No alcanza con reducir la cantidad de indigentes en el planeta sino que la meta correcta debe ser erradicar este flagelo combatiendo sus causas, sostienen los activistas del Llamado Mundial a la Acción contra la Pobreza.
Este movimiento integrado por más de 100 grupos no gubernamentales y redes, convocó manifestaciones el domingo en unos 70 países para presionar a los gobernantes, reunidos entre este miércoles y el viernes en la sede de Nueva York de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a cumplir y superar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Los ocho objetivos acordados hace cinco años, que se concretan en 18 metas específicas, tienen la limitación de no atacar las causas de la pobreza y las desigualdades, señaló a IPS Fernanda de Carvalho, una de las coordinadoras de la campaña en Brasil.
Por eso, más que la meta número uno de reducir a la mitad el porcentaje de indigentes y hambrientos para 2015, respecto de los existentes en 1990, es clave cumplir con el octavo Objetivo, de crear una "asociación mundial para el desarrollo" que fomente las condiciones favorables en el comercio y en las finanzas internacionales, evaluó.
Los otros seis Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio son lograr la enseñanza primaria univeral, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/sida, el paludismo y otras enfermedades, así como garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.
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Sin cambios en estos sistemas globales, muchos países "no disponen de autonomía económica" para poner en marcha sus planes de erradicación de la pobreza extrema, ya que están restringidos por reglas del Fondo Monetario Internacional, deudas externas y el comercio injusto, explicó Carvalho.
Brasil, pese a su situación mejor que muchos otros países en desarrollo, es un ejemplo de las dificultades para abatir su miseria y principalmente la desigualdad social dentro de su población. Hubo una importante reducción al controlarse la inflación en 1994, pero luego no hubo progresos, recordó la activista.
Los programas sociales del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, como el llamado Hambre Cero y la Beca-familia, transfieren algún ingreso de la renta del país a los pobres, pero "no cambian la estructura que genera pobreza y desigualdad", arguyó la también coordinadora del no gubernamental Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos.
Ese alivio de la pobreza "no compensa el desempleo y los bajos salarios" provocados por la política económica, basada principalmente en los altos intereses, que concentran la riqueza en un pequeño grupo, y en un ajuste fiscal que sacrifica inversiones en educación, salud e infraestructura, sostuvo.
Aun así, Brasil está en condiciones de cumplir otras de las metas del milenio, dado que viene impulsando políticas sociales, incluso con diagnósticos y propósitos más amplios, desde mucho antes de la definición de estos objetivos por parte de los 189 países que en 2000 integraban la ONU.
Las también llamada metas del milenio ofrecen la ventaja de fijar resultados cuantitativos a buscar dentro de un plazo, en general 2015, permitiendo un acompañamiento mas preciso, reconoció Luis Fernando Rezende, experto en estudios sociales del gubernamental Instituto de Investigación Económica Aplicada.
Pero Brasil no se limita a los ocho Objetivos y 18 metas específicas y emplea mucho más que los 48 indicadores definidos por la ONU, pues entiende que son importantes otras dimensiones no contempladas, como las ambientales, el mercado laboral, el trabajo infantil y en condiciones de esclavitud, la desigualdad racial y los derechos humanos, dijo a modo de ejemplo Rezende.
Algunos programas de transferencia de ingreso combaten la pobreza desde hace más de una década en este país. Es el caso de la previsión rural, que concede jubilaciones a los trabajadores agrícolas ancianos aunque no hayan contribuido al sistema, lo cual evitó que hubiera 17 millones de pobres más, observó.
Desde 2003, el gobierno unificó varios programas en la Beca-familia, que ya beneficia 7,5 millones de hogares con ayuda monetaria de un promedio de 65 reales (28 dólares) al mes y cuya meta final es alcanzar a 11,2 millones de núcleos familiares, que implica 44 millones de pobres para fines del año próximo.
Además en educación, mortalidad de niños, contención del síndrome de inmunodeficiencia adquirida e igualdad de género en la enseñanza, Brasil registra grandes avances. El área donde presenta mayor deficiencia es la de saneamiento básico.
Problemas como disputas no reguladas entre gobiernos estaduales y municipales y escasez de inversiones públicas traban el desarrollo del sector. Casi la mitad de los 188 millones de brasileños no disponen de alcantarillado de desagüe.
Sin avances en esa área será difícil reducir la mortalidad infantil, pese a que ya cayó mucho en las últimas décadas, pero aún se mantiene en 24,4 muertes por cada mil nacidos vivos, "un índice muy elevado", admitió Rezende.
Brasil enfrenta además problemas que sobrepasan las simplificaciones de los Objetivos del Milenio y del Índice de Desarrollo Humano medido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, según el experto.
Brasil prácticamente universalizó la enseñanza primaria, que acoge a más de 97 por ciento de los niños en edad correspondiente, pero aún es baja la calidad de la educación. En consecuencia, un estudio reciente reveló que 76 por ciento de los brasileños de 15 a 64 años son analfabetos absolutos o funcionales, es decir no logran comprender textos largos.
Pero respecto de la pobreza, el país vive una gran oportunidad de reducirla fuertemente, destacó Rezende. La transición demográfica en los próximos 20 años, producto de la caída de la natalidad, hará crecer la población económicamente activa, mientras se reduce la proporción de niños y la cantidad de ancianos aumenta más lentamente.
Otros dos grandes factores son el crecimiento económico y la disminución de la desigualdad que dependen de decisiones del gobierno y de la sociedad, como una reforma tributaria y otros mecanismos de redistribución del ingreso, concluyó el experto.