Sneha Samaj, una portadora del VIH procedente de Nepal, asiste a sesiones espirituales una vez al mes. Allí lee la Biblia y habla sobre la importancia de la compasión con otras personas víctimas del virus del sida, bajo la guía de monjas.
Esta clase es muy importante en mi vida, dijo en una entrevista al margen del Séptimo Congreso Internacional sobre el VIH/Sida en Asia y el Pacífico, celebrado esta semana en la meridional ciudad japonesa de Kobe.
La orientación espiritual la ha ayudado a aceptar su condición de portadora del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) y ha mejorado su capacidad de ayudar a otros, explicó.
Muchas personas encuentran refugio en la religión porque no es sólo un problema de salud, sino también una enfermedad social, afirmó Sarkar Amitaya, un transexual indio integrante de la organización Saathi, que promueve la aceptación de las personas que han cambiado de sexo.
La religión nos ofrece consuelo. Quiero que los líderes religiosos tengan un papel más activo en la promoción de nuestra aceptación, expresó Amitaya.
En Tailandia, de mayoría budista, muchos monjes trabajan en programas que procuran erradicar el estigma y promover la comprensión de las personas que viven con VIH/sida.
El budismo enseña tolerancia. Cuidar de los enfermos es un importante acto religioso, destacó el monje Phama Boonchuay, que dirige uno de esos programas.
Los templos ofrecen asesoramiento psicológico y capacitación laboral a las víctimas del VIH/sida, mientras los monjes visitan las familias de los enfermos para ayudarles a manejar la situación. Los huérfanos del sida también reciben atención en los templos.
Expertos en salud y activistas reconocen la importancia de la promoción religiosa de la tolerancia y la compasión hacia los enfermos, pero advierten que la religión también debe ser más realista en el área de la prevención.
Pretender que todo el mundo practique la abstinencia no es realista. La prevención del sida debe basarse en el respeto a la sexualidad humana, manifestó Khartini Slamah, coordinadora de la Red de Trabajadores Sexuales de Asia-Pacífico, con sede en Malasia.
La respuesta religiosa a la pandemia puede ser más eficaz si toma en cuenta las necesidades de los pobres y cambia las tradiciones patriarcales, observó Esak Faired, un académico islámico.
La pandemia de sida desafía las ideas religiosas y también a los propios líderes religiosos, dijo.
Como se esperaba, uno de los asuntos más polémicos de la conferencia de Kobe, que finalizó el martes, fue la falta de apoyo en algunos países de mayoría católica musulmana al uso del condón, que previene la transmisión del VIH.
Faran Emmanuel, un investigador de Pakistán, señaló que las normas islámicas de su país impiden hablar de sexo abiertamente, y esto contribuye a la desinformación.
Por ejemplo, dijo, uno de los afiches para la prevensión del sida muestra a un niño y una niña tomados de la mano, con la leyenda Quédate con tu compañero. Como resultado, 50 por ciento de las personas entrevistadas en una encuesta opinaron que se puede contraer el sida dándole la mano a una persona infectada, señaló Emmanuel.
Un ejemplo positivo destacado en la conferencia fue el de Senegal, donde el mulá (líder religioso supremo) promovió una discusión más abierta de cuestiones sexuales y apoyó el uso del condón, como forma de detener la epidemia de sida.
En África subsahariana viven 70 por ciento de todas las víctimas del VIH/sida.
Ha llegado la hora de que los líderes religiosos, que son fuerzas poderosas en las sociedades asiáticas, enfrenten la realidad y desarrollen programas de prevención del VIH, exhortó Syamila, un travesti que trabaja en la Fundación PT, de Malasia. (