El fantasma de una guerra civil a gran escala en Iraq y el temor de que ese conflicto se traslade a los países vecinos han intensificado el debate en Estados Unidos sobre la oportunidad de retirar las tropas de esa nación árabe ocupada desde 2003.
Algunos analistas creen que un repliegue inmediato de Estados Unidos evitaría la agravación del conflicto, pero otros insisten en que la presencia militar impide que la violencia se exacerbe, desestabilice a todo Medio Oriente y haga que los precios del petróleo salten a la estratosfera.
El gobierno del presidente George W. Bush confirmó que sus soldados permanecerán en Iraq hasta que las propias fuerzas iraquíes puedan contener, si no desbaratar, la creciente insurgencia.
Pero varios analistas, incluyendo muchos que apoyaron la invasión en 2003, prevén que Washington comenzará a retirar sus 140.000 soldados en la primera mitad del año próximo, sólo porque el gobernante Partido Republicano necesita mostrar a los votantes "una luz al final del túnel" antes de las elecciones de noviembre de 2006.
De hecho, varios informes en la prensa británica el fin de semana sugirieron que Londres planifica un gran repliegue en mayo próximo, a pesar de que el primer ministro Tony Blair aseguró el domingo que "no se ha fijado ninguna fecha".
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Sin embargo, esos planes podrían ser irrelevantes si antes se agrava la situación de Iraq. Algunos observadores sostienen que ya ha comenzado una guerra civil entre sunitas, chiitas y kurdos.
"Hace un año era posible escribir sobre una potencial guerra civil en Iraq. Pero hoy esa guerra civil ya está presente", sostuvo el analista Niall Ferguson en el periódico Los Angeles Times.
Aunque esa es la visión de una minoría de los observadores, la posibilidad de una guerra civil ya no es cuestionada por nadie fuera del gobierno de Bush.
Ferguson criticó a Washington por haber favorecido la actual situación al no desplegar suficientes tropas en Iraq para desbaratar la insurgencia.
Por su parte, el Grupo Internacional de Crisis (ICG), instituto académico con sede en Bruselas, criticó el lunes el proceso constitucional en Iraq, promovido por Estados Unidos y que terminará con un plebiscito el próximo 15 de octubre, por haber alienado a la minoría sunita, lo que ha contribuido con la violencia.
A menos que Estados Unidos intervenga para asegurar que los intereses sunitas sean considerados, "Iraq se deslizará hacia una guerra civil de gran escala y a la división de su territorio", advirtió el ICG en su informe titulado "Deshaciendo Iraq: Un proceso constitucional torcido".
Asimismo, nadie fuera del gobierno de Bush pone en duda la conclusión a la que llegó, la semana pasada en Washington, el visitante canciller de Arabia Saudita, Saud al-Faisal.
"Iraq vive una situación muy peligrosa y amenazante. La impresión es que va lentamente hacia la desintegración. No parece haber ninguna dinámica que mantenga al país unido", señaló.
"Todas las dinámicas están llevando a los pobladores (de Iraq) unos contra otros", añadió, y alertó que este conflicto "arrastrará a los demás países de la región".
Ante estas advertencias, se intensificó el debate público sobre la presencia estadounidense en Iraq.
La mayoría todavía considera que las fuerzas de Estados Unidos impiden, o al menos dificultan, el camino hacia una guerra.
"El tipo de violencia que podríamos ver en Iraq si nos vamos ahora empequeñecería lo que ha ocurrido desde 2003", sostuvo Ferguson.
Por su parte, el sociólogo Michael Schwartz, de la Universidad del Estado de Nueva York, afirmó que "la presencia de Estados Unidos en Iraq no disuade, sino contribuye a crear una densa atmósfera parecida a la de una guerra civil", y sostuvo que "es más razonable asumir que el nivel de la violencia se reducirá drásticamente" si Washington retira sus tropas.
Schwartz señaló que los soldados estadounidenses estaban matando a más civiles iraquíes de los que podrían morir en una guerra interna. El sociólogo estimó que más de 25.000 civiles murieron en el último año.
Además, la presencia estadounidense estimula la violencia terrorista, en especial de parte del grupo radical liderado por Abu Musab al Zarqawi, un musulmán jordano de 37 años asociado a la red terrorista Al Qaeda a quien se atribuye la mayoría de los atentados suicidas, secuestros y ejecuciones de extranjeros.
"Cuanto más esperemos para retirarnos, más se agravará la situación para Estados Unidos y para los iraquíes", advirtió Schwartz.
Sin embargo, el sociólogo, situado a la izquierda en el espectro político e ideológico, fue bastante moderado en comparación con las afirmaciones de algunos más conservadores, como Andrey Bacevich, un veterano de la guerra de Vietnam (1964-1975) profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Boston, y el general retirado William Odom, del neoconservador Instituto Hudson.
"Nosotros creamos una guerra civil cuando invadimos (Iraq). No podemos impedir una guerra civil quedándonos", escribió Odom en un ensayo publicado el mes pasado.
Odom y Bacevich coinciden en que un repliegue, en lugar de provocar un vacío de poder en Iraq, haría que los países vecinos y otras potencias relegadas hasta ahora por el gobierno de Bush en la administración del país, formaran una coalición para asegurar que el conflicto no se vaya de las manos.
"Yo simplemente no puedo comprender ese argumento", escribió por su parte el experto en asuntos de Medio Oriente Juan Cole, de la Universidad de Michigan, en su sitio en Internet www.juancole.com.
"Los soldados estadounidenses están matando a muchos iraquíes, pero si están matando más de los que morirían en una guerra civil depende de cómo sea esa guerra. Uno o dos millones de personas podrían morir en una guerra civil, y eso si el fuego se limita a Iraq, algo que es improbable", sostuvo.
"Un repliegue estadounidense no hará que los sunitas de pronto renuncien a todas sus demandas. De hecho, tendrán más fuerzas para golpear más duro a los chiitas", añadió.
Cole es partidario de un repliegue parcial de las tropas estadounidenses. Ante la ausencia de fuerzas de paz de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o de la Organización de las Naciones Unidas, Washington podría mantener tropas especiales y su poderío aéreo para impedir una guerra civil.