Una morbimortalidad sin precedentes es parte del desastre ambiental, sanitario, social y humano causado por el abuso de agroquímicos en la región del mar Aral, en el noroeste de Uzbekistán.
El problema es legado de la época en que este país de Asia central formaba parte de la Unión Soviética, cuando hubo una campaña masiva para producir algodón, un importante generador de ingresos, y se comenzaron a utilizar fertilizantes artificiales en grandes cantidades.
Uzbekistán todavía lidia con la transición económica del sistema socialista al capitalista y no logra sobreponerse al desastre ambiental, una muestra de lo que puede suceder cuando los seres humanos usan la tecnología para estropear la naturaleza.
Las necesidades básicas de salud son evidentes en una población de 26,3 millones de personas, en especial por el impacto del desastre del mar Aral, que ha provocado numerosos casos de tifus, enfermedades respiratorias, cáncer y tuberculosis.
Los residentes de la zona del mar Aral temen a la tuberculosis y a la ictericia mucho más que al sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). Los médicos también hablan de deformidades y las atribuyen al daño genético causado por los productos químicos usados en el pasado.
"A menudo me traen bebés sin manos o piernas, e incluso sin genitales, o con macrocefalia. ¿Cómo los puedo ayudar?", preguntó el médico Tohtabay Baltabaevk, que atiende a funcionarios gubernamentales de alto rango en uno de los distritos australes de Karakalpakstán.
Sólo en ese distrito hay unos 17.000 niños y niñas con diversas discapacidades y deformidades, según los médicos.
En Uzbekistán, hablar de los Objetivos de Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el Milenio —una serie de compromisos asumidos por los gobiernos en 2000 para reducir la pobreza, el hambre, la mortalidad infantil y materna, y promover la sustentabilidad ambiental, entre otras cosas— resulta totalmente extraño.
Pero los sentimientos de la población reflejan los mismos problemas que los gobiernos se comprometieron a mejorar para 2015. "Los actuales ingresos de muchas personas apenas exceden los 30 dólares mensuales. La gente prefiere no ver a un médico para recibir tratamiento en un hospital", dijo.
La mortalidad infantil y la materna disminuyeron en la última década, según estadísticas del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNPFA), que ubican a la mortalidad infantil en 41 de cada 1.000 nacimientos.
Según la Comisión Nacional Uzbeka de Estadísticas, la mortalidad de niños menores de un año en el país fue de 18,7 por cada 1.000 nacimientos en 2000, mientras que en 2004 ese número se redujo a 16,5 por cada 1.000 nacimientos.
Noventa por ciento de las mujeres embarazadas en la noroccidental región Khorezm y en Karakalpakstán, una región autónoma del norte que constituye casi 40 por ciento del territorio uzbeko, son anémicas, y la mitad padecen enfermedades de la glándula tiroides y los riñones.
Más de 40 por ciento de la mortalidad materna en Uzbekistán afecta a las madres primerizas, según Nariman H., un pediatra de Khorezm.
En los años 60, la Unión Soviética ordenó a Uzbekistán que desviara aguas de dos ríos del mar Aral, el cuarto más grande en el mundo. El fin era irrigar extensas áreas que habían sido transformadas en campos de algodón.
Para cultivar algodón se usaron enormes dosis de fertilizantes químicos, pesticidas y defoliantes, que se filtraron hacia las aguas subterráneas y alcanzaron las cuencas de los ríos. La población usaba esa agua para beber y cocinar, y así contrajo las enfermedades.
En los años 80, la cantidad promedio de fertilizantes químicos empleada en cada hectárea de tierra agrícola en Uzbekistán superaba los 300 kilogramos, casi tres veces la cantidad promedio de toda la Unión Soviética.
Como resultado, la superficie del mar en la región Aral disminuyó casi a la mitad de su tamaño original, el agua se volvió salobre y su volumen se redujo en tres cuartos. Los bancos de pesca casi desaparecieron, y las pasturas que dependían de las aguas del Aral también se redujeron.
Extensas porciones de tierra se transformaron en desierto, y algunos dicen que este proceso continúa. Los ríos Syr y Mu quedaron llenos de agroquímicos.
Hoy, los vientos anuales de Asia central y Europa occidental traen la sal residual del lecho del mar, seco y tóxico, con pesticidas y metales pesados. Es un problema que trasciende fronteras, empezando por el vecino Kazajistán.
La carga de la atención de la salud, en un momento en que la gente tiene que soportar los costos por su cuenta, también continúa.
Las cifras de la tuberculosis llegaron a estar seis veces por encima de los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Nuevas cifras de la OMS indican que los pacientes con el bacilo de la tuberculosis en Asia central son 10 veces más propensos a desarrollar una cepa resistente a múltiples medicamentos que el resto del mundo. La prevalencia de la enfermedad es de 156 por cada 100.000 personas.
El impacto del desastre del mar Aral es un tema ha logrado recabar fondos internacionales y ha provocado reuniones de líderes en la región a lo largo de los años.
En 1992, el presidente uzbeko, Islam Karimov, solicitó cooperación internacional para salvar al mar Aral, pero algunos dicen que el foco sigue estando en la producción de algodón. Las compras estatales de algodón crudo son muy bajas, pero la lana de algodón procesada y terminada se vende en el mercado mundial a precios elevados.
"La regularidad del trabajo infantil en las plantaciones de algodón, cada otoño, es la mejor imagen para representar la indiferencia del gobierno hacia los ciudadanos", dijo Marat Zahidov, un activista uzbeko por los derechos humanos.
Pero hoy los dolores y los problemas del mar Aral no parecen conmover ni a la comunidad internacional ni a las autoridades locales tanto como en el pasado. Se ha perdido mucho tiempo, lamentó Oral Ataniyazova, médica y líder de la organización no gubernamental Perzent, de Nukus, también en el área noroccidental del país.
Ataniyazova explicó que un reglamento del gobierno uzbeko sobre preservación genética en el área del Aral fue aprobado en abril de 2004, y que si el fondo se utiliza con eficiencia para su propósito, podría representar un importante avance.
Nargiza Jurabaeva, coordinadora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), dijo que este año la organización está preparando un informe sobre el avance del país hacia los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio. "Ahora estamos en la última etapa", explicó.
"El trabajo de evaluación del desempeño en cada región y sus correspondientes informes comenzará el año que viene. Lo que realmente necesitamos es una base de datos estadísticos confiable para cada región, y es en eso que estamos trabajando", dijo.
En el informe de la ONU "Un futuro al alcance de la mano", Uzbekistán figura en la lista de naciones que progresan "lentamente" hacia las metas del milenio de reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la materna en tres cuartos (en relación a 1990) para 2015.
Además, el informe determinó que Uzbekistán experimentó una "regresión" en cuanto a la prevalencia y la mortalidad de la tuberculosis.