Dos nuevas muertes por la gripe del pollo en Indonesia lanzaron a las autoridades sanitarias de Asia sudoriental a una carrera contra el tiempo para evitar que se desate una epidemia.
La vida de millones de asiáticos podría depender ahora de la velocidad con que una persona infectada con la mortal cepa H5N1 del virus transmisible a los humanos, sea diagnosticada y atendida, y de la velocidad con que se adopten medidas de prevención.
«Sólo tenemos un periodo de oro de 21 días para detener la propagación del virus e impedir que se convierta en pandemia. Una demora, aunque sea de un mes, puede ser fatal», dijo el director de epidemiología del Departamento de Control de Enfermedades de Tailandia, Kumnuan Ungchusak.
Las autoridades sanitarias tailandesas se lanzaron a una nueva batalla contra la también llamada influenza aviar luego de que se confirmara el miércoles la muerte de dos mujeres en hospitales de Yakarta tras mostrar síntomas de la enfermedad.
Otras cinco personas con síntomas similares están bajo tratamiento.
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La gripe del pollo afecta a todo tipo de ave. En los seres humanos infectados, los primeros síntomas son fiebre y tos, así como descenso de la presión arterial y del nivel de glóbulos rojos. En última instancia, pude desarrollarse neumonía.
Las aves sufren enrojecimiento de los ojos y daños al hígado. La enfermedad, conocida desde hace unos 100 años, traspasó en 1997 la frontera de las especies al contagiar a la humana.
Algunas cepas son de elevadísima mortalidad, pero la H5N1 es la peor de todas, dada su gravedad y su capacidad de adaptación genética.
El ministro de Salud de Indonesia, Siti Fadilah Supari, alertó el miércoles a periodistas en Yakarta que estos brotes podrían ser el inicio de una epidemia en el archipiélago, y sostuvo que «seguramente habrá nuevos casos mientras no seamos capaces de identificar las fuentes de contagio».
El operativo de contención de la enfermedad tendrá dos etapas, explicó.
La primera es atender a los familiares de las personas diagnosticadas con el virus letal.
Cada miembro de la familia que ha tenido contacto con la persona infectada recibirá una dosis de Tamiflu —única medicina capaz de frenar la propagación de la fiebre aviar— dentro de los días en que el paciente muestra los síntomas.
Este régimen de aplicaciones de Tamiflu se aplicaría durante un periodo de 10 días.
Pero lo más difícil será proveer medicación para la segunda parte de esta iniciativa preventiva.
«Se deberá atender a unas 10.000, 100.000 o quizás un millón de personas que viven en el área donde esta forma del virus transmisible a los humanos ha sido diagnosticada», dijo Kumnuan.
Esta fase, una novedosa forma de anular una posible epidemia desde su mismo origen, tomaría unos 21 días.
«Se trata de todo un desafío, muy nuevo y necesario si queremos salvar vidas. La cooperación en cada nivel y la velocidad serán lo más importante», señaló Kumnuan.
Según las autoridades sanitarias, Asia sudoriental necesitaría medicamentos para atender a por lo menos tres millones de personas si la mortal cepa H5N1 del virus se convierte en epidemia.
Pero satisfacer esta demanda ya constituye un gran problema, dadas las limitadas reservas de medicamentos existentes en el Sur en desarrollo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene previsto recibir un millón de dosis de la empresa farmacéutica suiza Roche, productora del Tamiflu, para fines de este año, y otros dos millones para mediados de 2006.
En Asia sudoriental ya se registraron 63 muertes por la cepa H5N1 de la influenza aviar desde enero del año pasado, 43 en Vietnam, 12 en Tailandia, cuatro en Camboya y otras cuatro en Indonesia.
Esto quiere decir que murieron más de la mitad de las 119 personas infectadas por el virus en ese periodo.
«Asia es todavía el lugar menos preparado para la epidemia cuando se lo compara con los programas de Europa», dijo Peter Cordingley, portavoz de la Oficina Regional de la OMS para el Pacífico Occidental (WPRO), en Manila.
El director de la WPRO, Shigeru Omi, afirmó durante una conferencia de prensa que todavía hay muchas fallas en los sistemas de vigilancia sanitaria de la región.
«Necesitamos mejorar la capacidad de vigilancia y de investigación sobre virus. Además, necesitamos una mayor cooperación e intercambio de muestras de especies», indicó
«Vietnam está a la par de Tailandia en vigilancia sanitaria, pero países más pobres como Camboya y Laos no tienen la misma capacidad debido a la falta de recursos. Este problema supera a la OMS y a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). Necesitamos mucha ayuda internacional», añadió.
La preocupación por una posible epidemia aumentó luego de que investigadores del Instituto Superiore di Santi, de Roma, descubrieran que un ser humano también puede ser infectado con otras cepas del virus, no sólo la H5N1.
Desde 2003, cuando la actual cepa del virus comenzó a propagarse en Asia, más de 100 millones de aves murieron, víctimas de la enfermedad o sacrificadas.
Las autoridades sanitarias de Asia sudoriental temen que se repita el escenario de 1918, cuando una epidemia mundial de influenza aviar mató a 50 millones de personas. Fue causada, también, por una cepa del virus que pasó de las aves a los humanos.