El acalorado debate sobre el proyecto de la nueva constitución de Kenia, que será sometido a referendo el 21 de noviembre, se centra en los amplios poderes que otorga a la Presidencia, precisamente contrarios a los recortes que reclama la sociedad civil.
El proyecto de constitución también causa malestar entre las organizaciones que promueven los derechos de la mujer, que reclaman la reincorporación de medidas concretas que alienten la participación femenina en la vida política, presentes en una versión previa del nuevo texto constitucional.
Esa versión previa fue respaldada por la Conferencia Constitucional Nacional (NCC), un órgano representativo de diversos intereses y sectores sociales, convocado en "Bomas de Kenia", un centro cultural en las afueras de la capital, y con facultades constituyentes.
El anteproyecto redactado por la NCC, también conocido como "el borrador de Bomas", establecía que un tercio de los cargos jerárquicos, en todos los ámbitos del gobierno, debían ser ocupados por mujeres.
También proponía que esa participación fuera de 50 por ciento en los concejos de los gobiernos locales.
El proyecto de Bomas establecía asimismo procedimientos precisos para lograr este objetivo, basados en la división del país en regiones y distritos.
"Es una forma de asegurarnos que las mujeres se involucren en la actividad política. También crea una oportunidad para que la sociedad visualice a las mujeres en papeles de liderazgo, y que esto aliente a más mujeres a aspirar a puestos políticos cada vez más altos", dijo a IPS la dirigente de la organización no gubernamental Agenda para la Mujer, Ann Njogu.
Agenda para la Mujer coaliga a un gran número de entidades dedicadas a promover los derechos femeninos.
Hasta ahora, en esta nación de África Oriental, la cultura dominante y la tradición se han combinado para asegurar que la esfera política sea un ámbito reservado a los hombres.
De los actuales 222 miembros del parlamento, apenas 18 son mujeres.
Pero las medidas de acción afirmativa que contemplaba el borrador de Bomas fueron desnaturalizadas por el parlamento. Inicialmente, los legisladores sólo podían aprobar o rechazar el anteproyecto constitucional en su totalidad, pero ellos mismos se ocuparon de aprobar una ley que los habilitó a efectuarle enmiendas.
Así, algunos argumentaron que implementar la nueva estructura de gobierno costaría demasiado: mil millones de dólares.
La versión de la nueva constitución que será puesta a votación todavía contempla reservar un tercio de los cargos a las mujeres, "pero no estipula ninguna fórmula que conduzca a tales efectos", dijo a IPS la directora ejecutiva del Centro para la Tierra, la Economía y los Derechos de la Mujer, Akinyi Nzioki.
"Una vez más, la constitución deja a la discrecionalidad de un parlamento dominado por hombres la aprobación de una ley que establezca programas de acción afirmativa" a favor de las mujeres, ironizó Nzioki.
Los grupos de presión que promueven la equidad de género no tienen mucha fe en un parlamento que nunca se mostró interesado en la igualdad de género.
"Por ahora, ninguno de los proyectos de ley aprobados por los actuales parlamentarios tuvo nada que ver con cuestiones que afecten a la mujer. ¿Cómo podemos confiar, entonces, en que este mismo parlamento vaya a votar las leyes que se necesitan para efectivizar una mayor presencia femenina en los cargos de gobierno?", preguntó Njogu.
Según el Instituto para los Asuntos Cívicos y el Desarrollo, una organización que controla la actividad parlamentaria con sede en Nairobi, la legislatura actual, que ya tiene dos años y medio en ejercicio, no ha abordado ninguno de los proyectos de ley vinculados a cuestiones de género..
El borrador de Bomas "creó una serie de oportunidades que fueron desaprovechadas, al negar a las mujeres acceso a una serie de foros, incluso en el ámbito más básico, que habrían sido claves para influir en los procesos de gobierno", expresó en una entrevista con IPS la coordinadora de la Alianza Política de las Mujeres de Kenia, Daisy Amdany, con sede en Nairobi.
"Habríamos podido conseguir una masa crítica de mujeres en puestos de decisión. Algo que habría alentado a muchas otras", lamentó.
La cuestión no puede sorprender a nadie que haya seguido con atención la evolución de los problemas de género en Kenia, donde la idea de una acción afirmativa que beneficie a las mujeres (como una cuota de género) es un tema espinoso desde hace muchos años.
Cinco años atrás, por ejemplo, en el marco de una cerrada oposición del entonces partido gobernante, la Unión Nacional Africana de Kenia (KANU por sus siglas en inglés), el parlamento discutió un proyecto sobre participación política femenina.
La KANU gobernó desde la independencia de Gran Bretaña en 1963 hasta 2002, cuando el entonces mandatario Daniel arap Moi fue sustituido por el presidente Mwai Kibaki, de la Coalición Nacional del Arco Iris (NARC), actualmente en el gobierno.
Arap Moi se rehusó a ceder ante la presión de las legisladoras y del público, que aspiraba a que se aprobara dicha ley.
Según recogieron los periódicos de la época, el primer mandatario expresó: "Las mujeres que hoy están en el parlamento han llegado por mérito propio, no porque recibieron ningún favor. Ustedes saben que no apoyo una acción afirmativa en este sentido".
El proyecto, que procuraba mayor representación política de las mujeres y de otras comunidades marginadas, fue finalmente archivado.
Activistas por los derechos de las mujeres planean realizar el 31 de este mes una marcha reclamando que se ponga a referendo el borrador de Bomas.
En la protesta, organizada por la Agenda de la Mujer, se espera que participen un millón de mujeres provenientes de todos los puntos del país.
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