Arte Ciencia en el Palco es un grupo brasileño singular en el mundo del teatro, dedicado exclusivamente a temas científicos para divulgar las batallas por el conocimiento como un drama mayor de la humanidad.
Su octava producción, La danza del universo, estrenado el 6 de este mes en Sao Paulo refleja bien el espíritu del grupo que se puede considerar exitoso, al acumular una taquilla de 600.000 espectadores en sus siete años de vida, considerando las complejidades de su opción.
Encuentros imaginarios, imposibles en algunos casos, de científicos como del alemán Johannes Kepler (1571-1630) y el italiano Galileo Galilei (1564-1642) o filósofos como el romano Tito Lucrecio (siglo I ante de Cristo) y San Agustín (354-430), sirven para dramatizar el conflicto entre conocimiento y oscurantismo a lo largo de la historia.
La música, introduciendo y articulando las nueve escenas que componen los 80 minutos de escenificación, y el humor, además de técnicas brechtianas, contribuyen a dinamizar la confrontación de ideas y agregar emoción.
A veces un personaje es representado por un solo actor, luego su suman otros que se suceden como un mismo personaje, siempre hay tensión con personalidades e ideas que se confrontan. Las canciones indican el contexto, resumiendo la situación y las ideas.
El humor está más en las situaciones y posturas de los personajes que en los diálogos, destacó a IPS Oswaldo Mendes, autor del texto. Es el caso del encuentro ficticio entre un Galileo arrogante, aun después de renegar de sus convicciones ante la Inquisición, negando ayuda a un Kepler sumido en la miseria.
Galileo justifica su negativa al decir que sólo puede compartir conocimientos y que en aquella época solamente el francés Michel de Nostradamus (1503-1566) supo ganar dinero con los astros. También parece cómico el mal humor permanente del inglés Isaac Newton (1642-1727) irritado con los intermediarios de Dios.
La danza del universo se inspira en el libro homónimo del físico brasileño Marcelo Gleiser, profesor en una universidad de Estados Unidos y que se destaca por tratar complejas cuestiones de cosmología y de ciencias en general de forma comprensible para no científicos.
Pero el libro fue sólo una inspiración inicial, pues el texto teatral quedó muy distinto, agregando situaciones dramáticas y un enfoque en que se destaca la lucha de los científicos contra la opresión, la ignorancia y los prejuicios.
El último diálogo junta al científico alemán Albert Einstein (1879-1955) y el cineasta inglés Charles Chaplin (1889-1977) cuando éste era forzado a dejar Estados Unidos a causa de la persecución lanzada por el senador Joseph R. McCarthy contra todos los que consideraba enemigos de su país.
El encuentro imaginado entre dos perseguidos por sus ideas simboliza la unión del arte y la ciencia contra el oscurantismo, explicó Mendes. Pensar es peligroso, dice Chaplin en su texto.
La obra es también un homenaje a Mario Schenberg (1916-1990), un brasileño que Einstein consideraba uno de los 10 mayores físicos del mundo, expulsado de la universidad por la dictadura militar que gobernó Brasil de 1964 a 1985.
Schenberg también une arte y ciencia, porque además de científico fue un importante crítico de artes plásticas, observó Mendes, un actor de 59 años que por mucho tiempo trabajó en periodismo y hace 15 años eligió dedicarse sólo al teatro, adhiriendo de cuerpo y alma al grupo Arte Ciencia en el Palco (ACP).
La danza del universo es la primera pieza totalmente nacional del grupo, desde la concepción a la ejecución final. Antes llevó a las tablas (palco en Brasil) textos extranjeros, como Einstein, del canadiense Gabriel Emanuel, Copenhagen, del británico Michael Frayn, e Y ahora, señor Feynman, del estadounidense Peter Parnell.
Además el grupo elaboró piezas infantiles basadas en la vida de Leonardo Da Vinci y en la novela del francés Julio Verne, 20.000 leguas de viaje submarino. Cuatro de esas obras serán presentadas en una retrospectiva en Sao Paulo, sede de ACP, durante septiembre y octubre.
La idea de crear un grupo para investigar y representar la relación entre arte e ciencia fue del actor Carlos Palma, después de emocionarse con en monólogo Einstein en un viaje a Chile en 1995 y llevarlo al teatro brasileño en 1998.
Luego logró la adhesión de Mendes y otros profesionales del teatro. El grupo dispone hoy de 12 actores, siete de los cuales actúan en La danza del universo. La facilidad del monólogo le permite llevar Einstein con mas frecuencia a otras ciudades brasileñas.
Hay otros grupos en el mundo dedicados a la difusión científica, pero son en general vinculados a universidades. Como grupo autónomo, profesional, ACP es único, cree Mendes.
Un principio seguido es que no se trata de difundir ciencia, didácticamente, sino el drama humano, la emoción y los conflictos éticos involucradas en la construcción del conocimiento. Es el aspecto humano de los científicos lo que interesa, como impulsor de los avances, explican los miembros de ACP.
Tres textos ya están en estudio para escenificación el próximo año, habrá que elegir entre Darwin, oxígeno y Galileo, temas de las obras en evaluación, informó a IPS Adriana Caruí, editora de Arte del grupo. Hay presión de los biólogos para que el grupo incorpore más temas de esa área, acotó.