Por cuarto año consecutivo, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se negó a colaborar con el Fondo de las Naciones Unidas para la Población y anunció que destinará a otros proyectos los 34 millones de dólares que el Congreso había aprobado para esa agencia.
El subsecretario de Estado estadounidense para Asuntos Políticos, Nicholas Burns, envió una carta a los congresistas señalando que el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (FNUAP) apoyaba un "programa de abortos coercitivos" en China.
Agregó que, ante ello, permitir la colaboración sería violar una ley estadounidense de 20 años de antigüedad que prohíbe la entrega de recursos públicos a programas que fomenten la interrupción del embarazo como método de planificación familiar.
Como en años anteriores, tanto el propio FNUAP como organizaciones no gubernamentales estadounidenses criticaron la decisión de la Casa Blanca y señalaron la contradicción de que Bush dio esta semana un discurso conciliatorio en la Cumbre Mundial de 2005 en el que aseguró estar comprometido con las metas del milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio incluyen metas en materia de mejora de la salud, los servicios de agua y saneamiento, la educación, la equidad de género y el ambiente.
"Si Estados Unidos hubiera retomado la tarea de apoyar al FNUAP habría mostrado un cambio importante y una señal clara al resto del mundo de que sus acciones van de acuerdo con sus discursos", dijeron en una carta enviada a la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice, los directores de 21 organizaciones no gubernamentales.
"En cambio, apenas un día después del discurso del presidente Bush ante la Asamblea General de la ONU, vuestra oficina una vez más priorizó la política a la tarea de salvar la vida de mujeres en las circunstancias más vulnerables, y que necesitan urgente atención en salud reproductiva", añade la misiva.
Entre los firmantes de la carta están los directores de la Federación Internacional de Planificación de la Familia y de su afiliada estadounidense Population Action International, así como del grupo ambientalista Sierra Club y de la organización defensora de los derechos de las mujeres Women's Edge, ambos con sede en Estados Unidos.
La directora ejecutiva del FNUAP, Thoraya Ahmed Obaid, calificó de "lamentable" la decisión de Bush y rechazó la explicación del Departamento de Estado.
"Esta decisión es desalentadora porque contradice la clara evidencia de que el FNUAP trabaja duro para poner fin a la coerción promoviendo un perfil eficaz y voluntario de la planificación familiar", afirmó.
Esta agencia de la ONU también señaló a través de su directora que la explicación de Washington era "simplemente incorrecta" y subrayó que un equipo de investigadores enviados a China hace dos años no había encontrado evidencia alguna de que el FNUAP haya apoyado programas de esterilización o abortos coercitivos.
Bush rechazó la decisión del Congreso legislativo de entregar 34 millones de dólares al FNUAP, y en cambio propuso volcar esa suma a la agencia estadounidense para el desarrollo internacional Usaid.
De esta manera, asciende a 136 millones de dólares el monto aprobado por los congresistas pero negado por Bush a la agencia de la ONU en los últimos cuatro años, a pesar de que Estados Unidos es el mayor donante en asistencia bilateral a programas de planificación familiar en países del Sur en desarrollo.
El FNUAP, frecuente objeto de ataques de parte de los sectores antiabortistas de Estados Unidos, tiene un presupuesto anual de unos 300 millones de dólares y es el mayor proveedor de asistencia a programas de planificación familiar en el mundo.
La agencia asegura que por política se opone a los abortos y esterilizaciones coercitivas y, en cambio, patrocina programas educativos y de asistencia en 31 condados de China.
En 2002, una misión especial del Departamento de Estado estadounidense no encontró evidencias de que el FNUAP haya patrocinado prácticas abortivas en China, mientras una delegación de Gran Bretaña elogió los esfuerzos de la agencia, a la que calificó de "una fuerza por el bien" en ese país de Asia.
El propio antecesor de Rice, Colin Powell, había públicamente expresado sus reservas sobre la decisión de Bush de no respaldar al FNUAP.