Mientras en la ONU se analizan posibles sanciones a Irán por su programa nuclear, el conservador presidente Mahmoud Ahmadinejad se consolida como héroe nacional y símbolo de resistencia a Occidente.
Los aplausos en Irán al "ingeniero", como Ahmadinejad es conocido, se redoblaron el sábado, cuando reivindicó en la Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) el "inalienable derecho" de su país al desarrollo nuclear con fines pacíficos.
El mandatario iraní realizó esa declaración pocas horas después de la Cumbre Mundial 2005, que había concluido el viernes en ese mismo recinto. Su pronunciamiento tuvo consecuencias inmediatas.
Los tres países que han negociado con Irán en nombre de la Unión Europa (UE) —Alemania, Francia y Gran Bretaña—, solicitaron a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que presente el caso ante el Consejo de Seguridad de la ONU esta misma semana.
El grupo negociador europeo, conocido por las siglas UE-3, ha mantenido una posición conciliatoria frente a la intransigencia de Estados Unidos, pero parece haber perdido la paciencia. Su último paso podría derivar en sanciones contra Teherán.
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De todos modos, una multitudinaria concentración recibió a Ahmadinejad en el aeropuerto de Teherán como un héroe. Muchos coincidieron en que el recibimiento les hacía recordar los honores ofrecidos hace 60 años a otro estadista muy popular.
El entonces primer ministro Mohammed Mossadegh había regresado a Teherán tras defender con éxito en un tribunal de La Haya los derechos de su país sobre el petróleo, enfrentado con importantes compañías británicas.
El lunes, Ahmadinejad afirmó en la televisión estatal iraní que su gobierno no está preocupado por un eventual informe de la AIEA al Consejo de Seguridad de la ONU.
"Ellos hacen lo que tienen que hacer y nosotros hacemos lo que tenemos que hacer. Nuestra posición permanecerá incambiada. El pueblo de Irán defenderá sus derechos y no le pasará nada", declaró.
Pero el martes, el negociador iraní Alí Larijani dijo a la prensa en Teherán que, si la AIEA resuelve la intervención del Consejo de Seguridad, se negará el acceso de los inspectores de la agencia a las instalaciones nucleares.
Hassan Daqiqi, un ingeniero retirado, dijo a IPS que "Ahmadinejad no está haciendo nada especial", sino "sólo lo que haría cualquier patriota iraní".
"No pregunte mi nombre. Soy sólo uno de los tantos millones de iraníes, musulmanes, seculares o nacionalistas de diversos sectores sociales. El presidente Ahmadinejad levantó nuestro espíritu y estamos orgullosos de él", dijo, por su parte, un anciano de Teherán.
El fervor popular se extenderá seguramente hasta este domingo, cuando se celebre el natalicio de Mohammed Al Mahdi, el duodécimo imán (máximo líder religioso chiita) quien, según la tradición de esta rama de la fe musulmana, regresará como libertador para salvar el mundo e instaurar una sociedad islámica justa.
El régimen islámico iraní es conciente de que se avecinan tiempos difíciles, pero parece haber consenso en la población, incluidos reformistas y seculares, de que vale la pena pagar el precio de defender el derecho a desarrollar energía nuclear con fines pacíficos.
UE-3 había advertido a Irán que promovería sanciones en el Consejo de Seguridad de la ONU si Teherán no revertía su decisión de reabrir las instalaciones de enriquecimiento de uranio, cuya actividad estuvo ocho meses interrumpida.
A pesar de esta advertencia, y mientras las autoridades de la AIEA todavía discutían las medidas a tomar, Irán rompió los sellos que había colocado esa agencia de la ONU en 2004, cuando Teherán acordó suspender su programa nuclear.
El uranio enriquecido puede utilizarse para fines civiles, como la generación de electricidad, pero también para fabricar bombas nucleares.
Irán niega que tenga el propósito de fabricar armas e insiste en que sus actividades están de acuerdo con los términos del Tratado de No Proliferación Nuclear, pero Estados Unidos y algunos países europeos sospechan de las intenciones de Teherán.
En un esfuerzo por resolver el conflicto a través del diálogo, Irán suspendió su programa de enriquecimiento de uranio y abrió sus instalaciones a la inspección de la AIEA en noviembre de 2003. Desde entonces, ha negociado con UE-3.
Irán retiró los sellos de la central después de que la AIEA instalara su sistema de inspección, que incluye cámaras de vigilancia y otros dispositivos y que, sin embargo, "no implica la aprobación de la reanudación del enriquecimiento y conversión de uranio", según aclaró la agencia.
En una conferencia de prensa, el canciller Hamid Reza Asefi recomendó el domingo a UE-3 y a la AIEA no tener una actitud intransigente.
"Los europeos y la AIEA deben ver el caso de Irán con lógica y evitar un lenguaje amenazante y de presión, pues eso no dará frutos", señaló.
"Nuestro consejo a la agencia es que revise el caso iraní de una forma lógica y realista, para evitar que la situación se complique aun más", añadió.
Asefi profundizó, además, el tono desafiante de Irán al declarar que su gobierno no dudará en enriquecer uranio.
El lunes, la prensa iraní aplaudió la actitud del canciller y trató de minimizar las amenazas occidentales.
"Presentar el caso iraní ante el Consejo de Seguridad de la ONU no implica que vaya a producirse un ataque militar contra Irán", señaló el diario Aftabyazd.
No obstante, Teherán busca apoyo de países asiáticos y africanos, pero especialmente de China y Rusia, que junto a Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, con poder de veto sobre las decisiones del órgano.
"La disputa sobre el caso nuclear iraní podría extenderse hasta la próxima sesión de la Asamblea General de la ONU en 2006, ya que Estados Unidos no ha logrado ganar el apoyo indio contra Teherán", sostuvo, por su parte, el diario Sharq, en su editorial.
India y otros países nucleares no occidentales, como Rusia y China, dudan de la conveniencia de que el Consejo de Seguridad analice el caso iraní.
Las 35 naciones que integran la AIEA discuten a puertas cerradas en Viena la solicitud de UE-3, y una decisión podría demorar al menos una semana.
Mientras, las celebraciones religiosas del próximo fin de semana podrían servirle a Ahmadinejad para movilizar el apoyo popular que necesitará para un enfrentamiento con Occidente, y en especial con Estados Unidos.