Yasmín Inostroza es una de las 85.000 madres precoces que hay en Chile, tiene 19 años y hace limpieza en un supermercado que le paga por mes los 130 dólares que entrega íntegro a sus padres, con quienes vive en una barriada pobre del sector sur de la capital del país.
Jonathan, mi hijo, tiene tres años y se queda con mi madre mientras yo trabajo, de lunes a sábado. Cuando me embaracé estaba en segundo medio (secundario) y tuve que abandonar el colegio para trabajar, ya que el padre del niño tenía mi misma edad y también estudiaba y su familia no quiso que yo fuera a vivir con ellos, contó la joven a IPS.
Inostroza, que vive en la población José María Caro, es el prototipo de las madres adolescentes chilenas, que en su mayoría pertenecen a los estratos pobres, son solteras y residen en casa de sus padres o con los progenitores de sus parejas, según un estudio que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) publicó este mes en su revista.
El trabajo de Jorge Rodríguez Vignoli, investigador del Centro Latinoamericano de Demografía (Celade), División de Población de la Cepal, destaca que la maternidad adolescente no ha disminuido en este país de 15,3 millones de habitantes, al contrario de los otros grupos etarios, en los cuales bajan los nacimientos.
Con el análisis de datos censales, Rodríguez Vignoli estableció que en 1982 un 11,67 por ciento de las mujeres entre 15 y 19 años eran madres. El índice aumentó a 13,86 por ciento en 1992 y para 2002, cuando se realizó el último censo de población en Chile, se mantenía casi estable, en 13,49 por ciento.
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La tasa global de fecundidad disminuyó, en cambio, de 2,95 hijos por mujer fértil a comienzos de los años 80 a 2,35 en la actualidad, según las proyecciones del Celade.
La liberalización de las costumbres en los jóvenes hace más temprana la iniciación sexual, pero, mientras en los estratos de altos ingresos se accede con facilidad a los métodos anticonceptivos, no ocurre lo mismo en los de menores ingresos, lo cual vincula la maternidad precoz con la pobreza dura, comentó a IPS la asistente social María Cristina González.
Al mismo tiempo, el problema se hace visible como consecuencia de la propia apertura de la sociedad. Antes era frecuente que los hijos de madres adolescentes fueran inscritos como propios por los padres de éstas, sobre todo en los medios rurales, agregó la experta.
La mitad de las mujeres pobres que viven en los campos en Chile han sido madre antes de cumplir los 20 años, según la investigación de Rodríguez Vignoli, quien subrayó además el vínculo entre maternidad precoz y deserción escolar.
Según el censo de población de 2002, el 85 por ciento de las menores de 17 años que no han tenido hijos estudian, mientras que entre las madres de esa edad sólo 30 por ciento lo hace. Una madre adolescente pobre probablemente quedará al margen del sistema escolar y se dedicará básicamente a tareas domésticas, explicó el profesional del Celade.
Con el nivel de educación que alcancé antes de quedar embarazada no puedo aspirar a un buen empleo. Me gustaría completar al menos la enseñanza medía (de cuatro grados) estudiando de noche, pero es imposible, porque no tengo dinero para pagarla y porque debo cuidar a mi hijo, señaló Yasmín Inostroza.
Una educación secundaria completa actúa como blindaje poderoso, aunque no infalible, contra la maternidad adolescente, de acuerdo al estudio, en el cual se enfatiza igualmente que las mayores oportunidades educativas y laborales desincentivan el embarazo precoz.
Los datos del censo de 2002 indican que el indicador de madres de 15 a 19 años casadas era sólo de 17 por ciento, mientras 55 por ciento declaró ser solteras y 28 por ciento restante dijo convivir con sus parejas.
La conclusión que emerge de estas cifras es que la mayoría de las madres precoces viven con sus padres o con los progenitores de su pareja, pero el apoyo que les prestan las familias no parece ser suficiente para que puedan seguir estudiando o se inserten bien en el mundo laboral, como consecuencia de la pobreza.
Además de la familia, los otros actores que deberían asistir a las muchachas-madres son, por una parte, el Estado, para impedir la discriminación, proveer escuelas, guarderías y servicios de consejería, dar subsidios y definir garantías y, por otra parte, el mercado para ofrecer empleos.
Hay un avance en los últimos años con normas del Ministerio de Educación que castigan la discriminación de estudiantes embarazadas, pero falta que el Estado asuma las otras medidas de protección de madres adolescentes y, sobre todo, que el empresariado no las excluya del mundo laboral, indicó González.
Para Rodríguez Vignoli, es importante la adopción de medidas más directas que fomenten las conductas responsables, ya sea en cuanto a la edad de inicio de las relaciones sexuales como a la adopción de medidas precautorias anticonceptivas.
Es necesario acercar a los adolescentes servicios de conserjería, de apoyo especializado y de distribución de anticonceptivos y darles enseñanza para su uso regular y adecuado, señaló el experto en su estudio.
Una encuesta de la consultora Feedback, cuyos resultados se difundieron el 15 de este mes, constató que 90,3 por ciento de la población de Santiago es partidaria de que se promueva el uso del condón entre los adolescentes y que 71 por ciento apoya la distribución del anticonceptivo de emergencia o la llamada píldora del día después a las mujeres.
Del mismo modo, 61,3 por ciento está a favor del aborto en casos de embarazos por violación, no obstante de que en Chile está proscrito incluso el aborto terapéutico por una ley expedida en 1988, en las postrimerías de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
Para González, los resultados del sondeo son alentadores, si se considera la posición conservadora de la Iglesia Católica en estos asuntos. Los chilenos tienen cada vez más claro que la maternidad precoz o los embarazos no deseados son un problema de salud pública y no de fe, subrayó la asistente social.
Rodríguez Vignoli enfatizó que las medidas de anticoncepción deben orientarse al conjunto de los jóvenes y no sólo a las madres adolescentes, ya que éstas, luego del embarazo, están más motivadas para controlar su fecundidad y por su misma condición acceden con más facilidad a los programas de planificación familiar.
Al difundir este trabajo, Cepal exhortó a que el embarazo y la maternidad adolescentes sean asumidos como temas prioritarios dentro de la agenda social.
La Organización de Naciones Unidas ha puesto también especial énfasis en los temas de la maternidad, del parto seguro y de la mortalidad infantil en el marco de sus Objetivos de Desarrollo del Milenio.