IRAQ: Constitución no significa paz

Los tres grupos principales que discuten un nuevo proyecto de Constitución en Iraq avanzaron muy poco sobre las discrepancias que llevaron al parlamento a extender el plazo para la presentación del texto hasta el 22 de este mes.

Los asuntos más importantes pendientes de resolución son el federalismo y el papel del Islam.

El principal partido árabe sunita, el Partido Islámico Iraquí, criticó el miércoles a la comisión constituyente que integra, calificándola de sesgada y caótica.

Sus objeciones ponen en evidencia que los sunitas tienen más prevenciones sobre el nuevo orden en Iraq que los otros dos grupos islámicos del país, los chiitas y los kurdos. Los sunitas constituyen el grueso de la resistencia a la ocupación estadounidense.

La mayoría de los iraquíes son chiitas (62 por ciento) y habitan el sur, mientras en el centro predominan los sunitas (35 por ciento), el grupo islámico dominante en el depuesto régimen de Saddam Hussein (1979-2003). Los kurdos, con idioma propio, constituyen 20 por ciento de la población, de casi 25 millones, y están concentrados en el norte. La posición adoptada por los sunitas parece ahora crucial para el futuro de Iraq, aunque otros problemas podrían surgir una vez que se atiendan sus demandas. Estados Unidos consideró de máxima importancia que los sunitas aprueben el proyecto, en la esperanza de que un acuerdo político reste fuerza a la insurgencia.

Las mismas expectativas habían sido manifestadas antes e inmediatamente después de las primeras elecciones legislativas de Iraq, en enero. Pero en ese entonces, los sunitas en general permanecieron al margen del proceso, por lo que obtuvieron muy escasa representación en el parlamento y luego en la comisión constituyente.

Para cuando los otros dos grupos aceptaron ampliar la delegación sunita en la comisión, quedaba muy poco tiempo para negociar.

Representantes chiitas declararon que podrían impulsar un proyecto aunque no cuente con la aprobación de los delegados sunitas.

Aparentemente, los negociadores sunitas son más radicales que la población sunita en general, o bien no se sienten en condiciones de realizar concesiones porque fueron designados y no elegidos.

Pero dada la fuerza de la insurgencia y el ánimo reinante en la población, parece una esperanza vana que el pueblo sunita acepte algo que sus líderes rechazan.

Cada uno de los tres grupos puede vetar el proyecto constitucional en un referendo que tendrá lugar en octubre.

Hacer que los sunitas acepten una nueva Constitución será una tarea hercúlea, porque ese grupo se siente en desventaja política, dado que el nuevo presidente es kurdo y el primer ministro chiita. Además, temen que la nueva carta magna debilite aún más su posición en materia territorial y económica.

Su principal preocupación es la propuesta estructura federal y descentralizada. Los kurdos han ejercido una autonomía de facto en su pequeño enclave del norte desde la primera guerra del Golfo, en 1991. Ahora los chiitas, que forman la mayoría, quieren su propia área en el sur.

El sur del país es la zona más rica en petróleo, y constituye la única salida al mar. Los sunitas temen que, cualquiera sea el acuerdo que se realice para la distribución de los ingresos del petróleo, una estructura federal los excluya en cuanto a los beneficios y también en materia de los empleos y la infraestructura que estos recursos generarían.

En la antigua estructura de control central, los sunitas recibían la mayoría de esos beneficios.

Los líderes sunitas no se resisten tanto a la autonomía kurda, pero se oponen radicalmente a la inclusión en su área de la ciudad de Kirkuk, rica en petróleo.

Los kurdos pretenden postergar la discusión del asunto, pero los sunitas quieren garantías de que no se intentará quitarles también el petróleo del norte.

Podría ser tentador para Estados Unidos urgir a los otros dos grupos a realizar concesiones a los sunitas para que se sientan incluidos en el futuro Iraq, pero esto podría llevar a un deterioro de las relaciones con los kurdos, que han sido el sostén de las operaciones estadounidenses en Iraq, y con los chiitas, que hasta ahora también las han apoyado, aunque con renuencia.

Los kurdos consideran que su futuro se encuentra en un Iraq federal, pero rechazan cualquier poder del gobierno central en su área. En los hechos, pretenden la independencia completa.

Otro asunto que separa a los kurdos de los otros dos grupos es el papel del Islam. Tanto los partidos chiitas como sunitas quieren que el Islam sea la principal fuente de la futura legislación.

Los kurdos, también musulmanes pero con una cultura política más secular, opinan que el Islam debe ser sólo una de las fuentes de legislación.

Grupos feministas y el gobierno de Estados Unidos también temen que un papel demasiado fuerte del Islam, que de todos modos sería la religión del Estado, menoscabe los derechos de las mujeres iraquíes, que en comparación con el resto del mundo árabe gozan de mayores libertades.

La derrota de los sunitas en una eventual guerra civil podría conducir a la creación de un enclave sunita en el centro de Iraq que se transforme en refugio de terroristas, como sucedió en Afganistán bajo el gobierno del grupo fundamentalista Talibán.

Pero la aceptación sunita de una autoridad central debilitada en una estructura federal podría tener el mismo efecto.

Sólo una victoria total de kurdos y chiitas combinados podría poner fin a cualquiera de ambas situaciones. ***** +Iraq sin aliento – Cobertura especial de IPS Noticias (https://www.ipsnoticias.net/iraq/index.asp) (FIN/IPS/traen-mlm/ip ik/05)

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