Un cigarrillo a medio apagar o una chispa que salta por la fricción de las ruedas de un vehículo en marcha bastan para que las llamas acaben con miles de árboles sembrados a contrapelo de la sequía, en esta provincia oriental de Cuba.
"La seca obliga a veces a llevar agua en carros cisternas hasta zonas con mayores problemas", dice a IPS el especialista en silvicultura del servicio estatal forestal del Ministerio de Agricultura, Yosvani Acosta.
El experto reconoce que la sequía y los incendios conspiran contra los planes de forestación en Guantánamo, donde coexisten las zonas más lluviosas y las más secas del país, en las que el agua caída se cuenta en gotas.
Las precipitaciones anuales de la provincia son de 1.503 milímetros, pero en las montañas y el norte del territorio, las lluvias se aproximan o superan los 2.000 milímetros, en tanto hacia el sur van decreciendo hasta llegar a la costa.
Esta franja costera sur recibe en promedio menos de 500 milímetros de lluvias al año, con temperaturas superiores a los 26,6 grados y una tasa de evaporación de más de 2.000 milímetros.
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El déficit de precipitaciones ha contribuido a aumentar la erosión y desertificación de los suelos, afectados también por la salinización.
"En esta región optamos por sembrar especies que no son de alto valor económico, pero nos van a ayudar a mejorar la tierra", afirma Acosta.
Un programa forestal iniciado en 2000 para asegurar la sustentabilidad de los bosques permitió aumentar la superficie arbórea en más de 6.000 hectáreas en los últimos tres años.
"Nuestro patrimonio forestal es ahora de unas 250.000 hectáreas", asegura. Las formaciones naturales representan 86 por ciento del área cubierta y cobijan las mayores reservas de maderas duras y preciosas del país.
Aunque en menor medida que el pasado año, los incendios fueron en 2005 serios escollos del crecimiento y la protección de los bosques. "La conjunción de sequía y altas temperaturas propicia los incendios cada primer semestre del año, pero las causas directas no siempre se pueden determinar", comenta Acosta.
Ni siquiera Baracoa, ciudad guantanamera situada en la porción más lluviosa del país, se salvó del fuego. Cuatro incendios destruyeron 51 hectáreas de pinos en sus alrededores.
Los principales factores son la quema indiscriminada de pastizales y desechos de cosecha, el tránsito por áreas boscosas de vehículos sin "matachispas" y la negligencia de cazadores y pescadores furtivos que encienden fogatas sin precauciones.
Campesinos de la zona siguen empleando con frecuencia el fuego para despejar sus predios, práctica que no sólo arriesga la extensión de las llamas, sino el rendimiento agrícola de los suelos.
La mayoría de estas quemas se producen sin las autorizaciones previstas por el Decreto 179 sobre Protección, Usos y Conservación de los Suelos y sus Contravenciones.
Acosta cree que la creación de fincas forestales en la provincia ya se siente en la disminución de incendios, que fueron 27 en 2004 y 12 en lo que va del año.
Las fincas forestales "también contribuyen al mejor aprovechamiento del agua. En este momento tenemos una 40 de estas unidades, que oscilan entre cinco y 30 hectáreas, pero esperamos llegar a 2010 con 175", dice el especialista.
Las fincas están a cargo de familias campesinas a las que el Estado entrega en propiedad tierra y vivienda, mientras la empresa forestal se encarga de la capacitación y el suministro de medios de trabajo.
Datos estadísticos del Cuerpo de Guardabosques de Cuba indican que 367 incendios registrados este año afectaron 12.037 hectáreas, 54 por ciento de las cuales estaban cubiertas por bosques naturales.
Expertos de ese servicio han alertado que los siniestros dañan la rica diversidad biológica del territorio cubano y contaminan la atmósfera.
Estudios de entidades científicas y del Cuerpo de Guardabosques determinaron que de esos 367 incendios emanaron 238.288 toneladas de dióxido de carbono y 10.404 toneladas de metano, entre otros gases que se acumulan en la atmósfera y agravan el llamado efecto invernadero, recalentando el clima.
Acosta y Martín Ramírez López, especialista en ordenación y aprovechamiento de bosques del servicio estatal forestal, creen que la temporada más vulnerable va de febrero a mayo, aunque este año se extendió hasta junio.
La superficie boscosa total de Cuba es de 2.572.000 hectáreas, de las cuales 2.223.000 corresponden a bosques naturales y 348.700 son plantaciones forestales.
Un documento gubernamental difundido el 5 de este mes para informar sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio afirma que desde 1959, el índice de boscosidad del país aumentó en 10 puntos.
En 2004, alrededor de 24 por ciento de los suelos cubanos estaban cubiertos de bosques, añade el comunicado del gobierno. El programa forestal del país hace énfasis en la necesidad de incrementar la restauración boscosa por provincia.
Ese plan también da relevancia a aspectos cualitativos, en especial la supervivencia de las plantaciones. "El principal enemigo de los bosques son los incendios forestales", afirma.
Garantizar la sustentabilidad ambiental figura entre los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio, fijados en 2000 y que serán evaluados la semana próxima en la cumbre convocada por el máximo foro internacional.