Mientras la ONU prepara una cumbre en Nueva York para celebrar el mes próximo su 60 aniversario, Estados Unidos parece dirigirse a un choque político de imprevisibles consecuencias con el foro mundial.
Éstos no son, por cierto, los mejores tiempos para la relación entre la ONU y Estados Unidos, dijo un diplomático del mundo en desarrollo. Y la mayor responsabilidad, aseguró, le cabe al gobierno de George W. Bush.
La ONU (Organización de las Naciones Unidas) ha sido objeto de continuos ataques de la derecha estadounidense, que la acusa de ineficiencia y mala gestión.
Un proyecto de ley aprobado en junio por la Cámara de Representantes de Estados Unidos amenaza con recortar a la mitad el aporte financiero de este país al foro mundial. El presidente Bush se comprometió a vetar la iniciativa, si fuera aprobada por el Senado.
Pero el presidente, quien tiene a la derecha asistiéndolo en su esquina, designó a un vociferante crítico de la ONU, John Bolton, como su representante ante la propia organización.
Y el viernes circulaban versiones no confirmadas sobre la posibilidad de que Bush negara la visa al nuevo presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, que planea visitar Nueva York para la cumbre de septiembre, en ocasión de las instancias inaugurales de la próxima sesión de la Asamblea General.
Creo que son asuntos serios, muy serios, dijo a IPS Jim Paul, director ejecutivo del Global Policy Forum, institución especializada que analiza día a día el acontecer de la ONU.
Creo que no se trata sólo de asuntos perjudiciales, sino también de una relación entre la superpotencia y la institución multilateral que desde hace tiempo sufre una arraigada tensión estructural, advirtió.
Estados Unidos quiere hacer todo lo que quiere, mientras la ONU parece restringida por la ley y por la voluntad de los restantes 190 países miembros, según Paul.
Aquellos que pensaban que el fin de la guerra fría y del 'punto muerto' entre dos superpotencias (Estados Unidos y la Unión Soviética) fortalecería el papel de la ONU estaban seriamente equivocados. La existencia de una única superpotencia puede ser aun más negativa, añadió.
Cuando Bush anunció la designación de Bolton esta semana, desafiaba a una abrumadora cantidad de críticos, incluidos algunos de sus más leales colaboradores.
Pero eludió la oposición en el Senado estadounidense aplicando su prerrogativa de nombrar funcionarios cuya designación requiere del aval de la cámara alta mientras ésta se encuentra en receso, lo que mantendrá a Bolton al frente de la misión en la ONU hasta enero de 2007.
El senador Edward M. Kennedy, uno de las figuras más connotadas del opositor Partido Demócrata, calificó el nombramiento maniobra taimada que oscurece aún más el nubarrón sobre la credibilidad del señor Bolton.
Bolton, un derechista conservador, ha mantenido posiciones agresivas hacia países como Irán y Corea del Norte y en materias como el control de armas, la no proliferación nuclear y la propia ONU.
Quizás el mejor comentario al respecto —y el más sarcástico— correspondió a un editorial del diario The New York Times. Si algo tiene de positivo la designación de John Bolton por parte de Bush es que mientras esté en Nueva York no estará creando desbarajustes diplomáticos en ningún otro lado.
Desde que comenzaron a circular versiones según las cuales Bolton dijo que la ONU no perdería mucho si desaparecieran 10 de sus 39 pisos, era lógico que ese comentario será repetido una y otra vez ahora que trabajará diariamente en la sede del foro mundial.
En una conferencia de prensa, un periodista preguntó sarcásticamente al portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, si habría garantías de que Bolton no quitaría 10 pisos del edificio.
El secretario general (de la ONU, Kofi Annan) recibió hoy las credenciales del señor Bolton. Él es ahora oficialmente el representante permanente de Estados Unidos en la ONU, y creo que nos abstendremos de formular comentarios coloridos sobre las actividades de Bolton, ahora que él trabaja aquí, dijo Dujarric.
Pero Paul advirtió que nadie con estas posturas había sido designado antes en este cargo. ¡Es como ubicar a un ateo militante como embajador en el Vaticano! Hay, por cierto, simbolismos muy negativos involucrados. Pero, ¿su presencia cambia dramáticamente las cosas? Eso no está claro, sostuvo el experto.
Paul agregó que Bolton tomará instrucciones de la secretaria de Estado (canciller), Condoleezza Rice. Y debemos recordar que él quiere mantenerse involucrado en las batallas de Washington, por lo que podría ni siquiera estar en Nueva York tanto como sus predecesores.
Aún está por verse si algo nuevo y poderoso sucederá, agregó.
Mientras, en Washington, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto que reduciría a la mitad el aporte de Estados Unidos a la ONU, que asciende a unos 440 millones de dólares al año, si la organización no cumple con 46 requisitos entre los que figuran una mayor transparencia financiera y la creación de nuevos órganos de control.
Y la posibilidad de que Bush niegue la visa a Ahmadinejad abre otro frente de potencial conflicto entre Estados Unidos y la ONU.
El presidente iraní es sospechoso de haber participado, cuando era estudiante en 1979, en la toma de la embajada estadounidense en Teherán, poco después de la Revolución Islámica que puso fin al régimen del shah Rezah Pahlevi.
Ni el gobierno de Bush ni la Agencia Central de Inteligencia (CIA) confirmaron que Ahmadinejad haya sido uno de los militantes islámicos que tomó a funcionarios diplomáticos de Estados Unidos como rehenes. El gobierno iraní rechaza esas versiones.
Pero el gobierno de Bush podría utilizar ese rumor como pretexto para negar la visa basado sobre sus preocupaciones en materia de seguridad nacional, dijo un alto funcionario de la ONU, que habló con IPS a condición de mantener reserva sobre su identidad.
Pero Dujarric recordó este viernes que el tratado por el cual se estableció la sede de la ONU en Nueva York exige a Washington no imponer ningún impedimento a los viajes de ningún representante de un país miembro en misión oficial.
De todos modos, el gobierno estadounidense impidió la asistencia en 1988 a la Asamblea General del entonces líder de la Organización para la Liberación de Palestina, el hoy fallecido Yasser Arafat. Ese año, el órgano sesionó en Ginebra con el único objeto de escuchar las palabras del líder palestino.
A pesar de los conflictos, Estados Unidos necesita a la ONU, consideró Paul.
Por todos los golpes que ha recibido, la ONU tiene una legitimidad única y Washington intenta aprovecharla en su beneficio, sostuvo. Washington trata de usar a la ONU mediante la amenaza o el chantaje, pero sin romper la institución.
Si la ONU colapsara, concluyó el experto, habría que inventar otra.