Al nominar a su abogada y confidente Harriet Miers a la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, el presidente George W. Bush dejó en ascuas a sus colaboradores de extrema derecha, que dudan del «compromiso ideológico» de la aspirante a jueza.
La selección de Miers como reemplazo de la primera integrante mujer de la Corte en la historia del órgano, Sandra Day O'Connor, se produce en momentos en que Bush recibe intensos ataques por asuntos variados, especialmente la guerra en Iraq y el huracán Katrina.
Pero el ala más conservadora del gobernante Partido Republicano no confía en que Miers asuma sus reivindicaciones, como el rechazo al aborto voluntario, la acción afirmativa en favor de las minorías y la relación entre Estado y las iglesias.
El principal temor de ese sector es que Miers, como O'Connor, se plante en la Corte como una inconformista que defienda posturas izquierdistas, un camino habitual en integrantes del cuerpo.
Y no sonaría extraño en su caso, pues en 1988 la abogada donó 100.000 dólares a la campaña presidencial del entonces senador del hoy opositor Partido Demócrata Al Gore, un liberal que luego fue vicepresidente en el gobierno de Bill Clinton (1993-2001).
El derechista William Kristol, editor del semanario Weekly Standard, sugirió en su columna que "el presidente Bush evita una batalla sobre filosofía constitucional" con los senadores liberales que debatirán el ingreso de Miers en la Corte Suprema.
"Miers es, indudablemente, una persona decente y competente, pero su selección será inevitablemente juzgada como reflejo de una combinación de amiguismo y capitulación de parte del presidente", sostuvo Kristol, líder de opinión de los neoconservadores, una de las alas más derechistas del respaldo al actual gobierno.
Bush comunicó esta nominación el lunes, el mismo día en que John Roberts asumía formalmente la presidencia de la Corte Suprema tras su confirmación en el Senado, por una cómoda mayoría de 78 a 22 votos.
Se trata de un momento clave del gobierno, pues la aprobación popular de la gestión presidencial se encuentra, según las encuestas, en su nivel más bajo desde las elecciones de 2001.
Bush se ha ubicado a la defensiva, sacudido por la continua violencia en Iraq, la tormenta de críticas que siguió a la tardía respuesta del gobierno a la destrucción ocasionada por el huracán Katrina en el golfo de México a fines de agosto y nuevas acusaciones de corrupción y amiguismo en la Casa Blanca y en el Congreso legislativo.
El presidente, incluso, se muestra inusualmente dispuesto a tomar en cuenta los puntos de vista de figuras demócratas clave, algunos de los cuales, supuestamente, sugirieron el nombre de Miers.
Pero algunos sectores liberales recomiendan cautela. Según varios informes, la abogada fue una integrante muy activa de una iglesia fundamentalista cristiana de Dallas, en el estado de Texas —bastión político de la familia Bush— cuyo ministerio muestra coincidencias con la extrema derecha.
"Sabemos sobre Harriet Miers aun menos de lo que sabíamos sobre John Roberts. Como éste es un puesto 'oscilante' de la Corte, los estadounidenses necesitarán saber mucho más sobre su filosofía judicial y antecedentes legales antes de confirmarla", dijo el senador demócrata neoyorquino Chuck Schumer, un connotado liberal.
Bush había nominado originalmente a Roberts para ocupar el asiento de O'Connor, luego de que la jueza anunciara su renuncia a mediados de año. Pero tras la muerte del presidente de la Corte William Rehnquist el mes pasado, el mandatario propuso que Roberts encabezara el órgano.
Al contrario que O'Connor, que fue con frecuencia el "voto oscilante" entre cuatro jueces con posiciones en general moderadas. Rehnquist era desde que se integró en la Corte en 1971 un miembro del ala derechista del cuerpo, como Clarence Thomas y Antonin Scalia.
Al reemplazar a Rehnquist por Roberts, quien había sido asistente de aquel juez y tiene notoria compatibilidad con él, Bush no modificó el equilibrio ideológico de la Corte.
Pero como el voto de O'Connor ha sido con tanta frecuencia decisivo en los fallos, su reemplazo es considerado mucho más significativo.
O'Connor volcó la Corte en favor del derecho de las minorías y de las mujeres a un tratamiento equitativo y a la acción afirmativa, y el de inmigrantes e indigentes a lograr la revisión judicial de sus casos. También reafirmó la facultad de la agencia federal de protección del ambiente a actuar cuando las instituciones de los estados muestran omisión..
La jueza también postuló la constitucionalidad de las reformas a las normas de financiamiento de campañas políticas y la separación del Estado y las iglesias, al rechazar como inconstitucional la oración en las escuelas patrocinada por el gobierno.
La extrema derecha, sector electoral clave para Bush, confiaba en que el presidente seleccionaría a alguien del molde ideológico de Thomas o Scalia.
En ese sentido, ese grupo también hizo campaña contra el actual secretario de Justicia (fiscal general) Alberto Gonzales, pues decisiones suyas como miembro de la Corte Suprema del estado de Texas no lo mostraban suficientemente comprometido con el rechazo al aborto voluntario.
Las posiciones de Miers al respecto, así como sobre otros asuntos críticos, son desconocidas, principalmente porque nunca debió manifestarlas públicamente como jueza, política o participante en debates públicos. Su "rastro de papel", como se dice en Washington, es insignificante.
Su carrera como abogada se remonta a su graduación en los años 70 en la Escuela de Derecho de la Universidad Metodista Sureña. Hoy, Miers tiene 60 años.
A pesar de su estrecho vínculo con Bush desde comienzos de los años 90, su carrera legal no muestra una ideología derechista.
Como señaló Bush al presentarla a la prensa el lunes, es considerada por la comunidad jurídica de Texas una "constructora de caminos". Fue la primera mujer en presidir las asociaciones de abogados de la ciudad de Dallas y del estado.
También fue la primera mujer contratada por uno de los bufetes más importantes de Dallas, al que luego presidió. En 1989, fue elegida por un periodo de dos años para integrar el Concejo municipal de Dallas.
Miers representó a Texas en la Asociación de Abogados de Estados Unidos. En los años 90, encabezó la lucha dentro de la asociación para que no asumiera una posición formal en torno del aborto voluntario, lo que considerara inapropiado.
Su vínculo con Bush se remonta a 1994, cuando el actual presidente fue elegido gobernador de Texas y la abogada encabezó su equipo de transición. Luego, presidió la Comisión de Loterías del estado, afectada por graves denuncias de corrupción.
Sus seis años al frente de esa agencia despierta sentimientos contradictorios entre los derechistas. Por una parte, Miers "limpió" la Comisión. Pero, por la otra, alentó los juegos de apuestas.
Con la mudanza de Bush a la Casa Blanca en 2001, Miers fue designada secretaria del estado mayor presidencial. Dos años después, ascendió a subjefa del estado mayor, y, en febrero, consejera legal, tras la confirmación de Gonzales como fiscal general.
La Casa Blanca trató de reafirmar ante sus simpatizantes derechistas que Bush no nominaría a nadie a la Corte Suprema sin identificación con sus puntos de vista.
La propia Miers sostuvo que, de ser confirmada, "aplicaría estrictamente la Constitución y la ley", palabras en clave que denotan simpatías derechistas, cuando no conservadoras.
Las reacciones desde la derecha fueron contradictorias. Mientras Kristol y otros percibieron la nominación de Miers com una señal de debilidad presidencial, Jan LaRue, de la organización conservadora Mujeres Preocupadas, dijo que se le debería dar a la abogada "el beneficio de la duda".
"Elegir una candidata discreta es una señal de que el presidente desea evitar una pelea, porque está en una posición relativamente débil, porque teme que sus simpatizantes muestren desacuerdo entre ellos, o bien porque desea gastar sus energías e influencia en otro lado", observó en su blog el profesor de Derecho Constitucional Jack Balkin, de la Universidad de Yale.
"Estas tres intenciones parecen pertinentes en este caso", concluyó. (