FINANZAS: Sigue la moda de invertir en el Sur

Las corrientes de inversión extranjera directa (IED) recuperaron el crecimiento en 2004 a causa del incremento en los países en desarrollo, que también se han convertido en foco de atracción para actividades de investigación y desarrollo de compañías transnacionales.

Anne Minoux, jefa de la sección de análisis de inversiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), expuso que los flujos a los países en desarrollo aumentaron en 40 por ciento y se ubicaron en 233.000 millones de dólares.

En cambio, las naciones industriales recibieron 380.000 millones de dólares, 14 por ciento menos que en 2003.

En total, las cifras de IED de 2004, que sumaron 648.000 millones de dólares, superaron en dos por ciento a las de 2003, afirma el Informe 2005 sobre las Inversiones en el Mundo, divulgado este jueves por la Unctad en Ginebra.

Las razones de la marcada expansión de las IED hacia los países en desarrollo se encuentran en la intensa competencia que libran numerosas industrias, lo que impulsa a las empresas transnacionales a salir en búsqueda de ganancias en competitividad, explicó Minoux.

Los países en desarrollo ofrecen además mercados de rápido crecimiento en las economías emergentes, posibilidades de reducción de costos, como en el caso de la mano de obra, y nuevas capacidades laborales en función de la investigación y el desarrollo.

Otro factor ha sido la demanda creciente de recursos naturales abundantes en algunos países en desarrollo, como el petróleo y ciertos minerales estratégicos, observó la analista de la agencia dependiente de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

Las IED han revestido importancia significativa para los países en desarrollo pues continúan superando a otras corrientes de capital privado y a los flujos de ayuda oficial al desarrollo. En 2004 representaron más de la mitad de los recursos financieros orientados hacia esos destinos.

Entre las regiones en desarrollo, el mayor incremento de las entradas de IED se verificó en Asia y Oceanía, con 46 por ciento, seguidas por América Latina y el Caribe, con 44 por ciento.

Los flujos hacia África se mantuvieron sin cambios, en niveles bajos, que apenas alcanzan a tres por ciento del total en el mundo. Al respecto, la misma Unctad observó hace dos semanas que las IED acarrean no sólo beneficios sino también costos para los países africanos receptores.

En un cambio de las orientaciones sostenidas hasta ahora por la institución, el nuevo secretario general de la Unctad, Supachai Panitchpakdi, avaló la nueva de idea de que se debe reconsiderar el énfasis unilateral de las economías africanas centrado en la atracción de las IED.

En su reemplazo, la Unctad propone para África un enfoque más equilibrado y estratégico adaptado a las condiciones económicas de la región y a los desafíos del desarrollo.

El monto de los flujos de IED hacia África volvieron a ubicarse alrededor de los 18.000 millones de dólares, en cifras prácticamente iguales a las de 2003.

Los cinco mayores receptores de IED entre los países en desarrollo fueron China, Hong Kong, Brasil, México y Singapur.

En cuanto a las perspectivas de las IED en el mundo, Minoux adelantó que se podía esperar un nuevo aumento. Sin embargo, previno sobre la necesidad de prudencia.

Los sondeos efectuados por la Unctad determinaron que más de la mitad de las empresas transnacionales y de los expertos consultados y 80 por ciento de los organismos de promoción de inversiones prevén un crecimiento para el periodo 2005-2006.

La otra tendencia verificada por el informe de la Unctad ratifica que desde hace cinco o 10 años se registra en los países en desarrollo una mayor actividad de investigación y desarrollo efectuada por las empresas transnacionales.

La tradición indicaba una tendencia de esas compañías a invertir en ese rubro en sus países de origen. Pero ahora internacionalizan esas funciones, no solo para adaptar sus tecnologías a las condiciones locales y asegurar así mayores ventas.

Ahora, las actividades de investigación y desarrollo en algunos países del Sur, de Europa sudoriental y de las naciones que pertenecieron a la ex Unión Soviética, tienen como objetivo los mercados mundiales y forman parte de los planes centrales de las corporaciones.

Desde 1993, cuando la firma estadounidense Motorola, de electrónica y telecomunicaciones, instaló el primer laboratorio de investigación y desarrollo en China, unas 700 unidades extranjeras de ese tipo se encuentran funcionando en el país asiático.

Pero en este aspecto, los comportamientos difieren pues hay países con alta capacidad para atraer inversiones en investigación y desarrollo, como las naciones industrializadas, Taiwan, Corea del Sur, Singapur, y algunas de Europa oriental.

Un grupo con capacidad media de atracción está integrado por las llamadas naciones en transición, la mayoría de las nuevas economías industriales ricas en recursos y dos economías de África subsahariana: Sudáfrica y Mauricio.

El grupo con baja capacidad incluye a la mayoría del África subsahariana, a varios países de África septentrional, de Asia occidental y de América Latina.

Minoux precisó que muy pocas transnacionales prevén implantar laboratorios de investigación y desarrollo en América Latina y en África. En el caso de América Latina, la tendencia obliga a replantear el modelo de desarrollo, dijo.

La experta aceptó que no todos los países pueden atraer a las corporaciones para que efectúen inversiones en investigación y desarrollo. Sin embargo, esa realidad no justifica la inacción pues la innovación es un motor esencial del crecimiento y el desarrollo, dijo.

Los esfuerzos en materia de innovación deben tomar en cuenta las ventajas comparativas y las especializaciones tecnológicas de cada país, recomendó.

+ Informe 2005 sobre las Inversiones en el Mundo (http://www.unctad.org/Templates/webflyer.asp?docid=6087&intItemID=1397〈=3&mode=highlights)

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