A los asesinatos, violaciones, corrupción policial y otros peligros que acechan a inmigrantes de América Central en la frontera sur de México, se añadieron en los últimos días dificultades para transitar por caminos destruidos y sin vigilancia y hasta para pedir posada.
Pero los inmigrantes, cuyo destino final es Estados Unidos, no renuncian y buscan adentrarse en México por nuevas rutas, a través de selvas y cañadas donde afrontan otros riesgos.
Tras el paso de la tormenta Stan por el istmo y el sur de México en los primeros días de este mes, las autoridades reportaron una reducción del flujo de inmigrantes por las zonas de frecuentes de cruce desde Guatemala a este país.
Las carreteras y vías ferroviarias que unen a ambos países fueron seriamente dañadas por las lluvias, y su reparación tardará quizá años.
"Por las consecuencias de Stan, parece haber una caída en la dinámica migratoria, pero lo que hay sobre todo es una saturación de problemas en los lugares de paso tradicionales", dijo a IPS el sacerdote católico Flor Rigoni, director de la Casa del Emigrante en Tapachula, en el sureño estado mexicano de Chiapas.
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"La migración se está desplazando a lugares más selváticos y menos vigilados, pero que no entran aún en la estadística. Esta gente, que son los últimos, los más pobres, los descamisados, están ya hartos de tanta dificultad en México", declaró Rigoni.
La Casa del Emigrante, administrada por los Misioneros de San Carlos Scalabrinianos y con centros de atención en la frontera de México y Estados Unidos, brinda alojamiento y atención médica y psicológica.
México, paso tradicional de emigrantes desde América del Sur, América Central y, en menor proporción, de Asia y de Medio Oriente, todos con rumbo a Estados Unidos, comparte 1.149 kilómetros de fronteras con Guatemala y Belice.
El estatal Instituto Nacional de Migración calcula que este año las detenciones y deportaciones de inmigrantes en la frontera sur podrían llegar a 250.000, 35.000 más que en 2004. No hay datos sobre cuántos regresan heridos o muertos, pero activistas dicen que se trata de cientos.
La zona cercana a Tapachula es desde hace mucho tiempo el principal punto de cruce de inmigrantes. Allí los derechos humanos valen muy poco, según Rigoni. Cientos de testimonios y decenas de estudios avalan esa opinión.
"Aquí hay muchos buitres uniformados (policías) que chantajean y roban a los inmigrantes", dijo el sacerdote.
Además, existen redes de prostitución infantil y adulta, bandas de delincuentes juveniles (maras), asaltos y asesinatos, entre una gran variedad de crímenes. Es el infierno, señalan los inmigrantes centroamericanos, quienes pagan grandes sumas a traficantes de personas para llevarlos hasta Estados Unidos.
"Es dramático", declaró el presidente de la estatal pero independiente Comisión de Derechos Humanos de México, José Luis Soberanes.
El gobierno de Vicente Fox afirma que se esfuerza por garantizar los derechos de los inmigrantes, pero no ha logrado reducir la cantidad ni el dramatismo de los testimonios y denuncias sobre la situación en la frontera sur.
Activistas y políticos opositores acusan a las autoridades aplicar el doble rasero, pues cuando se trata de los derechos de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos, reclaman con vehemencia, pero hay poca acción cuando se trata de los centroamericanos en México.
Con los daños causados por la tormenta tropical Stan, la situación de los inmigrantes empeoró. Muchos quedaron varados en el sur de México, y por miedo a la deportación no se acercan a los centros donde el gobierno da hospedaje y alimentación a los damnificados.
"Nosotros mismos hemos tenido que dar primero apoyo a los damnificados mexicanos y les hemos dicho a los inmigrantes que esa es nuestra obligación por ahora", indicó el director de la Casa del Migrante.
Algunos centroamericanos duermen en portales, bajo los árboles o en vagones abandonados del ferrocarril, mientras otros se desplazaron a pie a lugares más remotos para intentar seguir su camino a Estados Unidos por rutas sin vigilancia, en las que es fácil perderse o ser atacado por animales silvestres.
La mayor parte de las carreteras entre el sur y el centro de México están averiadas, y el tren, que fue por años el transporte más usado por los inmigrantes, está inoperante y, según las autoridades, así permanecerá por mucho tiempo.