En Egipto hay ofertas para aprovechar estos días. Por ejemplo, un hotel histórico construido en su propia isla en el río Nilo, no lejos de los antiguos monumentos faraónicos, se vendió por menos de tres millones de dólares, aunque vale 10 millones, según expertos.
La venta forma parte del programa de privatización impulsado por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), que tienen un papel clave en la política económica del país árabe más poblado de Medio Oriente, con más de 72 millones de habitantes.
El trío encontró un aliado natural en el presidente Hosni Mubarak, respaldado por Estados Unidos.
Mubarak, quien ocupa la presidencia desde el asesinato de Anuar el Sadat en 1981, fue reelegido el miércoles con más de 80 por ciento de los votos, según la prensa oficialista. El año pasado, designó un nuevo gabinete que incluía a varios ejecutivos de empresas multinacionales.
Otra transacción en la que los críticos sintieron "el olor de la corrupción", según diarios nacionales, fue la venta del Hotel Amoun, en la meridional ciudad turística de Aswan, que fue vendida a los empresarios Sameh y Nagiub Sawiris, dos amigos de la familia Mubarak.
El programa de privatizaciones, que comenzó a fines de los años 80 como condición de créditos de instituciones financieras internacionales, cobró nuevo impulso desde que asumió el nuevo gabinete, en julio de 2004. Desde entonces, activos públicos multimillonarios cambiaron de manos, en medio de acusaciones de corrupción y favoritismo.
"La privatización significa hoy deshacerse de los bienes públicos, y allí están en oferta. Es una realidad muy cruda", lamentó Gouda Abdel-Khalik, profesor de economía de la Universidad de El Cairo.
"La consigna ahora es vender todo y cualquier activo, a cualquier precio, en cualquier momento. Esto está yendo demasiado lejos", dijo.
El frenesí privatizador se acompaña de nuevos acuerdos con instituciones internacionales de crédito.
En junio, el Banco Mundial aprobó créditos por 2.800 millones de dólares para Egipto en los próximos tres años. Asimismo, Mubarak firmó un memorando de entendimiento con Estados Unidos en 2004 para obtener garantías de crédito por 2.000 milloens de dólares.
Ambos programas se acompañan de estrictas condiciones de privatización y otras reformas económicas.
También el pasado junio, el FMI terminó sus consultas con Egipto y recomendó más "reformas estructurales". El Fondo aprobó "el relanzamiento del programa de privatizaciones en Egipto" y destacó que "las ventas finalizadas desde fines de 2004 y la publicación de la lista de empresas a la venta en 2005 comprueban el compromiso del gobierno con el programa".
Mientras, USAID aplica hace tres décadas un programa para alentar la inversión extranjera en Egipto, que incluye constantes recomendaciones a El Cairo para que ponga a la venta sus activos públicos.
En marzo último, la agencia estadounidense informó en un comunicado que Washington otorgó al gobierno egipcio 100 millones de dólares para respaldar reformas económicas y "preparar al sector bancario para una ola de privatizaciones".
Además de la venta del Hotel Amoun, otras privatizaciones generaron duras críticas por el bajo precio de la venta y por las vinculaciones de los compradores con el gobierno, por ejemplo las de los hoteles Sonesta y Meridian, en El Cairo, y la empresa Egyptian Boilers Company.
"El FMI y el Banco Mundial hacen la vista gorda porque tienen sus propios objetivos", afirmó Abdel-Khalik, que fue funcionario del Banco.
"No hay que creer nada de lo que dicen sobre buen gobierno y todo eso. De buena gana sacrificarían todo eso en aras de su propia agenda", concluyó.
Ningún funcionario del Banco Mundial, el FMI ni USAID quiso hacer declaraciones. (