Si el referéndum del mes próximo en Iraq se realiza con limpieza, es muy probable que el proyecto de constitución sea derrotado por el rechazo de dos tercios de los votantes en las provincias de mayoría sunita. Se abriría así una nueva crisis política.
Pero una de las maneras de evitar la derrota el 15 de octubre es un fraude masivo en la provincia de Nínive, donde, a pesar de la mayoría sunita, el Partido Democrático de Kurdistán (PDK) tiene una significativa cuota de poder. Y el PDK apoya la iniciativa constitucional.
Según la oficina de enlace estadounidense con las autoridades electorales provinciales, funcionarios kurdos en Nínive intentaron cometer fraude en las elecciones de enero, y tal vez lo lograron. Esa certeza es respaldada por evidencia física recogida por la Comisión Electoral Independiente de Iraq
Ésta es, junto con Anbar y Saladín, una de las tres provincias de mayoría chiita, y al parecer en ellas es abrumadora la mayoría por el "no" en el referendo constitucional.
Paradójicamente, la población sunita, que se marginó del proceso de elección de la Asamblea Nacional que redactó la constitución, tiene la posibilidad de bloquear el referéndum, al contar esa comunidad con dos tercios de los votos en esas tres provincias.
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Esa disposición había sido establecida para dar a los kurdos poder de veto sobre la constitución. Pero cuando el parlamento, dominado por kurdos y chiitas, aprobó el proyecto, los partidos representativos y líderes religiosos de la comunidad sunita lanzaron una campaña por el "no".
Tres cuartas partes de los 24 millones de iraquíes son árabes, 20 por ciento kurdos y el resto de pequeñas minorías. El Islam es la religión mayoritaria.
Sesenta y dos por ciento de los habitantes, concentrados en el sur del territorio, profesan el Islam chiita, y 35 por ciento el sunita, predominante en el mundo árabe y en el régimen de Saddam Hussein, depuesto en 2003.
En Nínive viven 1,7 millones de árabes sunitas, 200.000 kurdos y entre 500.000 y 600.000 cristianos asirios, shabakos, yezidis y turcomanos. Estas minorías no árabes ni kurdas, con capacidad de inclinar la balanza en uno u otro sentido, se oponen mayoritariamente al proyecto.
Pero el control de los poblados no kurdos está en manos de PDK, a través de milicias y funcionarios de inteligencia. Muchos temen que la constitución legitime una vieja pretensión kurda: que Kurdistán absorba las áreas de Nínive de mayoría kurda.
En las elecciones de enero, los kurdos "rellenaron" las urnas de votos apócrifos, según el mayor Anthony Cruz, un militar de la reserva del ejército estadounidense que trabajó con la comisión electoral de la provincia.
De regreso en Los Angeles, Cruz recordó los detalles, entrevistado por IPS.
La primera brigada de la 25 División de Infantería del ejército (la Brigada Stryker) fue responsable de entregar las urnas y hojas de votación a los circuitos electorales de la llanura de Nínive en enero.
Pero dependía de milicias peshmurga kurdas para mantener la seguridad en villas y poblados. Los soldados estadounidenses no conocían lo suficiente el terreno como para prescindir de la ayuda kurda, según Cruz.
Por lo tanto, la Brigada acordó enviar un convoy estadounidense con el material de votación para encontrarse con una delegación kurda. El contacto fue en el poblado kurdo de Faida, a 50 kilómetros de Mosul.
Así, partirían desde Kurdistán a los poblados cristianos y shabakos de la llanura de Nínive.
Cuando el convoy llegó a Faida el día anterior a las elecciones, los guías kurdos que debían acompañarlo no se encontraba allí, y nunca legaron. El alcalde de la localidad reclamó que se le entregara el material para los comicios, con miras a instalarlo en los poblados kurdos de la lista.
Pero, al considerar que su misión había abortado, el comandante del convoy manifestó su intención de llevarse urnas y hojas de votación consigo.
La situación era tensa. El comandante llamó a Cruz para pedirle consejo. El militar le recomendó que entregara al alcalde suficientes hojas de votación para cuatro poblados, y el convoy regresó a Mosul.
El día de los comicios, recordó Cruz, las fuerzas estadounidenses intentaron encontrar helicópteros para llevar el material a otros seis localidades, pero solo pudieron llegar a una, Bashiqa, cuya población es casi íntegramente cristiana, shabaka y yezidi. Y eso fue poco antes de las cinco de la tarde, hora del cierre de la votación.
Pero, según Cruz, milicianos kurdos robaron las urnas del centro de votación y las devolvieron más tarde, luego de llenarlas de balotas. Al parecer, ofrecieron sobornos a los funcionarios electorales para que las aceptaran.
Un sistema de fraude aun más ambicioso fue detectado en Sinjar, un distrito relativamente pequeño en un área del occidente iraquí predominantemente sunita.
Unas 12.000 hojas de votación habían sido enviadas a Sinjar, pero el día de las elecciones dirigentes del PDK solicitaron muchas más del electorado estimado del poblado y los circundantes, según Cruz.
El pedido fue respaldado por la oficina del entonces presidente interino de Iraq, el árabe sunita Ghazi Al-Yawer.
Cruz se ríe al recordar el "porcentaje de asistencia a las urnas de 500 por ciento" en Sinjar. De todos modos, el equipo de combate de la Brigada Stryker cumplió con los pedidos de hojas de votación.
Más tarde, la oficina provincial de la Comisión Electoral Independiente de Iraq controló el destino de 38 urnas, 174 bolsas plásticas y 14 cajas de cartón con hojas de votación que obviamente habían sido forzadas.
En algunas urnas, eran visibles resmas de hojas de votación que ni siquiera estaban ensobradas. Otras habían sido selladas de nuevo con cinta adhesiva verde y roja.
Cuando Cruz le preguntó al director provincial de la Comisión cuántas hojas de votación fraudulentas desde Sinjar habían sido detectadas, contestó: "Muchas."
El promedio de hojas de votación por urna en Iraq fue de 500, y si cada una de las 236 urnas y bolsas de votos desde Sinjar hubieran contenido tantas, serían unos 118.000 votos. El total de votos legítimos en Nínive fue de apenas 190.000.
Los kurdos tenían evidentes deseos de fortalecer sus reclamos sobre Sinjar y buena parte de la llanura de Nínive. También pretendían una mejor representación en la Asamblea Nacional (parlamento interino) y en el concejo provincial.
La votación nacional de los partidos representativos de los cristianos asirios, una comunidad que representa 100.000 votantes, ascendió a apenas 3.346. La lista del Frente Turcomano Iraquí obtuvo nada más que 1.342 votos, en un electorado potencial muchísimo mayor.
A juzgar por la gran disparidad entre los 77.000 votos legítimos de la lista kurda para la Asamblea Nacional y los 110.000 del mismo sector para el concejo provincial, puede deducirse que dirigentes kurdos cambiaron deliberadamente muchos sufragios que se dirigieron a la lista del presidente Al-Yawer, en retribución por haberles facilitado hojas de votación adicionales con miras al fraude.
Al-Yawer temía obtener una votación mínima en la provincia, dado el boicot dispuesto por organizaciones representativas de su propia comunidad, la sunita.
Aunque analizó el caso, la Comisión Electoral Independiente minimizó la seriedad del fraude en Nínive y encubrió el papel que cumplió la dirigencia kurda.
En una rueda de prensa que ofreció en febrero, el portavoz de la Comisión, Farid Ayar, atribuyó la maniobra a "milicianos u hombres armados" a los que no identificó. Pero, según Cruz, el único incidente cuyos protagonistas podrían ser descriptos así en Nínive ocurrió en la localidad de Bashiqa.
Además, Ayar se negó a identificar el partido que pudo aprovecharse del fraude. "No puedo acusar a ninguno, porque no sabemos", dijo a los periodistas.
El PDK cometió, obviamente, un error de cálculo al pensar que los funcionarios electorales en Nínive podrían ser sobornados. Pero el intento fallido no les acarreó ningún daño. La Comisión les ayudó, al desviar la atención de la prensa. Los medios de comunicación estadounidenses, por su parte, nunca analizaron el caso.
En el referendo constitucional, el gobierno, de mayoría chiita, compartirá el interés de los kurdos en hacer lo que sea necesario para impedir una derrota en Nínive.
Mientras, los militares estadounidenses dependen mucho de las milicias kurdas en la provincia. El PDK quizás piense que un sistema de fraude mejor pensado funcionará el 15 de octubre.
(*) Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio.