NACIONES UNIDAS: Divisiones paralizan reforma del Consejo

Tras casi 12 años de discusiones en general infructíferas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se encamina a una nueva parálisis en sus esfuerzos por reformar su órgano político más poderoso, el Consejo de Seguridad.

Un debate realizado desde el lunes hasta este miércoles en la Asamblea General reveló una vez más las profundas divisiones entre los 191 países miembros del foro mundial acerca de la propuesta ampliación del Consejo, considerado un ”anacronismo político”.

El Consejo es el único organismo de la ONU facultado para tomar decisiones de guerra y paz, y está dominado por sus cinco miembros permanentes con poder de veto: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, China y Rusia. Tiene, además, 10 miembros rotativos.

Un comité de expertos nombrado por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, efectuó una serie de propuestas para la reforma del foro mundial que incluye iniciativas de ampliación del Consejo, pero sin alterar el poder de veto exclusivo de las cinco potencias nucleares mundiales.

Alemania, Brasil, Japón e India reclaman asientos permanentes para sí y para dos naciones africanas aún no designadas.
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Un proyecto de resolución copatrocinado por esos cuatro países propone un incremento en el número de miembros de los actuales 15 a 25, agregando seis permanentes y cuatro no permanentes.

Pero el plan de reforma del Consejo, cuya aprobación requiere una mayoría de votos de dos tercios y la revisión de la Carta de las Naciones Unidas, choca con la oposición de diferentes países, por distintos motivos.

Los que más se oponen son Estados Unidos y China, dos miembros permanentes que amenazaron con derribar la moción antes de que despegara.

El martes, en sesión plenaria de la Asamblea, Estados Unidos dejó claro su rechazo a la moción.

”En primer lugar, votar esta o cualquier otra resolución sobre la reforma del Consejo de Seguridad causaría divisiones en esta etapa”, declaró la embajadora Anne Patterson, representante permanente interina de Estados Unidos ante la ONU.

Patterson dijo a los delegados que la Carta de las Naciones Unidas está redactada de tal forma que la reforma del Consejo ”requiere un amplio consenso”.

”Por lo tanto, les urgimos a oponerse a esta resolución, y si se somete a votación, a votar en contra”, exhortó a los miembros.

Asimismo, advirtió que la ampliación del Consejo requiere prolongados trámites legislativos en muchos países, y que el proceso de ratificación en los países miembros sería un claro obstáculo, por ejemplo en el Senado de Estados Unidos.

El embajador de China, Wang Guangya, dio el tono político del debate al decir a los delegados el lunes que, a menos que hubiera un ”amplio consenso” entre los países miembros, no se debería tratar de reestructurar el Consejo.

”Es justo decir que estamos todavía lejos de una fórmula que contemple las preocupaciones de todas las partes o que pueda obtener un apoyo general”, resaltó.

Mientras, Italia y Pakistán encabezan una campaña para impedir que Alemania e India se conviertan en miembros permanentes del Consejo. Estados Unidos respalda la incorporación de Japón, la segunda economía mundial, y quizá de algún país en desarrollo, pero no ha mostrado entusiasmo por el resto de los candidatos declarados.

China expresó fuertes reservas hacia la candidatura de Japón, mientras que Argentina y México se opusieron a la candidatura de Brasil.

Además, muchos países se oponen a las pretensiones de puestos permanentes de Alemania, Brasil, Japón e India y abogan por un sistema rotativo.

África también está dividida. La Unión Africana, la voz colectiva del continente, decidió la semana pasada que los africanos deben reclamar dos asientos permanentes porque son el mayor grupo regional de la ONU, aunque sin nombrar a ningún país.

Los dos principales candidatos africanos son Sudáfrica y Nigeria. Senegal y Kenia también expresaron su ambición de integrar el Consejo.

Pero el principal rival para los dos candidatos es Egipto, un país árabe que integra a la vez la Unión Africana, la Liga Árabe y la Organización de la Conferencia Islámica.

El embajador Kenso Oshima, de Japón, dijo a los delegados que ser un miembro del Consejo no es un privilegio, sino una gran responsabilidad.

”Como país amante de la paz y plenamente comprometido con los ideales y objetivos de la Organización, Japón tiene un importante papel que cumplir en el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales y en la promoción de la agenda de la seguridad y el desarrollo, transformándose en un nuevo miembro permanente del Consejo de Seguridad”, dijo.

Sobre esa base, Japón está listo para presentar sus aspiraciones a los miembros para que las consideren, agregó Oshima.

Pero el embajador Munir Akram, de Pakistán, manifestó un punto de vista diferente.

”Lamentablemente, este importante emprendimiento fue secuestrado casi desde el principio por un pequeño grupo de países que procuran nuevos privilegios en un Consejo de Seguridad ampliado”, afirmó.

”Quienes buscan privilegios y poder se presentan como paladines de los débiles y desamparados, y sostienen que esos privilegios harán al Consejo más representativo y neutralizarán el poder de los actuales miembros permanentes”, agregó Akram.

De esta forma, ”se ha querido presentar al interés propio como altruismo”, concluyó.

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