El ferviente deseo del presidente de Afganistán, Hamid Karzai, de mejorar la cooperación de India y Pakistán entre sí y con su devastado país puede estar condenado a la nada, ante la interminable rivalidad de sus dos poderosos vecinos.
Karzai expresó este deseo en la reunión cumbre indo-afgana celebrada el 28 de agosto en Kabul, especialmente referido a que Pakistán facilite el tránsito a través de su territorio y mejores conexiones para el transporte y el comercio entre India y Afganistán.
Pakistán mantiene su posición, reiterada por el primer ministro Shaukat Aziz, de que el tránsito comercial de India a terceros países (incluyendo a Irán) debía vincularse a un avance satisfactorio de la cuestión de Cachemira, región fronteriza en el noroeste de India con límites provisorios, riquezas petroleras y un movimiento separatista pro pakistaní.
El balde de agua fría sobre las esperanzas afganas tiene un claro contexto histórico. Afzal Mahmud, un diplomático de carrera retirado, rastreó los orígenes de la actual situación entre India y Pakistán hasta los días en que Afganistán se destacó como "el único país que votó contra el ingreso de Pakistán a la Organización de las Naciones Unidas en 1947".
"Kabul siempre ha sido cercano a India y, entre las décadas de los 50 y los 70, la diplomacia india se esforzó por crear tensión entre Afganistán y Pakistán", dijo Mahmud a IPS.
De igual modo, Pakistán jugó en la guerra fría "cultivando vínculos con las tribus de la etnia pashtún (patán) de Afganistán cercanas a los pashtunes pakistaníes, y creando así un grupo de presión propio", señaló Mahmud.
Los pashtunes constituyen alrededor de 10 por ciento de la población de Pakistán, de 165 millones de habitantes.
"Las idas y vueltas de esta guerra fría entre pakistaníes y afganos han estado marcadas por varios incidentes sangrientos, comenzando en 1956, cuando el consulado de Pakistán en Jalalabad (Afganistán) fue incendiado por multitudes. Desde entonces, muchos ataques afganos han tenido lugar en oficinas consulares de Pakistán, incluyendo la sede de la embajada en Kabul, contra la que fueron perpetrados varios ataques en diferentes momentos", dijo Mahmud.
Por todo esto, la cumbre indo-afgana fue vista con particular interés en Pakistán. India, que ya había entregado 500 millones de dólares para la reconstrucción de Afganistán, agregó otros 100 millones, mientras el primer ministro indio Manmohan Singh se esforzaba para llevar los lazos bilaterales a un nuevo punto alto.
Karzai mencionó los esfuerzos en curso para una alianza indo-pakistaní y expresó su esperanza de que se expandiera en el futuro, incorporando a Islamabad en la ecuación.
Karzai afirmó que ya existía una buena relación entre afganos y paquistaníes, pero evitó con tacto mencionar la poco amistosa discusión entre funcionarios de Estados Unidos y de Afganistán por nuevos ataques del movimiento radical islámico Talibán lanzados desde territorio pakistaní contra objetivos extranjeros en su país.
El movimiento Talibán controló buena parte del territorio afgano y su capital entre 1996 y fines de 2001, cuando la invasión estadounidense lo derrocó y puso en fuga a sus integrantes.
A su modo, Karzai subrayó la importancia de la amistad entre Pakistán e India para mejorar la cooperación regional, que podría crear mejores perspectivas para la reconstrucción de su país, devastado por décadas de conflictos desde la guerra fría y conflictos posteriores que culminaron con los bombardeos y ocupación estadounidense que aún se mantiene.
Como antaño, las rivalidades de los grandes poderes de hoy tienen lugar en Afganistán —como Estados Unidos y sus aliados— o a sus puertas, como China, Rusia, India e Irán.
Pakistán se considera lo suficientemente importante como para tener una opinión sobre Afganistán, aunque los juegos de hoy están subsumidos en varias rivalidades bilaterales o conflictos que deben ser reconocidos.
Está la tensión entre los poderes afianzados en Afganistán (Estados Unidos y la Unión Europea) y el incipiente desafío de la Organización para la Cooperación de Shangai, que une a Rusia y China con varias repúblicas centro-asiáticas. También son importantes los intereses de India e Irán en territorio afgano, a los que se opone Pakistán.
Los orígenes de las tensiones Pakistán-Afganistán y Pakistán-India se remontan a los intentos de Nueva Delhi y de Islamabad de crear grupos de presión y áreas de interés dentro de la sociedad afgana.
Pakistán disfruta de un grado de ventaja a causa de las afinidades entre pashtunes afganos y paquistaníes. Los pashtunes que viven en Pakistán están concentrados en la Provincia de la Frontera Noroccidental y en Balochistán, región árida que se extiende entre Irán y Afganistán.
Los pashtunes siempre han jugado su propio juego político. Ni se alinearon con Kabul ni permitieron que Pakistán saliera malherido de la propuesta afgana de crear un territorio independiente o autónomo para los pashtunes que viven del lado paquistaní de la Línea Durand, delineada por los ingleses, que define la frontera entre las dos naciones.
Las luchas entre paquistaníes y afganos siempre han girado en torno a la propia legitimidad de la Línea Durand, referida a la creación de Pakistán separado de India. Kabul ha cuestionado la validez de esa frontera y muchos pashtunes paquistaníes siguen cuestionándola hoy.
Kabul siempre ha mostrado interés en los derechos de los pashtunes pakistaníes. Ahora es el turno de Pakistán de cuestionar los planes de los pashtunes afganos, nada cómodos con el nuevo régimen impuesto por Estados Unidos en Kabul.
Pero el interés de Islamabad no está claramente expuesto. Observadores tienen amplias sospechas de que Pakistán quiere ejercer influencia en Afganistán a través de sus grupos de presión pashtunes, poco felices con Karzai.
India tiene apoyo en Kabul, no sólo de parte de Karzai y su gabinete, sino también de muchos elementos políticos que combatieron al Talibán, especialmente la Alianza Norteña, que fue apoyada por Irán, Estados Unidos y sus aliados y que continúa en buenas relaciones con India.
Y es allí donde Kabul sospecha que Pakistán está jugando un juego caprichoso.
Sin el apoyo de Pakistán, el gobierno de Karzai no puede consolidarse, ni defenderse adecuadamente de los renovados ataques del Talibán. Muchos funcionarios y ministros afganos, así como Estados Unidos, acusan a Pakistán de no dominar los elementos talibán en su territorio.
"El triángulo de Pakistán, Afganistán e India siempre será problemático. Aparte del de la superpotencia (Estados Unidos) y la casi-superpotencia (Rusia), hay otras (China e Irán) que tienen sus manos en la masa", señaló Sultan Jilani, destacado analista sobre asuntos afganos.
Jilani agregó que Karzai "tiene bastante razón al pensar que mejorar las relaciones entre India y Pakistán sería la clave para resolver varios problemas de su país".
Fue con la ayuda de Pakistán que Washington pudo expulsar a los rusos de Afganistán a fines de los años 70, pero a un costo muy alto.
"El régimen apuntalado por Moscú colapsó espectacularmente, pero entonces varios señores de la guerra tomaron el poder. Esto fue porque Pakistán no pudo controlar las facciones armadas antisoviéticas, y todos ellos se convirtieron en señores de la guerra y se dividieron por cuestiones étnicas e ideológicas", observó Jilani.
Pakistán trató de volver a ganar la iniciativa sacando al Talibán (casi sinónimo de pashtún) de la galera en los años 90. Pero India, Irán y Rusia nunca permitieron que el Talibán controlara las zonas del norte del país.
"Ahora la tarea de Karzai parecería ser conciliar a Rusia, Irán e India de modo tal de ser acomodado sin perjudicar el interés paquistaní en la comunidad pashtún afgana, que puede ser de hasta 40 por ciento de la población" de 29 millones de habitantes, concluyó Jilani.
Precisamente ahora, India juega con ventaja, por la simpatía de Karzai, por la inclinación de los norteños señores de la guerra hacia Irán e India y por las restricciones de Washington a Pakistán.
"La gran cuestión para India sería liberar el tránsito a través de Pakistán hacia Afganistán, y de allí a Asia Central. Pero Pakistán no concederá tal acceso sin algún beneficio compensatorio sobre Cachemira, que sea sustancial y creíble", dijo Afzal Mahmud.
Hay otros asuntos en los que India puede hacer concesiones sustanciales, particularmente las disputas por el agua. Pero no parece probable que eso ocurra, según Mahmud y Jilani.