La premiada directora de la emisora estatal Canadian Broadcasting Corporation (CBC) Michaëlle Jean, nacida en Haití y radicada en Québec, es la primera gobernadora general negra de Canadá. Su nombramiento marca una inflexión en la vida política de este país.
Jean es representante directa de la reina Isabel II de Gran Bretaña, jefa de Estado oficial de Canadá. Pero pese a todas las singularidades del caso, al hacer el anuncio de su nombramiento, el día cuatro de este mes, el primer ministro Paul Martin evitó palabras como histórica, separación y minoría.
Las tres omisiones del discurso fueron deliberadas. Martin negó cualquier motivación política partidaria ulterior y dijo que el nombramiento no estaba dirigido a nadie sino a celebrar a una canadiense meritoria.
Permanece la duda de si la designación de esta quebequesa de alto perfil busca neutralizar el resurgimiento del deseo de la población de esa oriental provincia de habla francesa de separarse del resto de Canadá.
La tercera cuestión es la más caliente. Tiene que ver con el hecho de que Martin lidera un gobierno de minoría débil. Así que, al menos en teoría, Jean podría convertirse en una de las pocas gobernadoras generales en la historia de los países de la Commonwealth (Mancomunidad de Naciones, integrada por las ex colonias británicas) en hacer caer a un primer ministro.
Martin llamó a Jean una de las comunicadoras más admiradas de Canadá, y ciertamente de Québec, y declaró: La suya es una historia que nos recuerda lo mejor de nosotros y de Canadá, una nación donde la igualdad de oportunidades es lo que mejor nos define, atestiguando nuestros valores más largamente promovidos.
Jean, a los 48 años una de las más jóvenes gobernadoras generales, llegó a Canadá con sus padres en 1968 como una exiliada de 11 años, que huía del temido régimen haitiano de François Papa Doc Duvalier (1957-1971).
Mis ancestros eran esclavos. Nací en Haití, el país más pobre de nuestro hemisferio. Soy la hija de exiliados expulsados de su tierra natal por un régimen dictatorial, dijo a la prensa.
En Tropic North, un documental realizado en 1994 por su esposo, el director francés Jean-Daniel Lafond, Jean contó que siendo una niña pequeña iba a la escuela caminando al lado de las vías del tren, atemorizada por los hombres que la saludaban diariamente con los más degradantes insultos.
Jean no pudo ocultar su sorpresa cuando le pidieron que sucediera a la saliente gobernadora general, Adrienne Clarkson, procedente de Hong Kong y ella misma una celebridad de la CBC, la primera representante de una minoría, primera inmigrante y segunda mujer en ocupar el cargo. Nunca hubiera imaginado que el destino me depararía semejante honor, destacó Jean.
El nombramiento de una persona negra a un puesto tan importante y de tanto poder sorprendió a muchos. Después de todo, Canadá es un país donde los miembros negros del gabinete —o aun funcionarios públicos de jerarquía o personalidades de los medios— son casi tan inusuales como un día de invierno cálido en Ottawa.
En este país de 32 millones de habitantes, los grupos mayoritarios son los de origen británico, 28 por ciento y francés, 23 por ciento, mientras las minorías asiática, árabe y africana no superan 10 por ciento.
Muchos de nosotros nunca pensamos que veríamos el día en que la representante de la soberanía de este país sería una mujer de piel negra nacida en Haití, escribió Cecil Foster, periodista nacida en Barbados y profesora en el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Guelph, de Notario, sudeste del país.
Foster, autora de Donde la raza no importa: el nuevo espíritu de la modernidad, considera la designación como una evidencia de la transformación que sufrió Canadá desde su imagen previa a 1970, como país de gente blanca, a su adopción del multiculturalismo como política nacional a partir de entonces.
El periódico The Calgary Herald se refirió a los considerables talentos de Jean y la describió como inteligente, articulada y profesional. Pero también criticó su nombramiento en su editorial Sustancia con estilo, pero equivocada: la pobre preparación del periodismo para la amenaza constitucional.
Por otro lado, la novelista y columnista francesa Kate Taylor percibe en la designación de Jean una bocanada de aire fresco, y la describe como un símbolo poderoso del nuevo Canadá. Ve el nombramiento como la forma de Martin de encarar una discrepancia cada vez más vergonzosa en nuestro liderazgo político.
El líder de la oposición, Stephen Harper, se mostró confiado en que Jean servirá a Canadá de un modo digno.
Sin embargo, permanece la duda de si Jean podrá marcar una diferencia en cuanto a que Québec continúe formando parte de Canadá o no. El mayor desinterés de los quebequeses evidencia el fracaso del plan del gobernante Partido Liberal para ganarse el amor de Québec, que alberga fuertes sentimientos separatistas, patrocinando diferentes proyectos en la provincia.
El plan fracasó cuando una auditoría descubrió gastos de millones de dólares volcados a estos patrocinios.
Martin se transformó en líder del Partido Liberal en 2003, justo a tiempo para asumir como primer ministro en diciembre de ese año, ante el retiro anticipado de su predecesor, Jean Chrétien. Pero el electorado lo recibió con un tirón de orejas en los comicios legislativos de junio de 2004, de los que emergió con un tambaleante gobierno minoritario.
Muchos creen que Martin puso al menos el ojo en el voto étnico cuando se decidió enviar el nombre de Jean a la reina Isabel para que lo aprobara formalmente. Muchos negros han observado con disgusto, luego de un breve respiro, que el primer ministro los devolvió a su usual estado de infelicidad por no estar representados en el gabinete federal.
Aunque carece de la influencia que tiene la minoría negra en las elecciones del vecino Estados Unidos, el apoyo de la comunidad afrocanadiense podría ser crucial en distritos reñidos de la provincia de Ontario —rica en votos— y en Québec.
Tras perder por un pequeño margen el referéndum por la soberanía de Québec en 1995, el entonces primer ministro de esa provincia, Jacques Parizeau, efectuó un reconocimiento público de la influencia de las minorías, al culpar a los inmigrantes por votar, presuntamente, contra la independencia.
La declaración de Parizeau fue vergonzosa para su partido, el nacionalista Parti Québécois, según señaló éste.
El nombramiento de Jean, que asumirá el cargo el 1 de octubre, reafirma que Canadá ha ingresado en una era nueva y emocionante para las minorías étnicas.
A propósito, emocionante fue un concepto que resaltó Martin. Cuando Jean asuma sus responsabilidades, estoy convencido de que inspirará y emocionará a todos los canadienses, no sólo con relación a nuestro pasado y nuestras tradiciones, sino también al futuro de nuestra gran nación.
El mismo adjetivo aparece en muchos otros comentarios sobre esta designación. La propia Jean lo utilizó en su discurso. Y su antecesora la consideró como una designación emocionante e imaginativa.
Y hay, desde luego, algo emocionante en una atemorizada niña negra de 11 años que se eleva del miedo a la fama y asume el destino de su país de adopción en sus manos, aunque más no sea que como símbolo y ceremonia.
* El autor fue periodista de Guyana, embajador y ministro del gabinete, es asesor en comunicaciones en Ottawa y escribe regularmente sobre política, desarrollo internacional y ambiente.