Héctor Indio Pavez, uno de los mayores exponentes del movimiento de la Nueva Canción Chilena, falleció el 14 de julio de 1975 en el exilio en París. Tres décadas después, la comunidad de artistas folclóricos le rinde un merecido homenaje que será encabezado por su hijo, Héctor Gitano Pavez.
Isabel Parra, Patricio Manns, Pedro Yáñez, Max Berrú, Francisco Villa y Eduardo Peralta son algunos de los músicos que estarán el 30 de este mes en la cita en el Galpón Víctor Jara, de Santiago, para recordar al Indio Pavez junto a la actriz Marés González y a los grupos folclóricos Chamal y Chihué.
Contemporáneo de Víctor Jara, el cantautor asesinado por los militares golpistas el 13 de septiembre de 1973, Pavez fue, como él, un aventajado alumno de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, que cambió las tablas por la música atraído por las figuras de Margot Loyola y Violeta Parra, las precursoras de la Nueva Canción Chilena.
Como Jara, también Pavez fue un militante de izquierda. En la campaña para las elecciones presidenciales de 1970 presidió el Comité de Artistas Populares de apoyo a Salvador Allende. Tres años antes había compuesto la Cueca de la CUT, dedicada a la Central Única de Trabajadores de Chile.
Fue además autor también de una cueca sobre Luis Emilio Recabarren, el padre del movimiento obrero chileno y de la prensa sindical, fundador del Partido Comunista.
Pero la veta principal de Pavez fue la de recopilador y recreador de los cantos tradicionales de Chile, en especial de los pescadores del archipiélago de Chiloé, en el sur del país, pero también de los sufridos mineros del salitre y pastores del Norte Grande y de los campesinos de la zona central.
Nació el 1 de diciembre de 1932 en el barrio San Eugenio de Santiago, hijo de un campesino que al emigrar a la capital se convirtió en artesano y de una costurera. Falleció a los 42 años en París, el mismo día del aniversario de la Revolución Francesa. Su funeral se realizó tres días después en el célebre cementerio de Pére Lachaise.
San Eugenio era un barrio obrero, donde se situaba una de las maestranzas de la empresa de Ferrocarriles del Estado y en cuyo estadio jugaba de local el ya desaparecido club Ferrobadminton, el equipo de fútbol de los trabajadores ferroviarios.
Allí creció el futuro artista, apodado Indio, debido a su rostro moreno que parecía tallado en piedra, y dotado de una voz excepcional, que dedicó de lleno al canto popular junto a su esposa, Gabriela Pizarro, otra gran cultora del folclore, fallecida el 29 de diciembre de 1999 en Santiago.
Tuvieron cuatro hijas: Gabriela, Anais, Valentina y Julieta. Héctor, apodado el Gitano, fue el único varón y el penúltimo en nacer. Él y Anais estarán en el homenaje a su padre del sábado 30 en el Galpón Víctor Jara.
Nano Acevedo, poeta y cantautor folclórico, recuerda así al Indio Pavez: No he conocido, a lo menos en Chile, un artista con mayor magnetismo escénico que Héctor. De pie bajo el cenital, la guitarra descansando sobre el piso, el pelo ensortijado y azabache, camisa marrón, pantalones blanco-invierno, sandalias y los ojos profundos, acerados, envolviendo la audiencia….
Su canto a capella cautivaba al público que en los años 60 y hasta comienzos de los 70 se daba cita en la Peña Chile Ríe y Canta, uno de los locales emblemáticos de la nueva canción, creado y animado por René Largo Farías, locutor y gestor artístico, asesinado por motivos políticos según su familia el 11 de octubre de 1992 en Santiago.
Gracias a Largo Farías y a la revista que creó con el mismo nombre de su peña, se han conservado textos del Indio Pavez durante su exilio en Francia.
En forma premonitoria, y con su salud muy quebrantada, Héctor escribió el 9 de enero de 1975: No, no he muerto todavía. Morir en París es cosa poco común para un chileno, y más aún ser enterrado en el cementerio Pére Lachaise junto a Jouvet, Madeleine Renaud o Edith Piaf, pero prefiero no morirme todavía. Tengo muchas cosas que hacer.
Entre las muchas tareas pendientes que tenía estaba la grabación de un disco con cantos y danzas de su patria y se abocó a ello, desoyendo las recomendaciones médicas y los ruegos de su hermana Raquel, con quien compartía en exilio en Francia.
El disco quedó hermoso. Gran foto en la carátula, aparecerá en septiembre, escribió en junio de 1975. Estas 13 danzas cantadas son del pueblo chileno. Con ellas el hombre de mi patria ríe y canta. Desde el fondo de su alma, junto a su vibrante alegría se mezcla el dolor en una expresión mágica.
Esas danzas llegaron a Chile con los españoles, pero no buscaron ser acogidas en los salones. El pueblo se las apropió y las recreó. Las ha hecho criollas, confidentes y compañeras inseparables, señaló en la presentación del disco que no alcanzó a ver editado.
El 23 de julio de 1973 había sido operado en Santiago por el mal funcionamiento de la aorta. Le implantaron una válvula, pero nunca tuvo una recuperación completa. Sus dolencias se agravaron con la tensión y las persecuciones dictatoriales tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de ese año encabezado por el general Augusto Pinochet.
Contra su voluntad, salió al exilio con Raquel. Llegaron a París en marzo de 1974 y allí crearon, junto al ingeniero Carlos Cabrera y otros chilenos, el Ensamble Héctor Pavez, chants et dances du Chili, un grupo que se convirtió de inmediato en animador de los actos de solidaridad con las víctimas del golpe de Pinochet.
En Europa, Pavez alcanzó a acompañar en giras a Hortensia Bussi, la viuda de Allende, actuó en escenarios junto a intérpretes de la talla de Juliette Gréco y aportó la música para la obra de teatro ¿Qué hora puede ser en Valparaíso?, montada por la conocida compañía Théatre des Amandiers de Nanterre.
Su incesante actividad como músico y activista de la solidaridad con Chile fue minando más su ya debilitada salud, que hizo crisis en julio de 1975.
Fuertes dolores y un debilitamiento general le aconsejaron someterse a una segunda intervención quirúrgica. Ingresó de urgencia al hospital Foch de Suremes y horas antes de la operación se le produjo un paro cardiaco. Lograron reanimarlo y operarlo pero un derrame destruyó la capacidad de recuperación de su cerebro y toda esperanza de vida, según el testimonio del periodista Edmundo Vera.
Osvaldo Rodríguez, también ya fallecido y conocido igualmente como el Gitano, Marcelo Coulon, del grupo Inti-Illimani, y el folclorista uruguayo Marcos Velásquez, cantaron las cuecas y danzas de Héctor Pavez junto al centenar de chileno que asistió en París a su entierro.
Días antes de morir, distribuyó sus escasos bienes entre sus amigos. A tí te dejo mis calzoncillos, para que tengas más suerte en el amor, le dijo a uno de ellos, con el sentido del humor y la malicia que lo acompañaron toda su vida. (