El XXIII Congreso Brasileño de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, concluido este viernes en la sudoccidental ciudad de Campo Grande, constituyó una protesta contra el ajuste fiscal que hace del saneamiento básico una prioridad «meramente virtual» en este país.
De los 6.000 millones de reales (2.600 millones de dólares al cambio actual) previstos para inversiones en ese sector en el bienio 2003-2004, menos de siete por ciento fue efectivamente aplicado, dijo a IPS el presidente de la Asociación Brasileña de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (ABES), José Aurelio Boranga.
Los datos divulgados en el congreso de la ABES, en la capital del estado de Mato Grosso do Sul, son desalentadores. De los 2.740 millones de reales (1.190 dólares) del presupuesto destinado este año al Ministerio de Ciudades, solo 27 por ciento fueron liberados.
La Caja Económica Federal, banco estatal y principal fuente de recursos para infraestructura social, informó que solo estaría disponible diez por ciento del total inicialmente previsto para saneamiento este año.
El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, iniciado en 2003, eligió el área de saneamiento como una prioridad, fijando como meta la universalización del abastecimiento de agua potable y el tendido de redes urbanas de cloacas en 20 años.
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Para cumplir ese propósito, se necesitarían inversiones equivalentes a unos 8.700 millones de dólares por año, suma inimaginable en el actual cuadro de penuria fiscal.
Hay escasez de recursos públicos, pero los gobernantes deben aplicarlos según las prioridades, y el saneamiento es una cuestión de salud, de calidad de vida, de protección ambiental, y es uno de los sectores que "más empleos e ingresos generan", argumentó Boranga.
Cada dólar invertido en saneamiento básico implica un ahorro de cuatro dólares en gastos posteriores de salud pública, según la Organización Mundial de Salud.
"Saneamiento ambiental, realidad o utopía" fue el tema central del Congreso que, según el presidente de la ABES, reunió a más de 4.000 personas, 2.600 de las cuales participaron en los debates técnicos, y el resto fueron visitantes de la feria de tecnología sectorial, que contó con 150 empresas expositoras.
El alcantarillado y el tratamiento de aguas servidas fueron materia de la mayor parte de los 1.400 trabajos técnicos enviados al Congreso, lo que indica la precariedad del servicio en este país sudamericano.
Casi la mitad de la población brasileña, 83 millones de personas, no cuenta con sistema de desagüe domiciliario, y 45 millones aún están excluidas de la red de distribución de agua potable, admite el Ministerio de Ciudades, que responde por la coordinación nacional del saneamiento básico. Brasil tiene hoy 184 millones de habitantes.
Además, 60 por ciento de las aguas servidas se arroja a ríos y arroyos sin ningún tratamiento.
La ABES reconoce datos más graves, "ni 10 por ciento del desagüe residencial es tratado", y el alcantarillado sólo llega a 40 por ciento de las casas, lo que excluye a 24 millones de domicilios, según Boranga.
En la cuestión de la basura, la precariedad es similar, de las 162.000 toneladas de residuos sólidos producidos diariamente en Brasil, 59 por ciento va a los basurales a cielo abierto, en los que 5.000 niños y sus padres buscan productos vendibles para sobrevivir, destacó.
De la basura urbana, 28 por ciento no es siquiera recogida, y queda en las calles, deteriorando el ambiente y agravando las inundaciones urbanas, acotó.
Además de los recortes en los gastos ya limitados en saneamiento, el sector sufre una tributación sofocante. El año pasado, se duplicaron algunos impuestos, y las compañías estaduales de saneamiento tuvieron que pagar en tributos 3,5 veces lo que el gobierno central les aportó en recursos para inversiones.
Sin una revisión tributaria, las empresas tendrán que reducir más aun sus inversiones, advirtieron expertos.
La legislación es otro obstáculo al desarrollo del saneamiento en este país. Después de dos décadas de discusión, un proyecto de ley se presentó en el Congreso legislativo en 2003 y se espera su aprobación este año. El principal problema es la disputa entre estados y municipios por la gestión de estos servicios.
El saneamiento básico es el área en la que Brasil está más rezagado en las metas de desarrollo del milenio, reconoce el gobierno.
Los ocho Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio son una plataforma para reducir drásticamente la pobreza y la desigualdad en todo el mundo, adoptada por la comunidad internacional en 2000 con la intención declarada de cumplir la mayoría de sus metas en 2015.
Reducir a la mitad la proporción de población sin acceso al agua potable es uno de esos propósitos.
Sin un avance claro hacia esa meta, será difícil para Brasil cumplir otra, la reducción de la mortalidad de menores de cinco años, admitió Luis Fernando Rezende, experto del Instituto de Investigación Económica Aplicada del Ministerio de Planificación.
El agua potable y el saneamiento reflejan también las desigualdades entre las regiones del país, pues están menos presentes en las zonas pobres, como el norte y el semiárido Nordeste.
En cambio, en la Región Metropolitana de la meridional Sao Paulo, la mayor ciudad del país, la red de agua potable llega a cien por ciento de sus 18 millones de habitantes, y el alcantarillado se expandió de 44 por ciento, en 1980, a 78 por ciento, el año pasado.
En consecuencia, la mortalidad infantil cayó en ese período de 24 años de 50,6 a 14,2 por mil nacidos vivos, destacó el gobernador del estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin.
El funcionario subrayó ese avance social para defender la necesidad de un esfuerzo nacional de inversiones en agua potable y saneamiento.