ESTADOS UNIDOS: Bush, un presidente fracasado

La gestión del presidente George W. Bush es vista cada vez más como un fracaso por la opinión pública, particularmente en economía y gasto público, afirma una encuesta nacional.

Según la encuesta, realizada por el Centro de Investigaciones Pew para la Población y la Prensa y divulgada el jueves en Washington, la aprobación pública a Bush cayó a 38 por ciento y el respaldo a la ocupación militar en Iraq, donde este sábado se realizará un referéndum constitucional, está disminuyendo.

El electorado estadounidense ahora está dividido entre quienes creen que Estados Unidos debería retirarse de Iraq a la brevedad posible y aquellos que piensan que los soldados deberían permanecer hasta que el país supere la ola de violencia política.

La encuesta, realizada entre el 6 y el 10 de octubre con entrevistas a 1.500 adultos elegidos al azar en toda la nación, también revela que se redujo el apoyo al gobernante Partido Republicano.

Esto debería alentar a los estrategas del opositor Partido Demócrata, que cuentan con una buena oportunidad de recuperar el control de al menos una cámara del Congreso legislativo en las elecciones de mitad de periodo, en noviembre de 2006.

Casi 70 por ciento de los encuestados dijeron esperar la elección de un presidente "que ofrezca políticas diferentes" de las implementadas por Bush. Y 48 por ciento afirmaron que el Partido Demócrata "puede traer cambios necesarios al país".

Sin embargo, la evaluación del liderazgo demócrata en el Congreso no aparece con más fuerza que la de su contraparte republicana.

Las jefaturas legislativas de ambos partidos recibieron la aprobación de sólo 32 por ciento de los encuestados, continuando una tendencia descendente de la confianza en el Congreso.

En lo referente a qué partido es más probable que gobierne "de una manera honesta y ética", los demócratas reciben un margen favorable de 40 por ciento, su mayor ventaja desde 1994, cuando los republicanos tomaron el control de ambas cámaras del Congreso por primera vez en más de una generación.

Los demócratas esperan que las elecciones de 2006 den pie a un viraje similar. En otra encuesta difundida el miércoles por el periódico The Wall Street Journal, 48 por ciento de los consultados dijeron tener esperanzas de que los demócratas logren ese objetivo, mientras sólo 39 por ciento se manifestaron a favor de una mayoría legislativa republicana.

La última encuesta aparece en medio de la creciente evidencia de desorden en la Casa Blanca, puesta a la defensiva en los últimos dos meses en una variedad de asuntos. Entre ellos, la guerra en Iraq, la lucha contra el terrorismo, su desempeño ante el desastre del huracán Katrina, los elevados precios del petróleo y hasta la nominación de la abogada del presidente, Harriet Miers, a la Suprema Corte de Justicia.

La última medida creó profundas desavenencias dentro del propio electorado conservador de Bush, porque los puntos de vista de Miers sobre asuntos como el derecho al aborto y la relación entre la Iglesia y el Estado, de vital importancia para la derecha cristiana, son desconocidos. Y también porque su falta de experiencia en derecho constitucional sugiere que fue elegida por su lealtad personal al presidente más que por su ideología y convicciones.

Estas preocupaciones desmoralizan a los republicanos, ya disgustados por la caída constante de Bush en las encuestas y por su reacción ante los efectos de Katrina.

El propio Bush, en algunas de sus apariciones públicas y mediáticas, se ha mostrado más distraído y proclive al enojo que lo común, especialmente el martes, en una entrevista junto a su esposa Laura, realizada por el periodista Matt Lauer, de la cadena de televisión NBC.

El jueves, la conferencia de prensa en la Casa Blanca estuvo dominada por preguntas sobre el "guión" de un diálogo filmado entre Bush y soldados estadounidenses en Iraq, donde se les decía a los últimos qué preguntar y cómo responder por adelantado.

Algunos analistas atribuyen la acumulación de problemas de la inquietud de la Casa Blanca por la suerte de algunos colaboradores muy cercanos.

El asesor político más próximo a Bush, Karl Rove, y el jefe del equipo del vicepresidente Dick Cheney, Lewis "Scooter" Libby, pueden ser acusados muy pronto por haber filtrado la identidad de una agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), cuyo esposo había avergonzado al gobierno al revelar las verdaderas razones para ir a la guerra en Iraq.

Esto puede haber debilitado el rol de Cheney, considerado el vicepresidente más poderoso de la historia.

Lo particularmente destacable de la encuesta del Centro Pew es cuán rápido cayó la imagen de Bush desde enero y desde los últimos sondeos de la institución, en enero y julio.

La aprobación general de su gestión era de 50 por ciento en enero —históricamente bajo para un presidente recién reelecto—, pasó a 44 por ciento en julio y a 38 por ciento este mes.

Asimismo, 36 por ciento de los encuestados dijeron creer que Bush era un presidente "exitoso" en enero. Y ahora sólo 26 por ciento afirman lo mismo, mientras quienes creían que no tendría éxito pasaron de 27 por ciento en enero a 41 por ciento hoy.

Aún más preocupante para los republicanos, la encuesta encontró "una notable falta de entusiasmo" por el desempeño de Bush entre los entrevistados que se identificaro como leales al partido, y confirmó una vieja tendencia de decepción con Bush por parte de los "independientes" que tradicionalmente deciden las elecciones.

En lo relativo al rumbo general del país, 40 por ciento dijeron estar "satisfechos" en enero, lo que se transformó en 35 por ciento en julio y en 29 por ciento hoy. Pero los "insatisfechos" pasaron de 54 por ciento hace 10 meses a 65 por ciento ahora.

La seguridad nacional fue la única área en que la mayoría dio una evaluación positiva, pese a Iraq.

Una mayoría de 52 por ciento está a favor de establecer una agenda para el retiro (43 por ciento se opone), mientras que 55 por ciento teme que Estados Unidos "espere demasiado" para desocupar Iraq, comparado con 32 por ciento preocupado de que Washington "se vaya demasiado pronto".

La encuesta encontró una marcada disminución en el porcentaje de encuestados que creían que la guerra iba bien o bastante bien: de 53 por ciento el mes pasado a 44 por ciento en octubre. Esta caída fue particularmente aguda entre los hombres, de 16 por ciento en apenas un mes.

Otro hallazgo del sondeo fue que el público estaba prestando poca atención al referéndum constitucional en Iraq, pero creía que tendría un impacto relativamente pequeño en terminar con la violencia política en ese país.

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