La intensidad y cantidad de huracanes de la actual temporada llevaron al gobierno de Cuba a revisar su sistema de prevención de desastres naturales, considerado entre los mejores de la región.
Las autoridades concluyeron que no había otra alternativa que un ajuste de las medidas preventivas para este país muy vulnerable por su situación geográfica a la actividad ciclónica que se extiende de junio a noviembre.
"Debemos aprender a vivir en este complejo escenario y crear las condiciones para adaptarnos" a esta realidad, dijo el primer vicepresidente Raúl Castro, jefe de los institutos armados del país en una reunión sobre el tema.
El paso del huracán Wilma por costas de Cuba estuvo precedido de una gran campaña informativa, con recomendaciones de todo tipo y repetición hasta el cansancio de los informes meteorológicos.
"Siempre es así cuando se acerca un huracán, aunque en esta ocasión me pareció que se exageraba", dijo María de la Luz Torres, de 60 años y más de tres décadas residiendo a seis cuadras del Malecón habanero, la avenida que bordeas la costa, en El Vedado.
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Pero "quien perdió sus cosas por las penetraciones del mar de principios de esta semana fue por descuido propio, no por falta de aviso", estimó.
En sucesivos reportes, el jefe del Departamento de Pronósticos del Instituto de Meteorología, José Rubiera, alertó que el paso de ese huracán por la costa norte cubana, tras azotar México, traería marejadas peligrosas a partir de la madrugada del lunes.
Pese a todo, hubo quien no quiso escuchar o no creyó que el agua llegaría hasta su hogar. Pero llegó y, en algunos casos, se llevó consigo enseres básicos del hogar que costará mucho reponer.
En algunos tramos de la costa capitalina, el mar ingresó 700 u 800 metros en tierra firme, convirtiendo las calles en ríos de los cuales muchas personas renuentes a la evacuación debieron ser rescatadas en botes o por buzos de las fuerzas armadas.
Uno de los principios básicos del sistema cubano de prevención de desastres naturales descansa en la evacuación de personas y bienes hacia lugares seguros.
En una alerta considerada extremadamente temprana por algunos observadores, las medidas de precaución por Wilma en las provincias occidentales comenzaron el 20 de octubre, con la suspensión de las actividades escolares.
Más de 600.000 personas fueron movidas de sus hogares inseguros en todo el país, afectado primero en su porción oriental y luego por las provincias occidentales de Pinar del Río, La Habana y el municipio especial de Isla de la Juventud.
El suministro de energía eléctrica quedó interrumpido en la capital a partir de la tarde del domingo 23, a fin de evitar males mayores por la fuerza de los vientos.
Pero esta vez, lo peor para la capital, de 2,2 millones de habitantes, llegó por el mar, cuyas enormes olas destruyeron tramos del muro del Malecón, que bordea la costa norte habanera, puertas y paredes de instalaciones comerciales y viviendas.
Las inundaciones dejaron varios días sin electricidad a la Habana Vieja, obligando a medios extranjeros de prensa basados en el Casco Histórico capitalino a refugiarse en hoteles para seguir transmitiendo. Algo similar ocurrió con agencias noticiosas ubicadas en el edificio Someillán, en El Vedado.
Tampoco se salvaron del impacto las oficinas de IPS y otros medios de comunicación con sedes en Playa, uno de los municipios más afectados por las penetraciones marinas.
Pasados varios días, se carecía de datos oficiales sobre daños y costos del lento y errático paso de Wilma por Cuba, cuyo impacto fue devastador en la península mexicana de Yucatán y en el sureño estado estadounidense de Florida.
Wilma fue la peor tormenta registrada en la cuenca del Atlántico, con vientos que llegaron a 270 kilómetros por hora.
"Yo creo que también para nosotros ha sido un costo alto, aunque claro, nadie murió y ahora todas las familias de zonas inundadas hemos recibido alimentos gratuitos", señaló Torres.
Un informe preliminar de la Oficina del coordinador residente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en La Habana estimó que más de 100.000 residentes de la capital se vieron afectados por las inundaciones.
De acuerdo con el reporte, hasta el jueves, las autoridades cubanas contaban 4.717 viviendas con daños parciales o totales. De ellas, 982 en las provincias habaneras y el resto en Santiago de Cuba y Guantánamo, en el este.
Este país caribeño aún lamenta la muerte de 16 personas por el azote del huracán Dennis, en julio, que causó pérdidas económicas de 1.400 millones de dólares.
En tres días, Dennis pasó de depresión tropical a huracán de gran intensidad y en sólo 30 horas afectó en mayor o menor medida a 10 de las 14 provincias del archipiélago cubano.
"No hay que ser especialista para comprender que fenómenos de esa magnitud y que transcurren en tan breve plazo no dejan espacio a la improvisación", advirtió Castro al criticar las "reacciones lentas".
Castro, cuyas palabras fueron transmitidas por la televisión cubana en medio de los preparativos para enfrentar a Wilma, llamó a eliminar "puntos débiles" que aún tiene el sistema de prevención.
El ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) advirtió que problemas como la improvisación, la superficialidad y la falta de sistematización pueden ser "enemigos peligrosos frente a un huracán".
La protección de la población y la economía cubanas en situaciones de desastres está a cargo de la Defensa Civil, un organismo adscrito al Ministerio de las FAR y bajo cuya batuta se activa el sistema de prevención en cuanto se avizora la formación de una depresión tropical en el área..
A su paso por la región, Wilma dejó 11 muertos en Haití, dos en Jamaica, cinco en Florida y ocho en México. El peligro sobre Cuba se mantuvo durante 10 días, con fuertes marejadas, lluvias y vientos.