Mientras el resto del mundo está listo para adoptar un nuevo tratado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre diversidad cultural, hay señales de que Estados Unidos se apresta a decir otra vez «no» al multilateralismo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), de 191 miembros, tiene previsto votar sobre el proyecto final de la convención en una reunión que tendrá lugar en su sede de París este jueves.
En una votación realizada el lunes, 151 naciones apoyaron el proyecto de Convención sobre la Protección de la Diversidad de los Contenidos Culturales y las Expresiones Artísticas, y dos, Estados Unidos e Israel, se manifestaron en contra. Australia y la isla de Kiribati se abstuvieron.
Según el texto del proyecto, auspiciado por Francia y Canadá, las expresiones culturales con "distintivas" y se debe permitir a los países "mantener, adoptar e implementar políticas y medidas que estimen apropiadas para la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales en su territorio".
Aunque los esfuerzos diplomáticos para alcanzar un consenso sobre el texto continúan, los observadores dicen no ver señales de flexibilidad en la posición de Estados Unidos.
"Esta convención podría ser mal utilizada por los gobiernos para legitimar sus controles sobre el flujo de información", dijo la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice, a los gobiernos en una carta a principios de este mes.
Rice dijo que el tratado propuesto podría tener un "efecto aterrador" en las negociaciones en curso en la Organización Mundial de Comercio (OMC). "Esta convención invita a cometer abusos a los enemigos de la democracia y el libre comercio", agregó.
Pero aquellos que apoyan la convención alegan que los gobiernos tienen el derecho soberano de desarrollar políticas que alimenten el crecimiento cultural y la expresión artística, más allá de los dictados de los acuerdos comerciales.
Este enfoque ya es evidente en las políticas culturales de Francia y Canadá. Ambos países han usado durante mucho tiempo los subsidios y los sistemas de cuotas para proteger a sus industrias de medios de la comunicación de la creciente influencia de la globalización cultural, o lo que algunos llaman "americanización".
Algunos observadores atribuyen la dura posición de Washington a la presión ejercida por las poderosas compañías del entretenimiento y la cinematografía, Hollywood, y otros gigantes mediáticos que resisten cualquier limitación al comercio internacional de productos culturales, incluyendo películas, libros y música.
"Esta línea, sin embargo, pasa por alto la circunstancia de que, a diferencia del trigo o el cobre, los productos culturales también están íntimamente ligados a asuntos de identidad y conciencia social", escribió Allen Scott, director del Centro para la Investigación en Globalización y Política de la Universidad de California.
"Una retórica de pura ideología de mercado se pierde un punto crucial aquí", razonó en un artículo académico titulado "Hollywood en la era de la globalización: oportunidades y aprietos".
Scott destacó que las más importantes empresas productoras de Hollywood controlan directamente los sistemas de distribución en todos los principales mercados extranjeros. Por ejemplo, United International Pictures, empresa cinematográfica conjunta de Paramount y Universal, posee una infraestructura de distribución en 37 países, incluyendo Gran Bretaña, Francia, Alemania, Holanda, Australia y Japón.
Ya que la Unión Europea (UE) de 25 miembros, apoya plenamente la convención, Gran Bretaña, que actualmente preside al bloque, intentó convencer a Estados Unidos de unirse al tratado, pero es poco probable que Washington cambie de posición, según observadores que siguieron de cerca las negociaciones.
El proyecto de convención se inició en 2001, cuando la Unesco adoptó una Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural que hizo énfasis en los principios de pluralismo, respeto por los derechos humanos, promoción de la creatividad y solidaridad internacional.
Para extender la declaración, la Asamblea General de la Unesco decidió que "la cuestión de la diversidad cultural, en tanto considera la cuestión de la diversidad de contenidos culturales y expresiones artísticas, debería ser sujeto de una convención internacional".
Como un gesto de retorno al multilateralismo, Estados Unidos volvió a unirse a la Unesco dos años atrás. Washington había boicoteado a la organización durante casi dos décadas, alegando que había sido "politizada".
En su carta a los otros gobiernos, Rice dijo que Estados Unidos se había reincorporado a la Unesco con la intención de comprometerse "robustamente" en la organización y contribuir con su importante trabajo en los campos de la educación, la ciencia y la preservación cultural.
"No queremos cambiar eso, pero esta convención amenaza el apoyo de Estados Unidos a la Unesco", dijo. "Los urgimos a involucrarse y a trabajar para asegurarnos que la convención no deshaga todo el buen trabajo que hemos hecho juntos".
Actualmente, Washington financia 22 por ciento del presupuesto de la Unesco. No está claro si Estados Unidos también retirará su apoyo financiero de la organización.
Otros tratados recientes de significación internacional que Estados Unidos rechazó incluyen el que creó la Corte Penal Internacional con sede en La Haya y el Protocolo de Kyoto sobre cambio climático.
La convención sobre diversidad cultural entrará en vigencia luego de ser ratificada por 30 países.