AMÉRICA: Cumbrismo afecta las cumbres

Nacidas para agilizar la toma de decisiones, las reuniones de mandatarios se multiplicaron en América hasta un límite inmanejable. El fenómeno, llamado jocosamente «cumbrismo», amenaza ahora con vaciar de contenido estos encuentros.

"La proliferación desvaloriza las cumbres", advirtió el diplomático Raúl Estrada Oyuela ante la consulta de IPS. "Hay un exceso en la frecuencia y también un abuso del término 'cumbre', que ahora se aplica también a reuniones donde van ministros y delegados", explicó.

Estrada, director de Asuntos Ambientales de la cancillería argentina, recordó que hace algunos años se tenía mucho cuidado en convocar a los mandatarios sólo cuando hacía falta resolver temas importantes. En cambio, ahora se reúnen con una frecuencia que se corresponde más con las obligaciones del calendario que con los avances del diálogo entre los países.

La multiplicación y superposición de cumbres preocupa tanto a los gobiernos de la región que se transformó en un tópico de la reunión del Grupo de Río, que comenzó este jueves en San Carlos de Bariloche, un centro turístico internacional ubicado 1.800 kilómetros al sudoeste de Buenos Aires.

El Grupo de Río, conformado en 1986 para apoyar los esfuerzos de paz en América Central, reúne a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay, Venezuela y a Guyana en representación de los Estados del Caribe.

La cita de este foro político, el más importante de América Latina y el Caribe, iba a congregar a los presidentes, pero quedó reducida a sus representantes y aún no se fijó una fecha precisa para la nueva cumbre. "Fue una buena decisión posponerla, ojalá sirva de reflexión", opinó Estrada.

Según admitieron los organizadores, las complicaciones de agenda de los presidentes y sobre todo los problemas internos de cada país dificultaron la presencia de un grupo importante de éstos. Antes de fin de año, además de la cumbre suspendida en Argentina, quedan otras cuatro reuniones de máximo nivel gubernamental tanto regionales como mundiales.

En septiembre están programadas la Cumbre del Milenio, que convoca la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su sede de Nueva York, y la de presidentes de la Comunidad Sudamericana de Naciones en Brasilia.

Para noviembre está prevista la Cumbre de las Américas en la sudoriental ciudad argentina de Mar del Plata, y en diciembre, con fecha todavía imprecisa, se realizará en Montevideo la cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur), integrado de modo pleno por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

Los delegados reunidos hasta este viernes en Bariloche coinciden en el valor político de las cumbres, pero consideran necesario compactar instancias. Se analiza, por ejemplo, llevar de seis meses a un año la frecuencia de las cumbres del Mercosur y, además, hacerlas coincidir con otras reuniones más amplias de las que participen los presidentes de este bloque.

"Los diferentes ámbitos se superponen, las incumbencias se duplican y las agendas se hacen difíciles de administrar", resumió el canciller de Argentina, Rafael Bielsa, al presentar el problema en la reunión de ministros del Grupo de Río, que se realizó hace un mes en Argentina. "Es un tema que nos preocupa a todos", reveló.

La inquietud es coincidente con la de expertos en asuntos externos. Mercedes Botto, coordinadora del área de Relaciones Internacionales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, comentó a IPS que las reuniones cumbres se desvirtuaron hasta convertirse apenas en "oportunidades para la foto".

Esta derivación no sólo corre para los presidentes. "La sociedad civil también consigue gran visibilidad con estas reuniones, pero resulta que no están sirviendo para su objetivo inicial que era el de debatir y tomar decisiones", alertó la experta.

Para Estrada, el fenómeno de las cumbres hoy da lugar a documentos que llevan la firma de los presidentes, pero que en verdad carecen de una visión de largo plazo y contienen párrafos desagregados, aportados a veces por funcionarios de tercera línea.

El "cumbrismo" no es un mal exclusivo de América latina. "En Europa ocurre lo mismo. El Grupo de los Ocho (países más poderosos) está produciendo documentos que parecen árboles de Navidad donde cada delegación cuelga su párrafo", lamentó el diplomático.

Botto sostiene también que se trata de una verdadera "hiperinflación" de cumbres. Recordó que la modalidad surgió como una reacción positiva de los países frente a la burocracia de encuentros internacionales institucionalizados de la ONU o la Organización de Estados Americanos.

En los años 90, la profundización de globalización de la economía y la integración en bloques regionales generaron la necesidad de reuniones que brindaran "dinamismo y ejecutividad" en los procesos de toma de decisiones.

Pero después se cayó en un exceso y las cumbres devinieron sólo en momentos de gran exposición pública, que no sólo sirven a los gobiernos, advirtió. El movimiento antiglobalización, que surgió en torno a las cumbres del Grupo de los Ocho, también ganó rápida visibilidad con los encuentros, señaló a modo de ejemplo la experta.

No obstante este papel menor, las cumbres ya no cumplen su función de agilizar la toma de decisiones. Al contrario, hay riesgos de que la agenda regional se construya a partir de gobernantes que pueden asistir a las reuniones, sin incidencia de los que se ven en dificultades para hacerse presentes en ellas, alertó Botto.

"Creo que Argentina y Brasil estarían en condiciones de hacer juntos una propuesta de cambio sobre este tema", desafió.

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