SALUD-EEUU: Las heridas psíquicas del huracán Katrina

El trauma psicológico de los sobrevivientes del huracán Katrina en Estados Unidos se profundizará por el enojo ante la falta de respuestas gubernamentales a la tragedia, advirtió un sociólogo de la Universidad de Yale.

"No quiero explayarme demasiado sobre aspectos políticos, pero el gobierno que dio esa respuesta es el mismo que está a cargo del proceso de restauración. Y eso no me da mucha confianza", expresó Kai Erikson, experto en víctimas de desastres.

El huracán Katrina, que ingresó en los estados de Louisiana y Mississippi el 29 de agosto y afectó también a los de Alabama y Florida, ocasionó tormentas e inundaciones que mataron a 657 personas y dejaron sin techo a unas 200.000 familias, según cifras oficiales.

La ciudad de Nueva Orleans, en Louisiana, fue una de las más golpeadas.

Erikson consideró que la separación de familiares y amigos, incluidos niños y niñas, así como las dificultades que tendrán las sobrevivientes para encontrar un empleo adecuado a sus capacidades, dejan en las víctimas la sensación de que "todo lo que el desastre te hizo está vigente".
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Cientos de miles de personas evacuadas a otras zonas de Estados Unidos podrían verse alejadas de Nueva Orleans durante un largo periodo, lo que constituirá un obstáculo adicional, sugirió Erikson.

"No se puede subestimar el agravamiento de la aflicción por la pérdida del hogar conocido, el vecindario conocido y la esquina conocida", dijo el sociólogo.

Según el estudio de desastres pasados, la adaptación social es más difícil si el sobreviviente es expulsado de la comunidad y no tiene alternativa al destino final elegido por las autoridades a cargo de atender la emergencia. Eso es lo que ocurrió, en muchos casos, luego del huracán..

Erikson dijo que la víctima tendrá dificultades para continuar con su vida hasta que estos problemas se resuelvan. Eso incluye "un alto nivel de desorientación, de depresión, de ansiedad y una suerte de retraimiento de la atención inmediata. Estas cosas han sido observadas en personas traumatizadas", señaló.

Al sociólogo también le preocupa que a las comunidades a las que se pidió absorber a los evacuados se les aseguró que se trata de una situación "temporal", aunque los pronósticos no alientan esa conclusión.

"Es un acto de inmensa generosidad, muy emocionante, que las escuelas pongan a prueba todos sus recursos para acoger a 2.000 nuevos niños. Pero si los evacuados están todavía allí dentro de tres años y no se ha agregado dinero a los fondos educativos, va a ser un problema", dijo.

En la investigación que realizó para su libro "Todo en su camino. Destrucción de la comunidad en la inundación de Buffalo Creek", Erikson constató que las víctimas pueden recuperarse si en sus comunidades cuentan con lazos fuertes y si pueden retornar a entornos conocidos.

El poblado de Buffalo Creek, en el estado de Virginia Occidental, sufrió en 1972 una gran inundación causada por el estallido del muro de contención de una mina de cobre.

En los cuatro primeros días, la mayoría de los residentes carecieron de ayuda para salvar a familiares, amigos y vecinos, dijo a IPS Chad Albright, que era un bebé cuando sobrevivió al desastre y que ahora reside en Nueva York.

Al cabo de esos cuatro días, llegó la Cruz Roja. La Guardia Nacional (fuerza de seguridad de los estados) tardó una semana más.

"Fue un impacto enorme. Nunca lo hemos olvidado. La comunidad hizo frente a la tragedia uniéndose", agregó Albright, apodado por la prensa "el bebé milagroso", pues su madre Sylvia y su hermano mayor, Steven, de 17 años, lo arrojaron lo más alto posible en un área escarpada para salvarlo.

Sylvia y Steven Albright murieron ahogados. Al ser rescatado, a Chad Albright debieron retirarle sedimentos tóxicos de la garganta.

"Los productos químicos disueltos en el agua eran tan fuertes que desintegraban la ropa de la gente. Yo estuve más de media hora bajo el agua y el barro. Cuando me sacaron, mi boca estaba tapada de lodo", contó Chad Albright, quien fue criado por su padre, minero de carbón, y hoy es cantante de música bailable.

Más de 100 personas murieron. Cuatro de cada cinco de los 5.000 residentes perdieron sus hogares y debieron pasar a residir en remolques provistos por una agencia del gobierno de Estados Unidos, dijo Erikson.

"Más tarde, varias personas decidieron irse y unos cuantos fueron acogidos por familiares en otras localidades. Pero este no era el tipo de desastre que requería una evacuación completa", explicó.

Lo que ayudó a la gente de Buffalo Creek a sobrellevar la crisis fue el hecho de que, como comunidad de clase trabajadora de vínculos estrechos forjados en una próspera región minera, estaban en una situación económica más firme que sus padres o sus abuelos, agregó.

Lo mismo puede decirse de las víctimas del huracán Hazel, que en 1954 asoló al sur de Canadá. Ese ciclón extratropical desbordó el río Humber en la ciudad de Toronto. Cuatro mil hogares desaparecieron y 81 personas murieron.

El hecho de que Toronto, una ciudad de un millón de habitantes en el periodo de posguerra, fuera entonces un lugar más conocido que ahora marcó una diferencia en cuanto a encontrar voluntarios para la restauración y el proceso de recuperación social, señaló Jim Gifford, autor de "Huracán Hazel, la tormenta del siglo en Canadá".

Gifford agregó que también fue útil la disponibilidad de un ejército todavía activo que ofreció asistencia de emergencia.

En el caso de Katrina, la ausencia en los estados afectados de miles de miembros de las diferentes guardias nacionales, la mayoría de los cuales habían sido enviados a Iraq, constituye un asunto político escabroso en Estados Unidos.

En palabras de Erikson, el huracán Hazel de Toronto fue "una herida en el flanco de un animal vivo", en contraste con lo que sucede en Nueva Orleans después de Katrina.

Allí, opinó, "este animal está mucho más muerto. entonces los otros recursos del cuerpo no están disponibles para ayudar a la gente que quedó atrapada en la herida."

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