Las famosas praderas onduladas y los bosques encantados del norte de Irán, cerca de las costas del mar Caspio, se vuelven historia como resultado del procesamiento de la madera con fines comerciales y la degradación causada por el turismo.
"Una vez estuve encargado de proteger estos bosques, y ahora traigo a cazadores furtivos, contrabandistas de madera y jóvenes acomodados de la ciudad a estas zonas para que aceleren la destrucción", lamentó Ahmed Jebelli, de 60 años, que se gana la vida conduciendo un taxi, tras retirarse de la Organización para la Forestación y las Pasturas.
Edificios, condominios y villas, propiedad de las nuevas elites de Teherán, dominan el panorama en que antes reinaba la belleza natural al paso del taxi de Jebelli, camino a las septentrionales provincias de Gilán, Mazandarin y Golestán.
A lo lejos, todavía se aprecia el impoluto azul profundo del mar Caspio y los densos bosques que aún cubren las laderas de las montañas de Alborz. Estas montañas también albergan exuberantes arrozales y plantaciones de cítricos que son un imán para los habitantes de las ciudades y los turistas en general.
Sin embargo, mirando más de cerca la maleza todavía densa, nutrida por las neblinas húmedas que llegan desde el Caspio y la alfombra de hojas caídas, se puede encontrar una variedad de botellas de plástico descartadas, cajas de cigarrillos vacías y basura de todo tipo.
En un descanso para tomar el té al pie de la suave colina Hasan Abad, Jebelli culpó de la constante depredación a la explosión demográfica que se produjo a partir de la Revolución Islámica de 1979, que derrocó al sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi, e instaló una República Islámica.
"La población se duplicó en las últimas dos décadas, y a la nueva generación no le importan los problemas ambientales", dijo.
"Esta es una generación con poca visión de futuro, que piensa sólo en hacer fila para conseguir leche subsidiada y alimentos básicos, y le importa un comino si los bosques son contaminados con su basura", se lamentó Jebelli.
Naser Karami, un climatólogo que trabaja como instructor de ecoturismo, tiene un punto de vista más experto sobre lo que ocurre con los legendarios bosques de Irán.
"La ausencia de leyes fuertes sobre el uso de la tierra es lo que está encogiendo el área debajo de los bosques y causando la desertización constante de la meseta iraní", dijo a IPS.
"La gente política y económicamente poderosa o sus parientes cercanos se las arreglan para obtener las licencias para explotar los recursos forestales, particularmente la madera, y lo hacen como les place", afirmó Karami.
"Ahora están en juego los bosques del Caspio (antigua Hircania) que cubren las montañas de Alborz, los bosques centrales y los de Arasbar, en las laderas de los montes Zagros, y también los bosques costeros del Golfo", explicó Karami.
En efecto, el mar Caspio (el más grande de los mares mediterráneos del mundo), célebre por sus reservas de esturiones, se está transformando en un vasto estanque de residuos de los países ribereños: Azerbaiyán, Rusia, Kazajistán y Turkmenistán. Y la "fiebre del petróleo", en una región ecológicamente tan sensible, sólo ha empeorado la situación.
Según imágenes satelitales difundidas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), con sede en Roma, de los 18 a 21 millones de hectáreas de bosques que existían en Irán al inicio de la Revolución Islámica, hoy sólo sobreviven unos 12 millones, destacó Karami.
"Guiándose por estándares de la FAO, los bosques 'genuinos' en Irán ahora cubren apenas siete millones de hectáreas (mayoritariamente en el norte del país, que limita con el Caspio)", expresó Karami.
"Hasta hace dos años, unos dos millones de metros cúbicos de madera eran extraídos anualmente de los bosques de Irán por empresas legalmente autorizadas, pero gracias a las protestas de organizaciones no gubernamentales (ONG) y ambientalistas, la explotación ha caído a menos de un millón de metros cúbicos", dijo Karami.
Mientras el Departamento Forestal sostiene que hasta 78 por ciento de la continua extracción de madera proviene de áreas reforestadas, expertos como Karami creen que el daño real causado a los antiguos bosques, destrozados en años recientes, es irreparable.
"En ausencia de evaluaciones independientes realizadas por ONG, por ejemplo, ¿quién puede verificar los argumentos de los funcionarios?", se preguntó el climatólogo.
Antes de la creación del actual Departamento Ambiental, varias autoridades estaban a cargo de la caza y la pesca, así como también de la forestación y las pasturas, y hacían cumplir estrictamente las reglas de conservación diseñadas para salvaguardar la flora y la fauna en Irán.
En contraste, los mal pagados guardianes del Departamento Ambiental no sólo son ignorados, sino que también corren riesgo de que algún cazador con contactos los mate de un disparo impunemente.
Testimonio de la cruel actitud del gobierno hacia el ambiente son las pilas de cartuchos vacíos descartados por el ejército que saludan a los visitantes que pasean por el Parque Nacional de Kanvir, en el centro de Irán. El ejército usa la otrora protegida reserva para prácticas militares.
Una encuesta llevada a cabo por el ambientalista iraní Hoshang Zeaee reveló que más de la mitad de la fauna y la flora que alguna vez existió en la meseta iraní ahora se ha extinguido.
Las especies desaparecidas desde 1978, según la encuesta, incluyen la gacela Jebeer (Gazella dorcas fuscifrons), el asno salvaje de Persia (Equus hermionus), la oveja roja de Alborz (Ovis ammon orientaliss), el guepardo asiático (Acinonyx jubatus), el ciervo persa (Dama mesopotámica) y la gacela persa (Gazella subgutturosa).
"La tragedia de perder gradualmente nuestras antiguas posiciones de bosques de tejos (Taxus baccata, también llamados árboles de tejos ingleses) en el norte y el oeste de Irán, cuyos orígenes datan de hace tres millones de años, junto con la fauna y la flora que sustentaban, es digna de un duelo nacional", dijo Karami.
"Mientras la mayoría de los iraníes están preocupados por otras cosas, este país va en el camino de los vecinos Afganistán y Paquistán, que una vez tuvieron cantidad de pasturas verdes y bosques florecientes pero que ahora están, en su mayoría, cubiertos por tierra estéril y desiertos", sentenció Karami.