CINE-BRASIL: Música rural conquista la urbe

El filme «Dos hijos de Francisco», que habla de la música rural rechazada como vulgar y ridícula por gran parte de la población urbana de Brasil, se acerca empero a los tres millones de espectadores, una hazaña en este año de fracaso taquillero para el cine nacional.

El filme de mayor taquilla desde la década pasada fue "Carandirú", que vendió 4,6 millones de boletos hace tres años con los dramas en pantalla de la cárcel de Sao Paulo que llevaba ese nombre y que culminaron con la masacre de 111 presos en 1992.

El éxito de "Dos hijos de Francisco", superando las expectativas más optimistas, se justifica por varios factores.

Se trata de la biografía del dúo Zezé di Camargo y Luciano, que ya vendieron en Brasil en los últimos 15 años 22 millones de discos de la música "sertaneja", que tiene puntos de contacto con el country estadounidense y su nombre refiere a la región semiárida que se extiende por el interior del país, en particular por la región del nordeste.

Pero curiosamente obtuvo buena acogida en salas de cine situadas en barrios y centros comerciales frecuentadas por la clase media y rica tradicionales, que ya perdieron hace mucho sus raíces rurales y por ello donde no se esperaba buena acogida.

Es que la película dirigida por Breno Silveira, quien se estrena en largometrajes, pone el foco principal en la tenacidad de Francisco Camargo para convertir a sus hijos en celebridades musicales.

"Mis hijos serán 'alguien' (importante) en la vida", vaticinaba el campesino sin tierra y fanático de la música rural desde el interior profundo del centrooeste del país.

Es también la historia del "sueño brasileño" de ascenso social por medio del fútbol o la industria cultural. Francisco es considerado "loco" por su obstinación en convertir a los primeros dos de sus siete hijos en músicos. Se enoja cuando el primogénito, aún pequeño, fracasa al cantar en una fiesta.

Pero, cuando el futuro Zezé muestra alguna capacidad para tocar la pequeña gaita que le había regalado, cambia gran parte de lo logrado con su cosecha de maíz, quesos, un puerco y un revólver por un acordeón y una guitarra española para sus hijos.

El triunfo de su obstinación gana dramaticidad porque hay reveses, obstáculos y tragedias en este camino a la gloria. El fracaso de los esfuerzos en la agricultura hace que Francisco se decida por abandonar el campo y emigre a Goiania, capital del estado de Goiás, aún en el centrooeste de Brasil.

Una casucha y el trabajo mal remunerado de albañil es su destino. El hambre sólo es superado porque sus dos hijos "músicos" deciden hacerse cantantes callejeros. Pero luego son engañados por un "empresario", que pasa a explotar el talento de los niños.

La muerte del cantante menor en un accidente automovilístico y la presencia de otro hijo parapléjico a causa de la poliomielitis son las tragedias que marcan a la familia e impiden que ella supere la extrema pobreza.

Será necesaria más de una década para que Zezé, de talento reconocido pero sin éxito comercial, descubra en otro hermano menor al compañero que necesitaba para formar el dúo que finalmente hará realidad el sueño de Francisco.

Para el éxito de "Es el amor", la canción de Zezé que convirtió al dúo en celebridad, el padre vuelve a ser decisivo, al usar una estratagema para lograr el impacto popular. Francisco dona a una radio la cinta con la canción de sus hijos y luego bombardea la emisora con pedidos para que la emitan, movilizando para eso a todos sus compañeros de trabajo y amigos.

El filme cosecha también el resultado de críticas positivas y la publicidad voluntaria de muchas personalidades que lo elogiaron, aunque manifestando su prejuicio contra la música rural.

La vida de los Camargo es contada de forma convincente, con buenos actores, destacándose Angelo Antonio, famoso como actor de telenovelas que cultiva la imagen de políticamente correcto, que representa al padre obstinado.

La historia coincide además con el pasado de muchas familias brasileñas que nacieron en las duras condiciones del campo. Hoy 80 por ciento de la población brasileña vive en las ciudades, pero dos tercios eran rurales en 1950.

En un intento por neutralizar los prejuicios contra la música campesina que Zezé di Camargo y Luciano representan, la producción de "Dos hijos de Francisco" entregó a Caetano Veloso, el destacado cantautor respetado por el gran mercado consumidor de clase media, la responsabilidad por el fondo musical de la película.

Al parecer no era necesario y, según algunos críticos, le impuso un tono de artificialidad en algunas partes en que la voz destacada es de cantantes de música urbana.

Por último, parte de la atracción del filme puede deberse, quizás, al hecho de contar una historia edificante, de éxito por el esfuerzo y los sacrificios de una familia. Se trata de un buen paliativo para el desencanto que sufre el país ante el escándalo de corrupción que sepultó las esperanzas despertadas por el gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. (

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