos traídos desde Afganistán.

También Washington fue objeto de críticas por no haber enviado más ayuda a su gran aliado en "la guerra contra el terrorismo" que se libra en Afganistán.

Estados Unidos ha enviado una docena de helicópteros originalmente destinados a sus operaciones afganas, mientras que otros países han enviado al menos otros 20, que se suman a la flota de 122 helicópteros de transporte con que cuenta el ejército de Pakistán.

De todos modos, la respuesta de los pakistaníes a la tragedia no tiene precedentes, en especial después de que la televisión transmitió imágenes de gente que excavaba con desesperación con sus manos entre los escombros en busca de sobrevivientes, y de madres abrazadas a sus hijos todavía vestidos con sus uniformes escolares.

"No hay absolutamente nadie que no haya sido tocado por estas imágenes.. Nunca he visto este tipo de respuesta de parte de la gente. El Ramadán (mes de ayuno y reflexión del Islam) también ha hecho que la gente se muestre más sensible y caritativa", expresó un residente de Karachi.

"Yo pensaba que esta juventud nuestra de hoy en día, que se pasa colgada de los celulares, eran indiferentes y solo se interesaban en su música y su imagen. Pero probaron que yo estaba equivocada. Nunca he estado más orgullosa de ser pakistaní", manifestó una mujer que acudió a un local de la Fuerza Aérea Pakistaní con su hijo adolescente y una hija para ofrecerse como voluntarios.

Desde el primer día, el museo de la Fuerza Aérea Pakistaní en Karachi, era un hervidero de jóvenes voluntarios cargando montañas de provisiones: leche envasada, botellas de agua mineral, bolsas de azúcar, de harina, de legumbres, sábanas, frazadas, ropa de abrigo, y también mortajas para los muertos.

Por todo Karachi, los puestos levantados por las distintas organizaciones de beneficencia y asistencia social, estaban repletas de colchas, frazadas, aceite de cocina, azúcar, sábanas, listas para ser enviadas "al frente de batalla".

Por su parte, la Fundación Edhi, una de las mayores redes privadas de servicio social de Asia meridional, organizó una serie de células asistenciales, y la compañía de correos TCS le ha ofrecido sus servicios sin costo alguno.

"No sabía qué hacer para ayudar, así que me uní a una cadena humana que descargaba los camiones", dijo Faisal Qureshi, un joven voluntario.

Organizaciones de voluntarios instalaron campamentos para extraer donaciones de sangre, e incluso en centros comerciales. "Hay que esperar dos horas", dijo una donante que hacía fila en uno de esos campamentos, poco después de romper el ayuno de Ramadán.

El éxito de la masiva movilización de recursos materiales y humanos puede atribuirse a las campañas que, sin interrupción, han lanzado varios canales de televisión privados.

En una de esas televisoras, un médico reclama, desde la zona afectada, medicinas contra la diarrea, antibióticos, sangre, jeringas, recipientes para hielo y otros materiales.

La ONU alertó sobre la posibilidad de epidemias y pidió el martes a los países donantes 272 millones de dólares para cubrir los gastos del próximo semestre, que incluye tiendas de campaña para el invierno. (

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe